viernes, agosto 29, 2025

El Senado daña la política exterior mexicana

La agresión de Fernández Noroña provocó la reacción de “Alito” y le dio la vuelta al mundo mediático, para deleite de los mexicanos que gozan con cada pleito entre políticos. Son reprobables. Lo que me preocupa es que los senadores se olvidaron de su papel en la revisión de la política exterior, especialmente desde el gobierno de López Obrador a la fecha


Por Rogelio Ríos Herrán


Mientras los mexicanos se entretienen con el altercado a golpes entre los senadores “Alito” (Alejandro Moreno) y Gerardo Fernández Noroña, yo veo con preocupación la degradación del nivel de deliberación en el cuerpo legislativo que, por mandato constitucional, tiene la facultad de revisar la conducción de la política exterior mexicana.


Al no cumplir con sus atribuciones constitucionales, los senadores mexicanos dañan gravemente la imagen de México en el exterior y su calificación en los índices internacionales de corrupción, deterioro democrático y contribución a la lucha contra el cambio climático, por mencionar algunos ejemplos.


La agresión de Fernández Noroña provocó la reacción de “Alito” y le dio la vuelta al mundo mediático, para deleite de los mexicanos que gozan con cada pleito entre políticos. Son reprobables.


Lo que me preocupa es que los senadores se olvidaron de su papel en la revisión de la política exterior, especialmente desde el gobierno de López Obrador a la fecha.


En la Constitución mexicana, el artículo 89 otorga al presidente la capacidad de “dirigir la política exterior”, pero, en contrapeso, el artículo 76 reserva para el Senado diversas funciones que inciden en la política exterior mexicana.


Recordemos esas funciones:

  1. Con base en los informes anuales presentados por el presidente, el Senado debe revisar la política exterior para señalar errores y aciertos.

  2. Corresponde al Senado aprobar los tratados y convenios que el presidente suscriba, además de proponer su modificación, denuncia, suspensión, enmienda, retiro de reservas o declaraciones interpretativas.

  3. El Senado ratifica los nombramientos de embajadores, cónsules generales y empleados superiores del Servicio Exterior Mexicano, y en teoría debería ser un filtro riguroso que vigile la preparación, experiencia e idoneidad de los candidatos a cargos diplomáticos. Claramente, eso no sucede y se aprueban ciegamente candidatos cuestionados, como en el caso de Genaro Lozano.

  4. Corresponde al Senado la aprobación del paso de tropas extranjeras por el territorio nacional y la permanencia de escuadras extranjeras en aguas nacionales por más de 30 días. Adicionalmente, tiene la autoridad para aprobar la salida de tropas mexicanas al extranjero.


Lejos de cumplir cabalmente con sus atribuciones constitucionales, los senadores mexicanos, especialmente durante las legislaturas con mayoría morenista de 2018 a la fecha, no han honrado sus obligaciones por desinterés o por criterios políticos.


Las atribuciones constitucionales convierten legalmente al Senado en un contrapeso importante frente al Ejecutivo en la conducción de la política exterior. 


Su papel no es meramente formal: implica deliberación, control político y responsabilidad histórica. En contextos de creciente interdependencia global, el Senado puede ser garantía de que en las decisiones internacionales tomadas por el presidente de la república se refleje el interés nacional y los valores constitucionales.


Fue una reforma constitucional en 1977 la que estableció la facultad senatorial de operar como cámara deliberativa de asuntos internacionales al revisar la política exterior del presidente en turno.


Históricamente, las facultades senatoriales han sido ejercidas con implicaciones trascendentales. En 1993, el Senado aprobó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), marcando un viraje hacia la apertura comercial y la integración regional.

 

Décadas después, en 2019, el Senado ratificó el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), en un contexto de renegociación que puso sobre la mesa temas como los derechos laborales, la protección ambiental y los mecanismos de solución de controversias.


Estos momentos no sólo evidencian el peso institucional del Senado, sino también su capacidad de deliberar sobre el interés nacional en un entorno globalizado. 


