jueves, julio 14, 2022

Francia, el mediador mundial



 

Por Rogelio Ríos Herrán

 

No es sencillo escribir cualquier cosa sobre Francia sin quedarse casi exclusivamente en París, como si ahí terminara esa nación. La Ciudad Luz nos roba la atención, se instala en el corazón tanto de quien ha tenido la oportunidad de visitarla como de quien anhela hacerlo, por lo cual olvidamos con frecuencia al resto de los franceses y el peso de su país en el mundo actual.

 

A 233 años de la Toma de la Bastilla, los franceses celebran hoy esa gesta que marcó el arranque de la Revolución Francesa, suceso que con sus luces y sombras marcó indeleblemente a la América Latina. Su ejemplo de liberación, la ruptura de las cadenas de la monarquía, el torrente de ideas libertarias de los pensadores y activistas franceses hicieron nido entre los hispanoamericanos.

 

Tan sólo con eso tenemos una deuda con Francia. De cara al primer cuarto del siglo 21, hay que preguntarse, sin embargo, qué significa la nación francesa en estos convulsos días y en este revuelto mundo.

 

Mi respuesta a esa interrogante es personal por completo, no esperen frialdad analítica cuando pienso en Francia. Tomé cursos en la Alianza Francesa, leo su prensa y escucho la RFI, disfruto su literatura extensa e inabarcable, sus vinos y quesos, el sabor de una buena conversación con franceses, en fin, me uno desde Monterrey a su fiesta nacional.

 

Una vez hecho esto, recupero la vena del análisis. La perspectiva francesa de la política internacional es un contrapeso indispensable a la perspectiva anglosajona que predomina en los medios de comunicación y círculos académicos.

 

Cuando insisten en usar “mundialización” en vez de “globalización”, por ejemplo, los franceses reafirman su afán de autonomía intelectual y política. No por ello dejan de pertenecer a esfuerzos comunitarios como la Unión Europea, de hecho, fueron ellos y los alemanes quienes iniciaron esa gran aventura de integración entre naciones.

 

Al leer Le Fígaro o el prestigiado Le Monde, ya no se diga Liberación, se nota un criterio de selección y manejo de la información distinto al de otras naciones occidentales; no mejor o peor, pero sí único, como los buenos vinos galos.

 

El perfil característicamente independiente de los franceses en política internacional, incluso en el marco de la Unión Europea, no es solamente un legado del legendario General De Gaulle y su postura distante frente a Estados Unidos, sino algo intrínseco al poderío francés proveniente de su pasado imperial.

 

No me extiendo más, baste saber que fue el Presidente Macrón uno de los líderes occidentales con quienes Vladimir Putin, pocos días después del inicio de su agresión a Ucrania, se entrevistó en Moscú. No fue un gesto menor, pues puso en relieve el papel mediador y de contrapeso del gobierno francés en los asuntos internacionales.

 

Larga vida a la República Francesa. Ojalá desde México apreciáramos en todo lo que vale el papel de Francia en la política internacional y nos acercáramos más a ellos: a París, por supuesto, pero también a sus regiones, ciudades y puertos que guardan similitudes con muchas ciudades mexicanas.

 

Muchos rostros tiene Francia: la joven, la vieja, la cultura y la política. Siempre será un faro para los latinoamericanos.

 

¡Vive la France!








 

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