viernes, noviembre 21, 2025

Morena y la Revolución Mexicana

No nos extrañe que la nueva élite política morenista en el poder, la más corrupta de la historia mexicana, se sienta legitimada con el mito de la Revolución Mexicana.


Por Rogelio Ríos Herrán


El aprendizaje de la historia del conflicto sangriento que dividió a México en 1910, y cuyo final no parece haber llegado, como la Revolución Mexicana (con mayúsculas épicas), fue parte de mi educación escolar desde niño.


Los libros de texto, las celebraciones con atuendo de revolucionarios, bailables y discursos breves, pero encendidos, de alumnos y maestros, me predispusieron, como a muchas generaciones de mexicanos, a aceptar la idea de una “revolución” como la mejor cosa que le pudo pasar a México a inicios del siglo 20.


Se podía hasta presumir que la mexicana fue la primera revolución del siglo pasado, y que le ganamos a los bolcheviques rusos, quienes hicieron la suya en 1917.


Como la cereza en el pastel, la Revolución Mexicana (con mayúsculas), produjo bajo su influjo positivo “la legislación social más avanzada del mundo” (otro mito más en el morral revolucionario), la cual quedó plasmada en la Constitución de 1917.


De nuestra Revolución nació el moderno Ejército Mexicano en sustitución de los militares que pelearon por Díaz y Huerta, aunque nadie imaginó entonces que acabarían administrando aeropuertos en el año 2025.


En fin, en nombre de la Revolución Mexicana se justificó el gobierno de cada presidente mexicano priista, panista y morenista. Por capricho de López Obrador, el nombre de Francisco Villa (un tipo con una leyenda negra de asesinatos, robos y violaciones) fue inscrito con letras doradas en 2023 en el recinto de sesiones del Congreso de la Unión.


Si bien el concepto de revolución tiene connotaciones distintas para los marxistas del ala radical del Movimiento de Regeneración Nacional y prefieren suavizar el término sustituyéndolo con el de “transformación”, la intención es la misma: seguir utilizando a la Revolución Mexicana como mito que legitima su poder.


Para muchos mexicanos de mi generación, la sola mención de Revolución Mexicana evoca la historia de un levantamiento social y militar del pueblo mexicano oprimido que rompió sus cadenas, tumbó al gobierno reaccionario de Díaz y estableció la justicia social en México.


Si el costo de esa gesta fue un millón de mexicanos muertos, desaparecidos o refugiados, es cosa minuta comparado con las ganancias.


Si el derrocamiento de un gobierno y la destrucción de un régimen político derivó en el cambio de una élite porfirista por una élite revolucionaria, igual de rapaz, eso no es relevante en vista del nacimiento de un nuevo México.


Pancho Villa sigue vivo cada vez que algún cancionero canta el Corrido del Siete Leguas (autoría de Graciela Olmos, “La Bandida”), para gusto y contento de Paco Taibo y sus congéneres morenistas.


México presentó al mundo su revolución como ejemplo a seguir, pero de inmediato se montó en doctrinas y políticas nacionalistas que nos impidieron acceder plenamente a la economía y la sociedad internacionales, pero eso es lo de menos: mejor seguir gritando ¡Viva México, cabrones!


No me extraña, entonces, que el término “Cuarta Transformación” se asocie con facilidad al de “Revolución Mexicana”, “Guerra de Reforma” y “Guerra de Independencia”, tal como lo definió Andrés Manuel López Obrador, un viejo priista, en el programa de acción de su movimiento morenista.


Desde esa perspectiva, la Cuarta Transformación es el siguiente paso hacia la grandeza mexicana, inspirado en la Revolución Mexicana. ¿Qué puede salir mal?


En la mente de muchos mexicanos alfabetizados en la machacona historia patria, no hay conflicto entre la ruptura del régimen que está llevando a cabo el movimiento morenista y la destrucción de la democracia y las instituciones políticas, pues eso ocurrió igualmente en las etapas históricas anteriores y se hizo por el bien de los mexicanos.


Después de Hidalgo, Juárez, Zapata, Villa y Lázaro Cárdenas sigue López Obrador.


No nos extrañe entonces que la nueva élite política morenista en el poder, la más corrupta de la historia mexicana, se sienta legitimada con el mito de la Revolución Mexicana.


¡Viva AMLO, cabrones!, gritan los seguidores más entusiastas sobre el Jefe Máximo del morenismo, el líder que realmente manda en México.


@Rios60H




lunes, noviembre 17, 2025

15N: La marcha del resurgimiento

Cuando un gobierno avasalla a todos y parece más fuerte que nunca, siempre hay una chispa que derrumba su fachada y exhibe su verdadera naturaleza: una combinación tóxica de autoritarismo y corrupción.