La discusión parlamentaria permitió incorporar voces diversas, desde sectores productivos hasta organizaciones civiles, enriqueciendo el proceso y dotándolo de legitimidad.


Durante los dos últimos gobiernos morenistas, la función activa del Senado en política exterior, no exenta de fallas y momentos vergonzosos en la aprobación de nombramientos de algunos diplomáticos, se ha perdido por una pasividad inexplicable en la revisión de los asuntos internacionales de México.


Al abandonar sus atribuciones constitucionales, los senadores mexicanos dañan al país al dar por sentado, sin más, que las decisiones presidenciales en política exterior no se revisan ni debaten, sólo se aprueban “sin mover ni una coma”, como solía decir López Obrador.


No olvidemos que en tiempos donde la política exterior se enfrenta a desafíos globales complejos, el papel del Senado cobra renovada relevancia. 


Su facultad de aprobar tratados no solo implica revisar cláusulas jurídicas, sino también ponderar y debatir sobre el impacto ético, social y cultural de cada compromiso internacional desde la perspectiva de todas las fuerzas políticas representadas en el Senado.


El Comité de Relaciones Exteriores lo preside el morenista Alejandro Murat y los secretarios son: Sasil de León (Morena), Lilly Téllez (PAN), Alejandra Barrales (Movimiento Ciudadano), Karen Castrejón (Partido Verde) y Giovanna Bañuelos (Partido del Trabajo).


Otros miembros son políticos fogueados como Alejandro Moreno “Alito” y Manuel Añorve (PRI), Ignacio Mier (Morena), Lily Téllez y Francisco Ramírez Acuña (PAN).


Yo les pregunto: ¿Por qué no ejercen a fondo los senadores su facultad de revisar la política exterior mexicana que dirige el presidente Sheinbaum?


¿Por qué la condescendencia de los senadores morenistas ante Claudia?


Usted, ¿qué les preguntaría? Anímese:

relacionesexteriores@senado.gob.mx


Con apoyo de Microsoft Copilot, asistente de inteligencia artificial que contribuyó en la recopilación y análisis de información constitucional y diplomática.



viernes, agosto 22, 2025

Diplomáticos del Bienestar

¿Hacia dónde va el Servicio Exterior Mexicano? ¿Tiene ya sus días contados como servicio civil de carrera? Ahí vienen los sustitutos de los embajadores y cónsules de carrera: los Diplomáticos del Bienestar.


Por Rogelio Ríos Herrán


La propuesta del presidente Claudia Sheinbaum de enviar al activista y académico Genaro Lozano como titular de la Embajada de México a Italia es un paso más hacia convertir el Servicio Exterior Mexicano (SEM) en los Diplomáticos del Bienestar.


Cada vez pesan más los nombramientos de carácter político de Sheinbaum, costumbre intensificada por el anterior presidente López Obrador, que la promoción del personal del servicio civil de carrera del Servicio Exterior.


Después de la eliminación del servicio de carrera judicial en el Poder Judicial en favor de los Jueces, Magistrados y Ministros del Bienestar, lo que sigue es el deterioro sistemático del SEM hasta su eliminación en favor de la designación directa de los diplomáticos según sus “méritos” morenistas: mientras más color guinda sea el aspirante, mejor embajada le tocará.


En tanto llega el día fatal de la desaparición del SEM, ¿por qué no ir ensayando desde ahora enviando a personas inexpertas en el oficio diplomático, pero con una lealtad y servilismo a prueba de todo por Morena en las embajadas de alto perfil como lo son las europeas?


La designación de Lozano como embajador mexicano en Italia dice más de Sheinbaum que del propio activista: la cortedad de miras en el nombramiento exhibe el desinterés y la estrechez del pensamiento presidencial en lo que respecta a la política exterior mexicana.


No discuto la legitimidad del nombramiento, puesto que lo hizo Sheinbaum en conformidad con las atribuciones legales que le permiten designar a personas que no pertenecen al Servicio Exterior en determinadas misiones diplomáticas o embajadas que, por circunstancias especiales o excepcionales, ameritan dichos nombramientos.


