jueves, mayo 15, 2008

Muertos por miles

Muertos por miles
Por Rogelio Ríos

Contar los muertos por miles, desafortunadamente, no es algo inédito para los chinos, pues a lo largo de la historia milenaria de China, por la mano del hombre o por la de la naturaleza, una y otra vez los episodios trágicos se han presentado.
En la antigüedad, tales episodios fueron un factor de cambio en la escena de ese inmenso país; en el presente, someten a una dura prueba a la capacidad del gobierno chino.
En el año 234 a.c., nos recuerda el historiador René Grousset (en su clásica obra "Histoire de la Chine classique", Marabout, 1942), uno de sus generales le presentó como trofeo de guerra al joven rey Tcheng, de apenas 25 años y quien llegaría a ser el unificador de China, ¡las cabezas cortadas de 100 mil rivales derrotados en el campo de batalla!, una imagen cuya mera evocación es insoportable.
El efecto de estas y otras hazañas de guerra sobre los reinos rivales de Tcheng fue el de atemorizarlos de tal manera que, después de un intento fallido de asesinato del joven rey organizado por ellos mismos, se subordinaron a su mandato.
Logrado tal propósito, Grousset no dudó en calificar la obra unificadora de Tcheng como una que supera incluso a las conquistas de Alejandro Magno, pues en 20 años impuso sobre un país territorialmente disgregado y sobre una sociedad feudal un centralismo lo suficientemente fuerte para durar 21 siglos.
Pero, aun y cuando en la antigüedad las muertes por decenas de miles de personas cumplieran un propósito político específico, no pasaron desapercibidas para la sensibilidad popular china y sí tuvieron efectos en la sociedad y el gobierno chinos para presionar al cambio de una sociedad de guerreros a una de funcionarios.
Los miles de muertos (casi 15 mil y con 60 mil personas aún atrapadas bajo los escombros según nos informa EL NORTE) que dejó el temblor del lunes pasado en la provincia de Sichuan, en China, son una tragedia derivada de las fuerzas de la naturaleza que pone bajo serio cuestionamiento al liderazgo chino y a su capacidad de reacción ante los desastres naturales.
En Asia, recordemos, todo es colosal. La tragedia llega y siega vidas por miles y por cientos de miles, como el tsunami de 2005. Apenas atisbamos la magnitud del desastre humano y natural que dejó el paso del ciclón "Nargis" por Myanmar (con cifras que superan los 100 mil muertos), cuando debemos desviar la mirada a territorio chino.
Colosal es también el autoritarismo de los regímenes políticos asiáticos – el "despotismo oriental" del que hablara Karl Wittfogel- que ante las tragedias naturales responden con un ojo puesto al rescate de su población, y con otro sobre el cuidado de su imagen internacional.
La junta militar de Myanmar, con su actitud cerrada, mezquina e insensible, es una vergüenza internacional y un caso extremo de incompetencia y desdén por las vidas y el sufrimiento de sus propios nacionales.
El gobierno chino, por el contrario, ha reaccionado con prontitud para atender la zona de Sichuan (más de 100 mil policías y soldados han sido movilizados a la zona de desastre), montañosa y de difícil acceso, y a poco tiempo de la Olimpiada no puede darse el lujo de cerrar la información, por más dolorosa que sea, al resto de China y al mundo entero.
Pero, aparte de las acciones oficiales, es inevitable considerar la situación desde el punto de vista del ciudadano chino y preguntarse, como lo harían muchos otros ciudadanos alrededor del mundo, si es sólo en caso de desastre natural cuando recibe atención y asistencia de su gobierno.
El resto del tiempo, las autoridades centrales chinas se encuentran demasiado atareadas en la construcción y difusión del estereotipo de China como la Gran Potencia Mundial del Siglo 21, como para aclarar qué papel jugarán los principios democráticos y las libertades fundamentales de las personas durante el proceso y si las regiones del interior del país se integrarán también a la locomotora del progreso.
No las traerán de un campo de batalla como el general de la antigüedad al rey Tcheng, sino de un campo de desastre, pero los generales chinos le presentarán al líder chino Hu Jintao las miles de muertes que el terrible temblor dejó en Sichuan como una prueba de que el gigante chino -todavía- tiene los pies de barro.

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