miércoles, noviembre 09, 2016

EU: nueva Edad Media

Simpatizante demócrata llora la derrota de su candidata.
FUENTE: Google.com



Por Rogelio Ríos Herrán


Si la llegada del candidato republicano Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos inaugura un ciclo de aislacionismo y proteccionismo estadounidense, como ya lo ha vivido ese país en otras épocas, entonces es urgente para los mexicanos estar preparados para ello.

Desde México, como ciudadanos, no debemos perder de vista los factores que de ahora en adelante incidirán con enorme peso en la relación bilateral México-Estados Unidos:
  1. De entrada, la inexperiencia total de Trump en la vida pública plantea la cuestión de su curva de aprendizaje en un puesto que no da margen para ello. No corresponde, por ejemplo, el tamaño de la responsabilidad de manejar el poderío militar estadounidense con el perfil laboral de Trump, con su temperamento e incontinencia verbales mostrada hasta el momento. ¿Que una cosa es lo que se dice como candidato y otra lo que se hace como Presidente? Puede ser, pero el hecho mismo de que exista la duda y se plantee la pregunta nos da ya una idea de la respuesta. La división profunda del Partido Republicano, su rompimiento en diferentes facciones y su falta de una idea precisa de lo que quiere para su país, fuera de su detallada lista de lo que no quiere, no auguran una buena Presidencia para Trump, a pesar de que en el papel cuenta con la mayoría republicana tanto en el Congreso como en el Senado. 
  2. Ni en política interior ni mucho menos en la exterior hay conceptos y propuestas claras de parte de Trump y los republicanos. No nos dieron una visión integral de lo que quieren apoyar en la arena internacional, sólo nos hablan de lo que detestan y quieren echar abajo: sus alianzas estratégicas con Europa, los tratados de libre comercio, la "amenaza terrorista islámica", etc., pero nunca nos dijeron qué quieren poner en su lugar. Quedará en manos de la Unión Europea y sus países miembros seguir llevando la estafeta de las mejores causas de la humanidad: la integración económica y política de las naciones, los derechos humanos de vigencia universal, el cuidado del medio ambiente y de la sustentabilidad del planeta, la solidaridad con los refugiados, inmigrantes y desprotegidos del mundo, la contención de los lados más ásperos de la globalización, pues lo que apoyaron en ese sentido los gobiernos demócratas (como el Acuerdo Climático de París) seguramente será revertido por el nuevo Gobierno republicano.
  3. Desmantelamiento, regresión y ruptura de la política social de los demócratas construida con mucho trabajo y ante la adversidad republicana, son las palabras que vienen a mi mente al conocer el triunfo de Trump. También sorpresa y desencanto con las prácticas políticas de los estadounidenses, sus medios de comunicación, el bajo nivel del debate público y la notoria incapacidad de los actores políticos de poner por delante el interés público en lugar de los intereses partidistas defendidos a mansalva, cueste lo que cueste. ¿Qué fue de aquella democracia ejemplar de pesos y contrapesos citada frecuentemente como un modelo para el resto del mundo?
  4. Los 11 millones de indocumentados mexicanos en la Unión Americana viven desde hoy una pesadilla que se les hizo realidad con el nuevo Presidente republicano que asumirá en enero. No sólo ellos, también los inmigrantes asiáticos, africanos, refugiados de guerra sirios que fueron mejor recibidos en Canadá en que Estados Unidos, todos ellos quedan expuestos ahora al escarnio público, pues no se cuidarán las organizaciones extremistas de callarse y no actuar en público en contra de la “amenaza de los migrantes” que tan convenientemente manejó Trump durante su campaña para atraer votantes. Ni qué decir que quedan sepultadas las posibilidades de una reforma migratoria integral, además de que serán revestidas las acciones que beneficiaban a los “Dreamers” y sus familias, así de triste luce el panorama.
  5. Una nueva Edad Media se cierne sobre Estados Unidos con la llegada de Donald Trump a la Presidencia: muros, fortalezas contra las amenazas externas, nacionalismo a ultranza, exclusión de los que son diferentes, justamente cuando la sociedad norteamericana se ha vuelto diversa y multicultural en su gran variedad demográfica que constituye su fuente de riqueza. Cortar esa fuente, limitarla o anularla no augura nada nuevo. Una nación de más de 300 millones de personas amurallada como ciudad medieval no es bueno para los propios estadounidenses ni para el resto del mundo.
  6. A México se le viene encima un nuevo Presidente de Estados Unidos que durante su campaña electoral se la pasó agrediendo e insultando explícitamente a los mexicanos, a sus migrantes, sin reconocer el gran aporte de la fuerza laboral migrante mexicana a la economía estadounidense, y amenazó con construir -con cargo al Gobierno de México- un gran muro a lo largo de los más de 3 mil kilómetros de la frontera mexicana. ¿Cabe esperar un cambio de actitud y mayor mesura de Trump hacia México ahora que llegue a la Casa Blanca? No podemos atenernos a eso, sino a actuar primero por iniciativa propia: si lo de construir el muro pasará de ser la ocurrencia de un candidato en campaña a convertirse en política de un nuevo Gobierno republicano en funciones, entonces estamos los mexicanos en serios problemas para el futuro inmediato.

Si un consuelo nos enseña la historia es que, tras la Edad Media que cayó como larga noche de odio y exclusión sobre Europa durante siglos, llegó el Renacimiento de la humanidad de la mano de Leonardo da Vinci y las generaciones de renacentistas que recuperaron para el hombre su creatividad y generosidad que yacían dormidas en su interior. Valga esa remembranza para recordar que, haga lo que haga, Trump no será eterno y que en 2020, si no es que antes, será llamado a cuentas por la Historia.

rogelio.rios60@gmail.com

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