Lo que critico en el caso de Lozano es que por ningún lado veo las circunstancias especiales o excepcionales, ni las dotes extraordinarias que resaltan para que él, y sólo él, pueda representar los intereses del Estado mexicano en Italia en un momento en que Europa entera tiene el alma en un hilo por la agresión de Rusia a Ucrania.


A menos que Genaro posea un superpoder, una facultad excelsa de pensamiento estratégico y la habilidad personal en asuntos exteriores de un Lord Palmerston para esta Misión Imposible en Italia, no es comprensible su postulación al cargo por razones políticas.


¿A cuántos diplomáticos de carrera con amplia experiencia y trayectoria en el Servicio Exterior dejó Genaro en el camino ante los ojos de Sheinbaum?


Como activista, analista, columnista en Grupo Reforma y comentarista frecuente de asuntos políticos y sociales en los medios de comunicación mexicanos, Lozano ha demostrado su inteligencia, agudeza mental y elocuencia en la argumentación al defender sus posturas políticas. Es un buen polemista.


Por otra parte, tiene el gusto por exhibir su vida privada y preferencias sexuales en las redes sociales sin inhibiciones, lo cual habla de firmeza de carácter de su parte.


Lo que no abona su vida privada expuesta en las redes sociales a la nueva encomienda diplomática de Lozano es que choca directamente con la necesidad de la discreción, bajo perfil y reputación impoluta que son atributos de los diplomáticos de oficio.


Buena parte de la polémica pública sobre su nombramiento se ha enfocado a sus preferencias sexuales y exhibicionismo, pero yo no me detengo ahí.


Lo que me parece más grave en su caso es la contradicción monumental en que Genaro incurre al trocar su activismo y pensamiento independiente por lo que los mexicanos conocemos como “un hueso en el gobierno”, para no andar con eufemismos.


Se acabó el activista, el catedrático librepensador en el salón de clases, el polemista de izquierda que siempre defendió fieramente a la tropa morenista por afinidad a su causa.


Bastó el encanto de ir a Roma como embajador mexicano para que, sin atender a un último escrúpulo de conciencia, Genaro cayera redondito en la seducción del poder morenista.


Qué lástima por esa situación porque nadie gana nada: no gana México al tener a un embajador inexperto en una embajada europea de alto nivel y mucho menos gana Genaro, quien seguramente encontrará su Principio de Peter (alcanzará su nivel de incompetencia) una vez instalado en su despacho en Roma, dando por descontado que el gobierno italiano dé su beneplácito al nuevo embajador mexicano.


¿Hacia dónde va el Servicio Exterior Mexicano? ¿Tiene ya sus días contados como servicio civil de carrera?


Ahí vienen los sustitutos de los embajadores y cónsules de carrera: los Diplomáticos del Bienestar.


Sólo queda darle un buen consejo al flamante Embajador del Bienestar: no beba demasiada champaña en las reuniones sociales protocolarias en la Embajada porque “el vino puede sacar cosas que el hombre se calla, va buscando pecho adentro por los silencios del alma, y los va haciendo voces y les va poniendo palabras”, cantaba Alberto Cortez.


FIN

lunes, agosto 18, 2025

Alaska: la inutilidad del ‘one on one’

No todo está perdido para Washington si el presidente Trump y su equipo aprenden la lección de Alaska: si el “one on one” no funcionó y casi los deja en ridículo, mejor es retornar a la diplomacia multilateral (Unión Europea o la ONU) y al cobijo de los aliados europeos (OTAN) para detener al oso ruso que seguramente retornó a Moscú celebrando con champaña en el vuelo de regreso a Moscú.


Por Rogelio Ríos Herrán


Más allá de las fotografías de apretones de manos, los paisajes majestuosos y la parafernalia diplomática presente en las reuniones cumbre (summits, les dicen en inglés), éstas suelen terminar sin resultados concretos ni acuerdos sólidos, pero arrojan mayor incertidumbre a las crisis internacionales que intentan resolver.


