sábado, enero 31, 2015

México centroamericano



Migrantes indocumentados abordan a "La Bestia".
FUENTE: google.com

Con mucha frecuencia olvidamos en nuestro país, especialmente en el centro y en el norte, que México es Centroamérica.

Por razones históricas, por condiciones geográficas y por afinidades culturales evidentes a primera vista en Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Quintana Roo, Centroamérica está en México tanto como los mexicanos somos centroamericanos.

Por eso el tema del paso de los inmigrantes provenientes de Honduras, El Salvador, Nicaragua o Guatemala rumbo a Estados Unidos resulta un tema extremadamente sensible para la opinión pública mexicana e incide frontalmente en la situación de los derechos humanos en México.

Dos sucesos recientes nos ayudan a poner en perspectiva lo que llamaría la “cuestión centroamericana”.

Primero, el anuncio del Gobierno del Presidente Barack Obama de que su administración solicitará en febrero al Congreso estadounidense un paquete presupuestal de mil millones de dólares para ser aplicados en la región centroamericana, particularmente enfocados a que El Salvador, Honduras y Guatemala refuercen sus capacidades de gobierno y den impulso a sus economías y a su integración regional.

La propuesta es ambiciosa, pues, en palabras del Vicepresidente Joe Biden, se trata nada menos que de promover un “cambio sistémico” en esos países para impulsar su desarrollo y, entre otros objetivos, evitar que sigan siendo expulsores de migrantes hacia Estados Unidos.

En la próxima década, explica Biden, 6 millones de jóvenes de América Central van a ingresar al mercado de trabajo, y si no hay oportunidades laborales para ellos, será el Hemisferio Occidental en su totalidad quien sufra las consecuencias.

La gravedad de la crisis de niños migrantes que entraron a Estados Unidos en el verano del año pasado fue una poderosa llamada de atención para Washington sobre la necesidad de enfocarse y atender a la región de Centroamérica.

Travesía de migrantes en un tren.
Fuente: google.com


¿Cuáles pueden ser las consecuencias para México? Por supuesto que nuestro país se beneficiaría de inmediato de un alivio en las condiciones internas de Honduras o El Salvador, por ejemplo, cuyos ciudadanos atraviesan constantemente nuestro territorio rumbo al norte y en medio de riesgos y sucesos trágicos que viven en el camino.

Y en el mediano y largo plazos, sería posible cambiar por completo las bases de la relación con nuestra frontera sur hacia una en donde la economía, no la seguridad, sea el tema predominante.

El fenómeno migratorio es uno que por su volumen y persistencia parece tener rebasadas desde hace años a las autoridades del sur del país, no se diga a los gobiernos estatales.

La situación llega al punto de tragedias que parecen increíbles, que no puede ser que estén pasando: dos mujeres hondureñas fueron asesinadas a bordo del tren “La Bestia” (por donde cada día se transportan sobre los techos de los vagones de carga cientos o miles de migrantes centroamericanos), días después de que tuvieron el valor de denunciar a un grupo delictivo que extorsionaba a los migrantes que abordan ese tren.

La denuncia fue presentada ante las autoridades locales de Chiapas, pero la fiscalía que las atendió falló lamentablemente en protegerlas y prevenir que fueran, nuevamente, víctimas de los delincuentes que ya las habían amenazado.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió una recomendación al Gobierno de Chiapas sobre la negligencia en que incurrieron sus autoridades judiciales, pero el daño está hecho de manera irreversible para esas mujeres hondureñas.

Llegamos al arrancar 2015, entonces, al punto en que por lo menos la perspectiva del fenómeno migratorio se amplía, desde el punto de vista de los gobiernos, a un nivel regional: los problemas internos de Honduras, El Salvador y Guatemala afectan de manera directa y profunda a México y Estados Unidos. La solución a esa situación no puede ser sólo nacional, sino necesariamente será de nivel regional.

El éxito de la iniciativa del Presidente Obama hacia América Central requerirá de un compromiso absoluto y de voluntad política de los gobiernos centroamericanos involucrados. Si los mil millones de dólares son muchos o pocos para el tamaño del problema, en todo caso, es sólo una parte de la cuestión.

La verdad, lo sabemos, es que ninguna ayuda externa es suficiente si el propio país beneficiado no impulsa desde adentro el “cambio sistémico”, como lo expresó Biden, necesario para sacar a sus pueblos de la pobreza y del subdesarrollo político.


Desde México deberemos estar atentos a sus resultados y elaborar una política propia de ayuda hacia quienes, en muchos sentidos, son nuestros hermanos centroamericanos.

rogelio.rios60@gmail.com

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