Por ROGELIO RÍOS HERRÁN
No han sido en la arena internacional años de estabilidad los
del nuevo milenio. A partir del 2001, tras el atentado en el World Trade Center
en Nueva York, el tono para lo que será una buena parte de este siglo lo da el
binomio terrorismo islámico-mundo libre, si empleamos el discurso de los
políticos de las grandes potencias, o más bien el de desafíos no convencionales
vs estados-nación, si tratamos de ubicar las cosas desde otra perspectiva.
No empezó en el 2001 esa batalla, ya venía de tiempo atrás. Pero
el derrumbe de las Torres Gemelas neoyorquinas fue su punto más espectacular y
trágico hasta el momento, pues el número elevado de víctimas en ese atentado
(más de 3 mil) así lo atestigua.
Así que evaluar lo que vendrá en la política internacional en
2018 teniendo en mente esa tendencia constante de desafíos de organizaciones
terroristas y organizaciones criminales a estados-nación y un sistema de
seguridad internacional basado en la ONU (aunque ya con evidentes muestras de
obsolescencia)y que data de 1945, no permite prever que dicha tendencia se revierta
o sufra un cambio inesperado. Vendrá más de lo mismo, tal vez con un grado
mayor de poder de destrucción de los participantes.
Las nuevas formas de interacción entre estados, sociedades,
individuos y organizaciones poderosas abarcan ya tantas áreas que impiden
delinear no digamos un campo de batalla preciso, sino una salida pacífica y
segura al caos reinante. ¿Cómo hacer frente a los ciberataques, a los hackeos masivos
a empresas, a la interferencia mediática en la política interna de los países,
etcétera?
Habrá que estar muy al pendiente en este año de los siguientes
puntos de conflicto y oportunidades:
Los efectos del cambio climático cada vez
más marcados en sociedades y economías que son devastadas por fenómenos
naturales: Puerto Rico, por ejemplo, y las demás islas del Caribe por causa de
huracanes. Además, inviernos sumamente crudos como el actual que paralizan
regiones enteras de Europa y América del Norte. En el marco del Acuerdo de
París (2015) se celebrarán este año reuniones ministeriales para negociar un
ajuste a los objetivos trazados originalmente en cuanto a la emisión de gases.
Es, por el momento, nuestra mejor apuesta.
La retórica de la guerra nuclear. Como si se
hubiera hecho un viaje en el túnel del tiempo hasta la década de los años 50 y
la Guerra Fría, Estados Unidos y Corea del Norte se enfrascaron el año pasado de
manera altamente irresponsable en un intercambio verbal hostil y vulgar sobre
la disposición a usar sus armas nucleares el uno contra el otro. No han pasado
de intercambiar insultos y palabras soeces, pero ni siquiera ese tipo de peleas
entre naciones es permisible cuando se trata de armas nucleares. La ONU ha
demostrado su incapacidad para desactivar este conflicto, y otras formas de
diplomacia de grupo con intervención de países europeos han fallado, ¿qué
esperamos para una reforma profunda del sistema internacional para garantizar
la paz y seguridad mundiales? ¿A una guerra nuclear absurda entre dos líderes bravucones?
La falta de un sistema internacional más eficaz que el
existente y la escasez o ausencia de medios diplomáticos como la mediación o
los acuerdos entre grupos de países, dejan al descubierto al Medio Oriente como
la zona de conflicto más activa del mundo. Simple y sencillamente es un
polvorín a punto de estallar desde múltiples frentes. Podría ser en este caso
que la intervención de Francia ayude a establecer nuevas negociaciones de paz
que se concreten bajo el marco de la Unión Europea. No se ve otra vía posible
de conciliación.
La corrupción de gobiernos y proveedores y
empresarios contratistas llegó a un nivel mediático en 2017
sin precedentes en otros años, como en el caso de Odebrecht en América Latina, y
de otros casos que sacuden a países como Brasil. Veo para el 2018 una
intensificación del tema en la opinión pública por parte de ciudadanos y ONGs
que no van a quitar el dedo del renglón en cuanto a denunciar y llevar a juicio
a funcionarios corruptos se refiere. Todavía veremos muchos ejemplos relevantes en
esta área, como será en México y sus elecciones presidenciales.
Si algo positivo se puede resaltar para el año que
arranca, es el enorme empoderamiento que da a los individuos y ciudadanos el uso de
las tecnologías de la información. Su avance ha permitido a muchas
personas alrededor del mundo y que viven bajo toda clase de regímenes políticos
abiertos u opresivos, disponer de herramientas y espacios para opinar, informar
y actuar a favor de lo que creen y en contra de lo que perciben como una ineptitud
y corrupción intolerables en sus gobiernos, en las empresas donde laboran y en
las comunidades donde viven. Nada escapa ya a las redes sociales, cada día hay
menos zonas de oscuridad para evadir la opinión pública. Tiene su lado oscuro este fenómeno, por
supuesto, pues las redes sociales son muy vulnerables a la manipulación y a la
difusión de información falsa o distorsionada enfocada a objetivos políticos
perversos. Aun así, su balance sigue siendo positivo y ya no se entendería al
hombre contemporáneo sin el uso de ellas.
No importa lo que indiquen las tendencias para el 2018, uno debe
dejar siempre un espacio para lo inesperado: quién sabe si surjan líderes
sociales o mundiales que den un cambio profundo a las cosas; no sabemos si el
activismo mundial, si la elevación de un nivel de conciencia ciudadana a escala
planetaria presione para cambiar las reglas del juego existentes, en fin, si el
destino nos tiene reservados uno o dos ases bajo su manga que nos sorprenderán
-espero- muy gratamente. Es el infaltable toque que todo optimista da a su
análisis por un mundo mejor, ¡feliz año nuevo!
rogelio.rios60@gmail.com
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