Por Rogelio Ríos Herrán


La primera sorpresa que tuve al revisar la cobertura mediática de la Marcha Z o Marcha de la Generación Z, que en adelante nombraré como 15N, fue la cantidad de ciudadanos que salieron a las calles de la CDMX y a otras 50 ciudades del país.


No la medí en miles o cientos de miles de personas, sino en la intensidad con que decidieron marchar en un momento en que el desmantelamiento del gobierno de contrapesos y la ausencia de rendición de cuentas del gobierno nacional morenista alcanza su punto cumbre, del cual, esperamos, iniciará su contención y descenso.


Ante tanto desánimo que he visto en la sociedad civil, muchos amigos y conocidos, ante la imagen de fuerza imparable de Morena, habían decidido, con resignación, retirarse a las actividades privadas y dejar el terreno libre a la destrucción morenista.


A partir del 15N, la resignación comienza a desaparecer. Después de un año en su cargo, Sheinbaum no logró contener los problemas de inseguridad que son la pesadilla de los mexicanos: extorsiones, homicidios, desapariciones, control de territorios por el crimen organizado, por nombrar algunos.


Cuando el discurso y la retórica se disipan en escasos o nulos resultados, emerge con toda fuerza el descontento y la vehemencia ciudadanas que reclaman a los gobernantes su ineptitud y corrupción.


Ante este embate de la sociedad civil, no se les ocurrió nada mejor a la presidente Claudia Sheinbaum y a Clara Brugada, Jefe de Gobierno de la CDMX, que desatar la furia de la policía capitalina que, a toletazos y granadas de las lacrimógeno, arremetió con brutalidad contra algunos de los manifestantes.


El pretexto fue el ataque a las vallas metálicas que rodeaban al Palacio Nacional por parte de un grupo de provocadores ajenos a la Marcha del 15N.


Desde mis días de estudiante en la CDMX, cuando gobernaba el PRI, recuerdo que el viejo método de sembrar provocadores en las marchas de protesta, entonces encabezadas por organizaciones de izquierda, funcionaba a las mil maravillas para justificar la violencia policiaca.


La represión del 15N derrumbó el mantra morenista, repetido hasta el cansancio por López Obrador, de que “nosotros no somos represores, no somos iguales”.


Lo que sigue ahora desde los gobiernos morenistas es garrote duro y macizo contra quienes se atrevan a salir a las calles capitalinas, lo cual, por supuesto, no frenará a los futuros manifestantes.


No me extraña que eso ocurra, pues la escuela política de López Obrador y seguidores de su primer círculo, la mayoría de ellos incrustados en el actual gobierno nacional, fue el PRI, en el cual militó durante varios años Andrés Manuel.


El significado del 15N es, sin embargo, mucho más elevado que la represión policial. 


Ante el cúmulo de acciones y estrategias para apoderarse de casi todo el aparato de Estado, poblarlo de incondicionales y utilizarlo en el control político de la sociedad, la salida de miles de ciudadanos a las calles es un símbolo de que la resistencia civil no se agotó.


Al contrario, el ímpetu ciudadano ha despertado de su letargo. A buena hora y justo a tiempo para aprovechar el momento de mayor vulnerabilidad del gobierno nacional: su debilidad ante el crimen organizado, su política de encubrimiento de la corrupción morenista y su vulnerabilidad extrema ante los Estados Unidos.


Cuando un gobierno avasalla a todos y parece más fuerte que nunca, siempre hay una chispa que derrumba su fachada y exhibe su verdadera naturaleza: una combinación tóxica de autoritarismo y corrupción.


Tengo un sombrero en casa que me traje de Michoacán en un viaje que hice, hace unos 20 años, a la bella Morelia, Pátzcuaro, Janitzio y los pueblos intermedios.


Quién me diría que el sombrero lo usaré, después de años de estar guardado, como símbolo de resistencia civil en honor de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan asesinado el día 1 de noviembre.


FIN

 



viernes, noviembre 14, 2025

Claudia, el palacio no es tuyo

¿A qué obedece la toma del Palacio Nacional por la fuerza policiaca? ¿Qué puede justificar que el edificio que simboliza la sede del poder central en México se convierta en una fortaleza inexpugnable?


Por Rogelio Ríos Herrán


El tamaño de las vallas metálicas que sitiaron el 12 de noviembre al Palacio Nacional, en la CDMX, definen el tamaño de la ansiedad de la presidente Claudia Sheinbaum y son la medida de su poca disposición para asimilar la disidencia a sus políticas de gobierno.


El equivalente a los antiguos fosos de agua que rodeaban a los castillos medievales, ese aislamiento obsceno de un recinto público, que pertenece a todos los mexicanos, es una apropiación indebida.


