Por Rogelio Ríos Herrán
No quedó duda, en una reciente reunión el 8 de septiembre del Presidente electo Andrés Manuel López Obrador con empresarios petroleros en Villahermosa, Tabasco, que el objetivo planteado por su gobierno es directo: retomar los niveles de extracción de 2.6 millones de barriles diarios para el fin de su sexenio (en 2024).
Para ello, lanzará licitaciones para reactivar pozos
inactivos o de baja producción y para explotar nuevos pozos en la reserva de
Pemex, además de las zonas que cubren los 107 contratos ya asignados en las
rondas petroleras.
Ni los empresarios presentes (Protexa, Tamsa, Cotemar,
Infra, Oil & Gas Alliance, Energy Solutions) ni las notas o comentarios en
los medios de comunicación cuestionaron la meta y el procedimiento expuesto por
AMLO: retomar los altos niveles de extracción de petróleo (actualmente en el
nivel de 1.6 millones de barriles diarios), reactivar y construir refinerías,
extraer gas, en fin, revivir un “boom” petrolero que le dé recursos a la
Hacienda pública.
En la vorágine informativa de la transición del
gobierno nacional, el tema petrolero quedó perdido entre otras notas que
llamaron más la atención de la opinión pública, pero no es un asunto que se
pueda dejar pasar sin una reflexión.
¿Es lo más conveniente para México retomar los
elevados niveles de extracción de petróleo?
No podemos ver exclusivamente el beneficio inmediato
de mayores ingresos para el Gobierno. Hay otras cuestiones cruciales que
considerar: ¿no aprendimos nada del pasado reciente en México cuando nos volvimos
una economía dependiente del petróleo?
Más aún, ¿no están a la vista todavía los nocivos
impactos en el medio ambiente y en las localidades que, desde los años 70 con
el descubrimiento del famoso pozo Cantarell, ocasionaron en las zonas de
explotación petrolera en el Golfo de México? En Isla del Carmen, la costa de
Campeche y los pozos en Tabasco, a la llegada de Pemex la vida económica y
social se puso de cabeza.
¿Se entiende a cabalidad en el nuevo Gobierno la
mecánica del mercado petrolero internacional? ¿Se sabe que a mayor aumento de
la producción petrolera en un país se puede afectar el mercado global de tal
manera que a mayor abundancia de crudo, menor precio del barril de petróleo?
López Obrador llamó a que “no perdamos tiempo y desde
los primeros días de diciembre lancemos las convocatorias para que a finales
del 2019 estemos remontando la crisis de la producción petrolera y comencemos a
extraer más petróleo”.
En junio de 1979, durante la perforación del pozo
Ixtoc I en la Sonda de Campeche, ocurrió un accidente, explotó el pozo y se
incendió la plataforma. El derrame de crudo alcanzó los 560 millones de litros en las costas de Campeche, Tabasco, Veracruz y Tamaulipas, además de
algunas partes de Texas.
Recuerdo vivamente que me tocó ver el resplandor del
incendio una noche desde una playa en Isla del Carmen, a lo lejos, ardiendo sin
parar, mientras escuchaba los relatos de los carmelitas sobre cómo la presencia
de Pemex en su comunidad había traído inflación, contaminación y muy pocos
beneficios.
¿Se repetirá esa historia de impacto negativo en Dos Bocas,
Tabasco, donde se planea construir una nueva refinería?
Parece una decisión tomada la del nuevo Gobierno
nacional el aumento urgente de la extracción petrolera, sin margen de
deliberación en la opinión pública o las universidades.
Sólo espero que sepan lo que están haciendo y contemplen
los riesgos de volver a petrolizar la economía: la adicción financiera que genera
al Gobierno, la contaminación, los riesgos de accidentes, la irrupción en las
comunidades locales, la reacción de los mercados internacionales, la
participación de capitales privados, etcétera.
Sobre todo, que no se repita otro Ixtoc I.
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