sábado, diciembre 30, 2017

NSS: ¿Y México?



Por ROGELIO RÍOS HERRÁN

Tanto del lado mexicano como del estadounidense en la frontera entre México Y Estados Unidos, nunca ha sido una postura razonable la de negar o desdeñar la importancia de la vecindad geográfica como el factor esencial que guía las relaciones entre ambos países.

Tradicionalmente, los mexicanos hemos sido esa parte de una relación entre dos en la que uno se esfuerza mucho más que el otro para mantener la relación a flote. 

Son innegables las desigualdades o asimetrías de poder entre México y Estados Unidos, pero siempre he pensado (soy muy optimista en mis relaciones) que se puede convivir y prosperar juntos con base a una buena compresión entre ambas partes.

Hemos recorrido mexicanos y gringos una larga búsqueda en los gobiernos y las academias para encontrar el modelo de convivencia adecuado: pasar de hablar de dependencia a interdependencia entre ambas naciones fue un gran avance que se dio desde los años 80s, pero no estamos por lo menos cerca de un final feliz, no importa si son los republicanos o los demócratas los que están en la Casa Blanca.

Al revisar la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS por sus siglas en inglés) para el 2018 propuesta por el Presidente Donald Trump y lanzada a la opinión pública el 18 de Diciembre pasado, me doy cuenta de que el camino hacia la plena comprensión mutua entre los vecinos del Río Bravo será “a long and winding road”, como en la canción de los Beatles.

Vaya, para empezar, ni siquiera se nombra a nuestro país: la palabra “México” no existe en ese documento que detalla la doctrina y las acciones a seguir en materia de seguridad nacional del gobierno de USA para el 2018. Ni una MX, nada. Mal comienzo para los mexicanos.

En algún cajón de los múltiples cubículos vacíos del Departamento de Estado se quedó el dossier con los temas sobre la relación de seguridad con México: la Iniciativa Mérida, la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN), la extradición de Joaquín “El Chapo” Guzmán a EU un día antes de la toma de posesión de Trump, los mecanismos binacionales para compartir inteligencia sobre el narcotráfico y el lavado de dinero, etcétera.

No le fue mucho mejor a Canadá, el otro vecino de América del Norte. Sólo mereció un par de líneas en la NSS: “Canadá y Estados Unidos comparten una singular asociación de defensa y estrategia”. Es todo lo que obtuvo Trudeau.

Por lo demás, para la región de América Latina, nombrada no como tal sino como “Hemisferio Occidental” en el documento de la Casa Blanca (¿qué problema tienen con nombrar las cosas como son?) el desafío percibido en Washington es el del crimen transnacional que provoca violencia y corrupción en los países del área.

La acción recomendada va en el sentido de apoyarse en los esfuerzos locales, alentar las culturas de la legalidad y apoyar las iniciativas locales para reforzar las policías y las fuerzas de seguridad. Se incrementará el intercambio de inteligencia para la captura de criminales y el combate a las organizaciones criminales.

Otro objetivo genérico para la región será el de modernizar los acuerdos comerciales para asegurar un “comercio justo” para los intereses norteamericanos. Eso incluye al TLCAN, por supuesto, pero no se le menciona en este apartado.

En lo político, el Presidente Trump pide que otros países del Hemisferio Occidental (se refiere a América Latina) lo apoyen en sus esfuerzos por aislar a Cuba y Venezuela (modelos de “izquierda anacrónica y autoritaria”).

Eso es todo. La complejidad de la relación bilateral México-Estados Unidos, en la cual los temas de economía, migración y seguridad van necesariamente juntos en la realidad del día a día, no tiene cabida en la visión expresada en la NSS. En otro apartado del documento se reitera la intención de construir un muro fronterizo, pero nada más (y sin nombrar a México).

La gran batalla para México es la de ganar la atención y la simpatía de la opinión pública estadounidense, lo han dicho ya muchos especialistas en el tema. Que en un documento oficial de la Casa Blanca ni siquiera se mencione por su nombre a nuestro país dice mucho del Gobierno del Presidente Trump, es cierto, pero dice mucho más de nosotros (sociedad y gobierno mexicanos): ¿qué hemos hecho para que el estadounidense promedio cambie su percepción negativa de México y de los mexicanos?

Ése es nuestro desafío: superar nuestros profundos desacuerdos internos en México para enfrentar lo más unidos posible la adversidad que viene del norte, ganar los corazones de los estadounidenses sin perder los nuestros, ¿lo podremos lograr en el 2018?

rogelio.rios60@gmail.com




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