No son las reuniones cumbres el sustituto de la diplomacia multilateral en organismos internacionales (la ONU o la OTAN, por ejemplo) como el medio más efectivo para abordar y desactivar las crisis internacionales de la paz y la seguridad mundial.


La cumbre de Alaska del viernes 15 de agosto no llegó más lejos que el combustible gastado inútilmente por los aviones presidenciales de Vladimir Putin y Donald Trump, los líderes ruso y norteamericano que pretenden arreglar, ellos solitos a la mesa, la complicada crisis de Ucrania derivada de la agresión rusa.


No hubo, por ejemplo, un acuerdo de “cese al fuego” inmediato (como premisa para negociar un “acuerdo de paz” de largo plazo) sobre el campo de batalla ucraniano anunciado por Trump que obligue al líder ruso (acusado de crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional) a detener sus ataques salvajes e indiscriminados sobre la población civil ucraniana.


Desconocemos, porque no hay información pública suficiente sobre lo discutido en las reuniones a puertas cerradas entre Trump y Putin acompañados de sus equipos diplomáticos, si se habló sobre la renovación de los acuerdos de restricción de armamento nuclear entre Rusia y Estados Unidos que se extinguirán en unos meses si no son refrendados.


No hay indicios de que las peticiones urgentes del presidente ucraniano Zelensky, quien ¡no fue invitado a Alaska!, sobre las garantías a la paz y la integridad de sus fronteras territoriales exigidas por Ucrania se hubieran siquiera puesto sobre la mesa.


Al quedar los líderes europeos excluidos también por completo de participar en la cumbre en Anchorage, no hay manera de constatar si las posturas europeas sobre Ucrania (su petición legítima de admisión a la Unión Europea y a la OTAN) fueron presentadas a Putin.


Una prueba evidente del fracaso de la cumbre de Alaska (al no lograr el cese al fuego) es que habrá necesariamente reuniones urgentes adicionales para arreglar el desastre: Zelensky viajará a Washington a averiguar qué cosas negocio Trump en nombre de Ucrania y para no quedar nuevamente excluidos de la mesa de trabajo acudirán con él personalmente a la Casa Blanca.


En apoyo a Zelensky, estarán presentes Keir Starmer (Reino Unido), Emmanuel Macron (Francia), Úrsula von der Leyen (Unión Europea) y Mark Rutte, secretario general de la OTAN.


No habría sido necesaria tal carrera diplomática de emergencia si la reunión de Alaska hubiera sido exitosa en su punto esencial: el cese al fuego en Ucrania como primer paso a la negociación de un acuerdo de paz. Es decir, los caballos van por delante de la carreta, no por detrás.


¿Por qué fracasó la cumbre de Alaska?


Cuando vi la fotografía de los equipos diplomáticos reunidos en Anchorage, pude obtener un indicio de respuesta.


Cualquier presidente o líder mundial que guste de los encuentros “one on one” como método de negociación internacional será tan poderoso y ganador como lo sea el equipo diplomático que lo apoye.


En Alaska, al lado de Putin estaba Sergei Lavrov, ministro de asuntos exteriores ruso, un viejo lobo de mar sumamente experimentado y endurecido por décadas de oficio diplomático en defensa de los intereses rusos y en apoyo a Putin.


Del lado de Trump estaba Marco Rubio, el nuevo titular del Departamento de Estado, quien, comparado con el currículum de Lavrov, es novato en las lides de la alta diplomacia, pues su trayectoria legislativa en Estados Unidos no lo preparó para sostener reuniones de este tipo frente a gente experimentada como los rusos.


En el “one on one” anterior entre Trump y Putin, en el año de 2018 en Finlandia, a Trump, entonces en su primer periodo de gobierno, lo acompañaba Rex Tillerson al frente del Departamento de Estado, quien acumulaba gran bagaje de lo que podríamos llamar “diplomacia de negocios internacionales” a su paso por la industria petrolera y contaba con un staff experimentado en preparar reuniones de este nivel.


