POR CRISTINA REYES
COLABORADORA INVITADA
“No basta con saber, también hay que aplicar.
No basta con querer, también hay que actuar”.
Johann
Wolfgang von Goethe
Ante las inminentes elecciones que se llevarán a cabo
el 1 de julio, las redes sociales y los medios de comunicación han manejado que
México está dividido. Pues bien, vivimos una contienda electoral que hace mucho
tiempo no se veía.
Independientemente de quién sea nuestro candidato de
preferencia, nos encontramos ante un México crítico y un tanto agresivo
incitado en el fondo por una sed de justicia y por querer un cambio verdadero
aunado a una guerra sucia como nunca, lo que los ciudadanos hemos querido
reflejar especialmente en dos de los cuatro actuales candidatos a la
presidencia de la República: Andrés Manuel López Obrador (MORENA) y Ricardo
Anaya Cortés (coalición Por México al Frente), donde de acuerdo a las
encuestas, el primero va como puntero.
Pero dentro de todo el bombardeo de información, así
como la crítica amarga y la agresión se han vivido como nunca, hay que darnos
cuenta también de que tenemos una oportunidad como nunca.
Me explico. Exigimos gobernantes que no sean
corruptos, que tengan amor por México, pero habría que analizar qué tanto hemos
colaborado para que esto se dé y en qué hemos fallado para que no se dé.
¿En verdad estamos dispuestos a pagar el precio de lo
que tanto reclamamos? ¿En qué podríamos colaborar para hacer de nuestro país
una Patria digna? No podemos exigir lo que no podemos dar.
México es y ha sido pisoteado, ensangrentado, golpeado
en lo más hondo, pero nosotros ¿cómo reaccionamos? ¿En verdad nos importa
nuestra patria o somos nada más visores en tiempo electoral cuando nos
bombardean de guerra sucia para dar opiniones a veces sin trasfondo? No bastan
sólo la crítica y la agresión verbal o escrita para generar un cambio.
Si en el círculo de raíz de toda sociedad, la familia,
es difícil ponerse de acuerdo hasta para decidir qué vamos a comer, no quiero
imaginar cuál difícil debe ser llegar a un acuerdo entre diputados, senadores y
los diferentes gobernantes de nuestro país, lo que tampoco justifica que, según
Transparencia Internacional, México esté en el lugar 135 de 180 en mayor
percepción de corrupción aunado a las carencias que tenemos no solo económicas
y de seguridad, sino de educación y de valores.
Por ahí escuché a alguien cercano comentar que cuando
viajaba a Estados Unidos se ponía el cinturón de seguridad y respetaba todas
las señales de tránsito, pero aquí en México no lo hacía porque no había esa
cultura y pensé: ¿en verdad estamos esperando vivir en otro lugar para hacer lo
que debemos hacer?
Aún no estamos del todo conscientes que esas pequeñas
cosas serían las que verdaderamente harían un cambio, con las que le daríamos
su lugar a México.
Seguimos con la idea de que al más “picudo” le va
mejor. Festejamos hasta la locura eventos como el futbol, pero callamos ante
una injusticia. Nos esforzamos por comprar un carro nuevo, pero nos cuesta
darle el pase a otro conductor. Vamos al parque a ejercitarnos, pero nos cuesta
trabajo depositar un papel en la basura. O simplemente decidimos no ir a votar
porque “nadie me convence y todos son iguales”.
¿En verdad habíamos puesto atención en años anteriores
a lo que hacían nuestros gobernantes? ¿Nos habíamos puesto a analizar las
reformas? ¿Nos hemos preocupado por buscar en fuentes confiables los hechos que
han marcado a los actuales candidatos para que quieran buscar la Presidencia?
Unos simples debates que poco o nada ayudaron, que
parecían más un circo romano “donde se dan con todo” no pudieron haber ayudado
mucho en nuestra decisión para votar. Mientras respondamos al circo tendremos
circo, pero… no creo que los mexicanos merezcamos esto.
¿Y después del 1 de julio?
El candidato que obtenga la victoria no podrá acabar
de un solo golpe con todo lo que nos han heredado los malos gobiernos, eso es
un hecho, y más que luchar contra un sistema o prometer atrapar a “los
corruptos”, deberá hacer del tiempo su mejor aliado y escuchar la voz de cada
uno de los estados de nuestro azotado, pero hermoso país para concentrarse en
los problemas reales que desde hace años atañen a los mexicanos.
El nuevo mandatario tendrá la responsabilidad de
transformarse hoy más que nunca en servidor público, para forjar un camino de
pequeñas transformaciones en los ya conocidos pero cruciales temas de
seguridad, educación, economía, salud, medio ambiente y tantos rubros que
podemos mejorar, lo que tal vez lleve años.
Lo que hoy nos divide es lo que nos debe unir o la
lucha estará perdida. Si en realidad queremos a México, lo más importante será
trabajar en conjunto ciudadanos, empresarios, gobierno, en resumen, todos los
mexicanos. Imposible que todos pensemos igual, pero sí es posible tener un
camino con un fin común: un México digno.
Nuestro próximo Presidente de la República durará seis
años en el poder y se irá, pero nosotros como ciudadanos nos quedaremos con la
consigna de no bajar más la guardia y de actuar en pro de México, que es
nuestra casa.
La autora es comunicóloga, editora, correctora de
estilo y una ciudadana preocupada por México.
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