El tema de la relación de la Iglesia con los pobres es central en la experiencia misionera de León XIV durante su larga residencia en Perú. Al retomarlo en esta primera exhortación apostólica que publica, nos da indicios sólidos sobre la futura orientación de su papado y de la política internacional del Vaticano.
Por Rogelio Ríos Herrán
La primera exhortación apostólica del Papa León XIV, Dilexi te (“te he amado”) se dio a conocer el 9 de octubre y es, según escribe el Santo Padre en la introducción, la continuación de la reflexión iniciada por el Papa Francisco en la encíclica Dilexi nos (“Nos amó”) sobre el cuidado de la Iglesia por los pobres y con los pobres.
Al fallecer Francisco, el documento quedó inconcluso. Al retomarlo y concluirlo, León XIV añadió reflexiones suyas “compartiendo el deseo de mi amado predecesor de que todos los cristianos puedan percibir la fuerte conexión que existe entre el amor de Cristo y su llamada a acercarnos a los pobres”.
El tema de la relación de la Iglesia con los pobres es central en la experiencia misionera de León XIV durante su larga residencia en Perú. Al retomarlo en esta primera exhortación apostólica que publica, nos da indicios sólidos sobre la futura orientación de su papado y de la política internacional del Vaticano.
La exhortación apostólica, recordemos, “es un documento pastoral emitido por el Papa, dirigido a la comunidad católica, que tiene como objetivo proporcionar orientaciones concretas sobre temas específicos de la vida cristiana. Este tipo de documento busca animar a los fieles a vivir con mayor intensidad y a seguir al Papa en su misión” (ver Catholic.net).
Por su parte, la encíclica es un documento solemne con carácter doctrinal que aborda temas de gran importancia para el mundo en general, como la fe, la moral, la justicia social e incluso el cuidado del medio ambiente. Se considera el documento más importante que escribe un pontífice” (ver ¿Qué es una Encíclica y qué es una Exhortación Apostólica? | Desde la Fe).
Por el tono menos solemne y más cercano a la percepción del público general, Dilexi te está escrita con mucha claridad y resulta accesible a todo tipo de personas, creyentes o no, que sean sensibles a las necesidades y la pobreza del prójimo.
Por tanto, lo podemos considerar como una exhortación intensa a la fe católica, al igual que un llamado a la sensibilidad social a la condición de pobreza de millones de seres humanos.
Al respecto, comparto con ustedes algunos fragmentos de las primeras páginas de Dilexi te que establecen con precisión la visión de León XIV:
Estoy convencido de que la opción preferencial por los pobres genera una renovación extraordinaria tanto en la Iglesia como en la sociedad, cuando somos capaces de liberarnos de la autorreferencialidad y conseguimos escuchar su grito.
La condición de los pobres representa un grito que, en la historia de la humanidad, interpela constantemente nuestra vida, nuestras sociedades, los sistemas políticos y económicos, y especialmente a la Iglesia.
En el rostro herido de los pobres encontramos impreso el sufrimiento de los inocentes y, por tanto, el mismo sufrimiento de Cristo.
El compromiso en favor de los pobres y con el fin de remover las causas sociales y estructurales de la pobreza, aun siendo importante en los últimos decenios, sigue siendo insuficiente. Es encomiable el hecho de que las Naciones Unidas hayan puesto la erradicación de la pobreza como uno de los objetivos del Milenio.
En un mundo donde los pobres son cada vez más numerosos, paradójicamente, también vemos crecer algunas élites de ricos, que viven en una burbuja muy confortable y lujosa, casi en otro mundo respecto a la gente común. Esto significa que todavía persiste -a veces bien enmascarada- una cultura que descarta a los demás sin advertirlo siquiera y tolera con indiferencia que millones de personas mueran de hambre o sobrevivan en condiciones indignas del ser humano.
Doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos.
Los pobres no están por casualidad o por un ciego y amargo destino. Menos aún la pobreza, para la mayor parte de ellos, es una elección. Y, sin embargo, todavía hay algunos que se atreven a afirmarlo, mostrando ceguera y crueldad.
El hecho de que el ejercicio de la caridad resulte despreciado o ridiculizado, como si se tratase de la fijación de algunos y no del núcleo incandescente de la misión eclesial, me hace pensar que siempre es necesario volver a leer el Evangelio, para no correr el riesgo de sustituirlo con la mentalidad mundana. No es posible olvidar a los pobres si no podemos salir fuera de la corriente viva de la Iglesia que brota del Evangelio y fecunda todo momento histórico.
Robert Prevost (el Papa León XIV) nació en Chicago, en 1955, se hizo religioso en la Orden de San Agustín, fue ordenado sacerdote en 1982 y su primera misión fue en Perú. Vivió en varias ciudades peruanas, obtuvo la nacionalidad peruana y fue declarado obispo de Chiclayo en 2015.
En Wikipedia, encontré que el primer Sumo Pontífice tanto de Estados Unidos como del Perú, el primero con más de una nacionalidad, también es el segundo Papa de América y el primero de América del Norte, además del primero agustino. Es el segundo Papa angloparlante desde Adriano IV en el siglo 12 (ver León XIV - Wikipedia, la enciclopedia libre).
León XIV está apenas estableciendo su autoridad pastoral y refrendando el espíritu misionero de su antecesor Francisco. Tiene una dura tarea por delante en la renovación del rostro de la Iglesia entre los jóvenes del planeta, en plena era de las guerras culturales.
Por lo pronto, Dilexi te es su carta de presentación ante la comunidad católica y el público general en el mundo. En ella, la Iglesia de la opción por los pobres empieza a definir sus contornos.
Vale la pena leerla y reflexionar sobre su mensaje.
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