Por el momento, el “team ruso” le ganó la partida al “team americano” en Alaska al tomar ventaja del escenario (Alaska fue un antiguo territorio ruso) y la iniciativa física, pues Putin, a sus 72 años, exhibió vigor y agilidad frente a Trump (79 años) con movilidad lenta por los problemas de circulación sanguínea en las piernas y un semblante permanentemente fatigado.


No todo está perdido para Washington si el presidente Trump y su equipo aprenden la lección de Alaska: si el “one on one” no funcionó y casi los deja en ridículo, mejor es retornar a la diplomacia multilateral (Unión Europea o la ONU) y al cobijo de los aliados europeos (OTAN) para detener al oso ruso que seguramente retornó a Moscú celebrando con champaña en el vuelo de regreso a Moscú.


Una palabra final:


Para México y América Latina, la gran lección de Alaska es que los encuentros “one on one” que tan apetecibles son para los líderes latinoamericanos (“yo sí puedo convencer a Trump, no como el pendejo de mi vecino”, piensan bravamente algunos de ellos) no son confiables con Trump -o con el presidente estadounidense en turno- en un mundo en que los problemas internacionales complejos y enredados no admiten soluciones a fondo que no se hagan en los foros multinacionales mediante la diplomacia multilateral y plasmados por escrito en acuerdos y tratados internacionales.


Lo demás son ilusiones: El Señor Lavrov come diplomáticos inexpertos en el desayuno.


FIN




viernes, agosto 15, 2025

México: ¡Pobres de los pobres!

Disminuyó la pobreza, sí, pero no como consecuencia del crecimiento económico del país, sino a costa de él.

Por Rogelio Ríos Herrán


Una costumbre muy arraigada entre los políticos mexicanos, del color o partido que sea, es traer a los “pobres” de un lado para el otro, según convenga a sus intereses del momento.


Cuando un presidente mexicano anuncia que gobernará por y para los “pobres” que componen el “pueblo”, malo el cuento porque los ciudadanos de cierta edad (los que no se cuecen al primer hervor) sabemos de antemano que primero salen de la pobreza los políticos y luego, si acaso, los sufridos mexicanos de escasos recursos.


El asunto es que un presidente dice que ha bajado el nivel de pobreza, pero el siguiente presidente lo acusa de lo contrario, entonces, ¿quién tendrá la razón?


Dime cómo sumas y restas, multiplicas y divides y te diré quién eres.


Me explico: si en una escala del uno al diez, definimos a los “pobres” como los que ganan menos de cinco, tendremos un porcentaje definido de ciudadanos en la pobreza (50 por ciento)  y, si ganan menos de tres, los ubicamos en la extrema pobreza (30 por ciento).


El siguiente gobierno cambia el nivel de pobreza en la misma escala y ahora dice que si ganas más de tres, ya no eres “pobre”, sino clase media baja o algo así, y ¡voilá!, disminuye la pobreza en México de un plumazo al 30 por ciento.


Al día siguiente, los titulares de noticieros y periódicos, portales digitales y demás plataformas, se llenan con el encabezado: “Baja el presidente la pobreza en México”, mientras los flamantes “ex pobres” siguen viviendo, en la realidad, en su misma miseria de siempre, pero con una etiqueta diferente.


Me bastó dar una vuelta por algunas colonias populares de Monterrey para darme cuenta de que, si acaso hay menos pobres en México como afirma el gobierno nacional, tal vez eso ocurrió en una Galaxia muy lejana.


¿A dónde se fueron los “pobres”?


A lo mejor se esfumaron a la velocidad de los cálculos de sesudos matemáticos que introducen sofisticados algoritmos en las poderosas computadoras del gobierno, es decir, cambiaron de estrato social sin darse cuenta.


Ya no son pobres, estadísticamente hablando. Eso es todo lo que necesita el presidente de México para su discurso mañanero y su rollo electoral.


