martes, enero 11, 2011

México 2011: ¿de qué color?


Por Rogelio Ríos Herrán
Creo que como muy pocas veces en su historia reciente, los problemas del momento, los de coyuntura, los urgentes, no han dejado que los mexicanos levanten la mirada y avisten lo que viene no sólo para el año que ha arrancado, sino para la década que concluirá en 2020.
Al juicio no sólo de la opinión pública, sino incluso al de especialistas, académicos y observadores experimentados de la escena nacional, lo nubla todo tipo de consideraciones que giran en torno a la violencia e inseguridad que padecemos, al escándalo político del momento, a la crisis que estalla en Estados Unidos, Grecia, Irlanda o cualquiera de los países europeos severamente empantanados entre déficits y endeudamientos.
No es que se haya perdido, pero la tradición académica y de especialistas de diversos ámbitos de la vida pública de analizar escenarios posibles a mediano y largo plazo se ve relegada a un segundo o tercer plano ante la avalancha de información sobre el narco y su cultura de violencia que han impactado a la opinión pública mexicana de tal manera que no la dejan pensar en otras cosas de mayor provecho para el país.
Así, el color con el que se ve el presente, el 2011 que apenas comienza a despuntar, es invariablemente negro. Por extrapolación, los años venideros lo serán también si nos atenemos a la visión actual en la que predomina el desánimo y el escepticismo no digamos ya en los negocios y la empresa, sino en el seno mismo de los hogares mexicanos.
El arcoiris mexicano se ha extraviado bajo la avalancha de información sobre inseguridad y narcotráfico, la luz es devorada por la oscuridad. El día lluvioso no tiene fin, y parece que nunca saldrá el sol.
¿De veras? Entonces, ¿cómo explicar que a pesar de todo y de todos los que se empeñan con acabar con este País, nos damos cuenta de que México sigue adelante con un paso firme? ¿Cómo explicar que no hemos tenido las crisis catastróficas de otros sexenios en donde las devaluaciones, la inflación y la ineptitud gubernamental y empresarial dieron al traste con el horizonte de vida de muchas empresas y personas?
En una palabra, y tras décadas de actividad de narcotraficantes, secuestradores y toda clase de delincuentes, el País sigue en pie, su economía crece a ritmo moderado y la inversión extranjera sigue fluyendo año con año. Por increíble que parezca, hay quienes ven a México para el 2011 y para la década que empieza, como un lugar de riesgos, es verdad, pero también de muchas oportunidades.
Ellos, los bien informados, son los más optimistas sobre cómo pinta nuestro país para el futuro, si bien no es un optimismo desbordado ni irreal: hay condiciones que cumplir y problemas que resolver para asegurar que, después de la tormenta, salga el sol a revelarnos el esplendor del arcoiris mexicano.
¿Seremos capaces de tomar el futuro en nuestras propias manos? ¿Podremos navegar con rumbo o seguiremos a la deriva?
Cualquiera que sea nuestra respuesta personal o institucional a esas interrogantes, no dejemos que nuestro juicio sea impetuoso y poco razonado, ni que se quede atrapado en las consideraciones imperativas del momento; por el contrario, dejemos volar a nuestra capacidad de reflexión y de imaginación a los más alto posible, sin el lastre de lo cotidiano ni la opresión del temor.
A esas alturas, no habrá nubes que nos impidan ver el horizonte completo de nuestras posibilidades.
¡Feliz año 2011!  

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