¿A qué obedece la toma del Palacio Nacional por la fuerza policiaca? ¿Qué puede justificar que el edificio que simboliza la sede del poder central en México se convierta en una fortaleza inexpugnable?
Por Rogelio Ríos Herrán
El tamaño de las vallas metálicas que sitiaron el 12 de noviembre al Palacio Nacional, en la CDMX, definen el tamaño de la ansiedad de la presidente Claudia Sheinbaum y son la medida de su poca disposición para asimilar la disidencia a sus políticas de gobierno.
El equivalente a los antiguos fosos de agua que rodeaban a los castillos medievales, ese aislamiento obsceno de un recinto público, que pertenece a todos los mexicanos, es una apropiación indebida.
Claudia Sheinbaum, el palacio no es tuyo. No hay justificación alguna para cercarlo a la manera que hacen gobernantes como Vladimir Putin o Xi Jinping en Moscú y Beijing, respectivamente, que se aíslan del contacto con los ciudadanos, especialmente con quienes muestran su desacuerdo o inconformidad.
¿A qué obedece la toma del Palacio Nacional por la fuerza policiaca? ¿Qué puede justificar que el edificio que simboliza la sede del poder central en México se convierta en una fortaleza inexpugnable?
¿Es esa la imagen de la Cuarta Transformación que desea transmitir Sheinbaum?
A partir de la mitad del mandato de Andrés Manuel López Obrador, empecé a albergar dudas sobre su estabilidad emocional, la fortaleza mental para soportar la carga de trabajo de la presidencia y la forma en que tomaba sus decisiones.
En esa época, el seguimiento diario de las conferencias matutinas me mostraba el declive gradual de una personalidad que, en su momento, mostró carisma y carácter, pero que descendía irremediablemente hacia la necedad y la obcecación.
A un año de la gestión de Claudia, no quiero ni pensar, por el bien del país, que la presidente esté entrando en un proceso prematuro de desgaste emocional o intelectual por las presiones inmensas de su cargo.
Si no es así, ¿cómo explicar, entonces, las vallas metálicas alrededor del Palacio Nacional llevadas a una dimensión exagerada?
¿Qué es lo que no sabemos los ciudadanos de todo el país, sobre lo que está pasando en el gobierno de Sheinbaum, que explique el despliegue de una defensa excesiva y absurda en torno al Palacio Nacional?
¿Cuándo olvidaron ella y su gabinete que es un recinto público, no privado, cuya dignidad histórica se ve mancillada por las vallas metálicas que lo separan de la gente?
Tengo demasiadas preguntas por expresar, pero me temo que no tendrán respuesta alguna del gobierno nacional.
No me escucha la clase gobernante morenista a mí ni a usted y, para el caso, ni a millones de compatriotas que recuerdan los días en que una visita al Palacio Nacional era una experiencia magnífica y envolvente en la magia del recinto.
Visitar los patios, pasear por las escalinatas y admirar los murales, era más que una experiencia turística: uno sentía de viva mano el peso de la historia de México.
Todo eso se acabó. No sé cuándo se volverá a abrir el Palacio Nacional al público, pero yo reclamo mi derecho legítimo a visitarlo sin restricciones.
La Real Academia Española de la Lengua define paranoia como “perturbación mental fijada en una idea o en un orden de ideas” y ubica algunos sinónimos: obsesión, manía, monomanía, alucinación y chifladura.
En esas acepciones de la definición de paranoia pensaba cuando López Obrador hablaba en sus conferencias matutinas.
No pienso lo mismo de Claudia, por supuesto, pero no me explico por qué se rodeó de vallas en el Palacio Nacional.
¡Vaya con las vallas!
@Rios60H
No hay comentarios.:
Publicar un comentario