Si hay menos pobres en México, ¿por qué se siguen vistiendo igual con sus harapos de siempre? ¿Por qué no han cambiado la barriada patética por un buen departamento en una colonia de clase media con todos los servicios disponibles?


Si hay menos pobres en México, ¿por qué siguen viviendo sin medicinas ni atención médica? Siguen tercamente muriendo de enfermedades curables y prevenibles, no entienden, ¿nadie les ha dicho que eso puede dañar las cuentas del gobierno?


Si medimos la pobreza por ingreso, como lo hace el INEGI en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos 2024, entonces sí cuadra el dato de que la pobreza disminuyó de 41.9 por ciento en 2018 a 29.6 por ciento en 2024, ¡maravilloso!


La pobreza extrema extrema disminuyó de 7.1 por ciento en 2018 a 5,3 por ciento en 2024, ¡Genial!


Los programas de transferencias de dinero a la población funcionaron bien para el gobierno nacional en esos aspectos específicos, pero al costo del crecimiento de la deuda pública y del déficit presupuestal (la diferencia entre ingresos y gastos) que llegaron a niveles históricos récord en México.


Entonces, el gobierno nacional exhibe la disminución de la pobreza como su gran logro, pero no dice nada de que se apoyó en endeudamiento público gigantesco y en el desbalance presupuestal sin precedente para obtener ese dato.


Disminuyó la pobreza, sí, pero no como consecuencia del crecimiento económico del país, sino a costa de él.


Sin crecimiento económico y sin creación de riqueza nacional para repartir, la batalla del gobierno nacional contra la pobreza se sostiene con alfileres hasta que cese el flujo de dinero público a los “pobres” mediante los programas sociales, día que llegará fatalmente si se mantienen las tendencias actuales.


“Tome nota”, dice el columnista Sergio Sarmiento (Grupo Reforma), “porque el dato no lo escuchará en la mañanera: entre 2018 y 2024, 24.4 millones de mexicanos han dejado de tener acceso a los servicios de salud”.


Añadir a la pobreza por ingreso (un concepto estadísticamente correcto y útil) el concepto de “pobreza multidimensional” (que incluye el acceso a servicios de salud, educativos, vivienda con agua y luz, etcétera), son medidas que no deben separarse a riesgo de perder el panorama completo.


Los políticos mexicanos, especialmente los morenistas, hacen exactamente lo opuesto: ellos toman únicamente la medida que más conviene -el dato útil para presumir en las conferencias de prensa- y se olvidan de lo demás.


Por eso, los “pobres” de México siguen viviendo, ignorantes de su “transformación”, como en la canción del inolvidable Juan Gabriel: en el lugar de siempre, en la misma ciudad y con la misma gente. Como los maridos cornudos, ellos son los últimos en enterarse del engaño.

¡Pobres de los pobres!


FIN







viernes, agosto 08, 2025

Morena y el ‘bon vivant’

¿Cómo puede haber contradicción entre lo que pregonan (austeridad republicana) y lo que hacen en realidad (vivir entre lujos) si su forma de vida actual como élite política es una justa recompensa a sus fatigas durante largos años de lucha opositora y dificultades económicas?


Por Rogelio Ríos Herrán


Hay dos tipos de modificaciones profundas en las personalidades, pensamientos y modos de vida de quienes, desde el espacio de la izquierda, el pensamiento o la “conciencia social” y el “compromiso político” (como se ufanan en decir), transitaron en México de la oposición, la clandestinidad y los duros años de lucha política hasta llegar, al fin a la captura del poder y el acceso a privilegios y beneficios.


La primera modificación es el abandono de los ideales democráticos en favor del modelo autoritario de gobierno, el control político a toda costa y la exclusión de las otras fuerzas políticas.


Es, nada menos, una forma de traicionar a sí mismos al incurrir en la contradicción monumental entre el ideal democrático liberal, progresista o socialdemócrata y, una vez capturado el poder, la imposición del estilo autoritario de gobernar.


El ejemplo claro de la traición política personal es el de Pablo Gómez, el viejo comunista mexicano que pasó largos años en la oposición pugnando por abrir en el sistema autoritario priista espacios políticos para las fuerzas de oposición.


