domingo, mayo 14, 2023

‘¡Qué Viva México!’ De Luis Estrada


 Por Rogelio Ríos Herrán

 

Me provocó un fuerte impacto visual la mirada de la película “¡Que Viva México!”, del director mexicano Luis Estrada, al evocar lo que sentí cuando vi “Los Olvidados” (1950), del director español Luis Buñuel. Son películas que se podrían ver sin sonido, como en la época del cine mudo, y aún así entregarían sin merma alguna su mensaje crítico sobre la sociedad y la política en México.

 

Como varios amigos y conocidos, yo sentía una curiosidad malsana por descubrir si el director Luis Estrada y su elenco de actores y actrices se atrevería a continuar su saga crítica del la política y el gobierno mexicanos en la era de Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación.

 

Después de todo, Damián Alcázar, uno de los actores icónicos de Estrada, se ha manifestado abiertamente como simpatizante y defensor de AMLO, lo cual es su derecho. Profesional como lo es, sin embargo, Alcázar participó con varios papeles en la película y entregó una de sus mejores actuaciones en la caracterización de sus personajes.

 

Más allá de la evocación de “Los Olvidados”, me parece que Estrada superó con su reciente film una prueba que suele devastar a muchos directores: al continuar sus entregas de películas sobre el mismo tema, ellos corren el riesgo de repetirse, de agotar a sus personajes, de forzar la trama o el chiste fácil, de agotar las posibilidades de sus actores y su equipo de cineastas.

 

Después de “La Ley de Herodes” (1999), “El Infierno” (2010) y “La Dictadura Perfecta” (2014), muy bien pudo Estrada quedarse con esas tres películas y ocupar su lugar entre los directores mexicanos consagrados. Además, ante un gobernante iracundo y vengativo contra sus críticos como López Obrador, ¿por qué no esperar a que cambien los tiempos antes de seguir con una nueva película?

 

La teatralidad de AMLO como personaje tragicómico de carpa y teatro y la pomposidad de su Cuarta Transformación no podían, sin embargo, dejarse pasar así como así para un director como Luis Estrada. 

 

Yo le agradezco que haya cedido a sus impulsos artísticos para dirigir para dar a luz este retrato agudo del gobierno y los políticos del México de hoy, el supuestamente “Transformador”, justo al final del sexenio obradorista, precisamente cuando los mexicanos nos enfrascamos en el balance del gobernante en turno y buscamos la manera de deshacernos de los corruptos e ineptos que incumplieron todas y cada una de sus promesas “transformadoras” que se quedaron en “transaformadoras”. 

 

La película de Estrada era necesaria y no nos falló a sus seguidores. Ana de la Reguera y Alfonso Herrera nos entregaron muy buenas actuaciones en los papeles estelares, incluso en escenas escatológicas en las que se les ve orinando o defecando, es decir, cuando muchos actores no quieren perder la elegancia.

 

El elenco del resto de los actores de “¡Qué Viva México!” (Joaquín Cosío, Leticia Huijara, José Sefami, Salvador Sánchez y otros), entrega igualmente muy buenas actuaciones, sus rostros son familiares y reconfortantes para quienes los recordamos de películas anteriores.

 

¿Es larga la película de tres horas? Puede ser, pero en lo personal no me fatigó por otra razón: la fotografía alcanza niveles de excelencia en algunas escenas y el montaje y la preparación de las escenas le saca ventaja a la escasez de elementos del lugar en donde se rodó la película, una mina abandonada en un pueblo casi fantasma (la locaión fue Real de Catorce, SLP).

 

Ese impacto visual por el manejo de la fotografía y la construcción de los personajes me recordó también al director Ismael Rodríguez con sus inolvidables “Nosotros Los Pobres” (1947),  “Ustedes Los Ricos” (1948) y “Pepe El Toro” (1952), con personajes de leyenda como “La Chorreada”, “Chachita”, “El Camellito” y, por supuesto, “Pepe El Toro”.

 

No olvido, faltaba más, a otro clásico: “Mecánica Nacional” (de Luis Alcoriza, 1972), que nos entregó en su momento una mirada sarcástica y humorística de maravilla de nuestro país con sus miserias y virtudes. 

 

Todo eso me hizo recordar el director Luis Estrada con su “¡Qué Viva México!”, llena de sarcasmo y crítica dura al gobierno actual y sus personajes de opereta: los puso en donde pertenecen, es decir, como una nueva versión de la tradicional corrupción de los gobernantes mexicanos, pero corregidos y aumentados.

 

Gracias, Luis Estrada.

 

Rogelio.rios60@gmail.com

 

 

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