Diversos analistas políticos han señalado el caso peculiar de Gómez, quien ahora será el encargado de diseñar y aplicar la reforma política de Sheinbaum bajo el siguiente criterio: tenemos la fuerza política, dijo, y la vamos a aplicar. No habrá “camarillas", como llama él a las fuerzas opositoras.


La segunda modificación de los izquierdistas viejos proviene de algo más prosaico: después de años y años de estrechez económica, de vivir al día y rascar por aquí o por allá algunos pesos para llevar comida a la mesa familiar, quizá dando clases o consiguiendo chambas de bajo nivel con sueldos miserables, por fin, se abre el cielo del gobierno a los sedientos luchadores sociales.


La recompensa les espera en esta vida, no en la otra espiritual en la cual no creen. No esperan otra cosa que recibir de los líderes a quienes apoyaron en el fragor de las batallas políticas la recompensa material que los “transforme” en lo que más odiaron en sus vidas pasadas: ser “pequeño burgueses”, o “pequebús”, como les llamaba Mario Benedetti en alguno de sus cuentos.


Para ellos, no hay contradicción alguna en cómo viven ahora los morenistas que se exhiben en viajes al extranjero, gastos lujosos y un tren de vida de clase media alta, por lo menos, cuando antes no habían visto tres pesos juntos en su vida.


De luchador social a “bon vivant’ no hay más que un paso. Cuando el Líder Supremo dio ese paso en el año 2018 fue el disparo de salida para que sus seguidores lo hicieran.


En sus mentes y corazones, para ellos no hay contradicción o traición alguna, ¿cómo puede haberla si trabajan por el pueblo y en nombre de la causa política todo está permitido?


¿Cómo puede haber contradicción entre lo que pregonan (austeridad republicana) y lo que hacen en realidad (vivir entre lujos) si su forma de vida actual como élite política es una justa recompensa a sus fatigas durante largos años de lucha opositora y dificultades económicas?


Los señalamientos hacia Morena por uso de recursos ilícitos en las campañas electorales y de complicidades con organizaciones criminales no les afectan: eso no fue corrupción, explican, fueron contribuciones a la causa. No fastidien.


Los nuevos ricos, “fifís” o “pequebús” en México son los gobernantes y militantes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), los mismos que antes señalaban con índice inquisidor a los gobernantes anteriores, quienes también tenían lo suyo, claro está, pero no llegaron a los talones a los desaforados izquierdistas de hoy.


Me viene a la cabeza, para nombrarlos, lo que los franceses llaman el “bon vivant” (“buen vividor” o “el que vive bien”) que “se refiere a una persona que disfruta plenamente de los placeres de la vida, especialmente aquellos relacionados con la buena comida, el buen vino y la compañía agradable”, me dice el asistente Copilot de Microsoft y me señala algunas características:


Gusto refinado: Tiene una sensibilidad especial por la gastronomía, el arte, la moda o la cultura.


Estilo de vida hedonista: Valora el placer sensorial y emocional.


Elegancia y sofisticación: No se trata sólo de consumir, sino de hacerlo con gusto y sofisticación.


Aclaro que no veo nada malo en que alguien aspire a ser “bon vivant” si tiene los recursos propios, el bagaje cultural y la inclinación a dedicarse a lo que los franceses llaman el “saber vivir”.


Lo que me da pena ajena es ver a los remedos de “bon vivants” en que se “transformaron” los viejos luchadores sociales, los comunistas y socialistas mexicanos que quemaban en leña verde, siguiendo el manual marxista-leninista, a los pequeños burgueses y acabaron convirtiéndose en una (mala) copia de ellos.


¿Gusto refinado? ¿Elegancia y sofisticación? Por favor. En México, aunque la mona se vista de seda, mona se queda.


FIN


 


La censura de la censura

Ejercer el periodismo de opinión no es andar por un camino de rosas y días soleados bajo cielos despejados. Al contrario, el cielo nublado y...