Claudia Sheinbaum, el palacio no es tuyo. No hay justificación alguna para cercarlo a la manera que hacen gobernantes como Vladimir Putin o Xi Jinping en Moscú y Beijing, respectivamente, que se aíslan del contacto con los ciudadanos, especialmente con quienes muestran su desacuerdo o inconformidad.


¿A qué obedece la toma del Palacio Nacional por la fuerza policiaca? ¿Qué puede justificar que el edificio que simboliza la sede del poder central en México se convierta en una fortaleza inexpugnable?


¿Es esa la imagen de la Cuarta Transformación que desea transmitir Sheinbaum?


A partir de la mitad del mandato de Andrés Manuel López Obrador, empecé a albergar dudas sobre su estabilidad emocional, la fortaleza mental para soportar la carga de trabajo de la presidencia y la forma en que tomaba sus decisiones.


En esa época, el seguimiento diario de las conferencias matutinas me mostraba el declive gradual de una personalidad que, en su momento, mostró carisma y carácter, pero que descendía irremediablemente hacia la necedad y la obcecación.


A un año de la gestión de Claudia, no quiero ni pensar, por el bien del país, que la presidente esté entrando en un proceso prematuro de desgaste emocional o intelectual por las presiones inmensas de su cargo.


Si no es así, ¿cómo explicar, entonces, las vallas metálicas alrededor del Palacio Nacional llevadas a una dimensión exagerada?


¿Qué es lo que no sabemos los ciudadanos de todo el país, sobre lo que está pasando en el gobierno de Sheinbaum, que explique el despliegue de una defensa excesiva y absurda en torno al Palacio Nacional?


¿Cuándo olvidaron ella y su gabinete que es un recinto público, no privado, cuya dignidad histórica se ve mancillada por las vallas metálicas que lo separan de la gente?


Tengo demasiadas preguntas por expresar, pero me temo que no tendrán respuesta alguna del gobierno nacional.


No me escucha la clase gobernante morenista a mí ni a usted y, para el caso, ni a millones de compatriotas que recuerdan los días en que una visita al Palacio Nacional era una experiencia magnífica y envolvente en la magia del recinto.


Visitar los patios, pasear por las escalinatas y admirar los murales, era más que una experiencia turística: uno sentía de viva mano el peso de la historia de México.


Todo eso se acabó. No sé cuándo se volverá a abrir el Palacio Nacional al público, pero yo reclamo mi derecho legítimo a visitarlo sin restricciones.


La Real Academia Española de la Lengua define paranoia como “perturbación mental fijada en una idea o en un orden de ideas” y ubica algunos sinónimos: obsesión, manía, monomanía, alucinación y chifladura.


En esas acepciones de la definición de paranoia pensaba cuando López Obrador hablaba en sus conferencias matutinas.


No pienso lo mismo de Claudia, por supuesto, pero no me explico por qué se rodeó de vallas en el Palacio Nacional.

¡Vaya con las vallas!


@Rios60H






martes, noviembre 11, 2025

COP 30: ‘La cumbre de la verdad’

 


Por Rogelio Ríos Herrán


Ante la ínfima cobertura en México del evento cumbre del cambio climático, para tener mayor información sobre la reunión de COP 30 (Conferencia de las Partes para el Cambio Climático de la ONU) que está en curso en Brasil, acudí directamente al portal de Naciones Unidas, a otro portal del gobierno brasileño sobre la cumbre y al New York Times.


¿Por qué el nombre de la “Cumbre de la Verdad”? 


La frase la tomé del discurso inaugural de la reunión de líderes mundiales (153 en total) que dio el presidente Lula da Silva, el día 6 de noviembre, en el cual expresó lo siguiente:


“La COP 30 será la COP de la verdad. Es el momento de tomarse en serio las advertencias de la ciencia. Es hora de enfrentar la realidad y decidir si tendremos o no el coraje y la determinación necesarios para transformarla”.


Agregó el presidente Lula que “el año 2024 fue el primero en que la temperatura media de la Tierra superó un grado y medio por encima de los niveles preindustriales. La ciencia ya indica que este aumento se prolongará por algún tiempo, o incluso décadas, pero no podemos abandonar el objetivo del Acuerdo de París”.


Hay un consenso básico universal entre los países sobre el cambio climático:

 

  1. El fenómeno del cambio climático no tiene fronteras y se puede frenar únicamente si los países cooperan entre sí.

  2. Los países menos desarrollados no pueden resistir el cambio climático y transitar a las energías limpias sin ayuda y recursos de los países desarrollados.


Resulta, sin embargo, que China y Estados Unidos, las dos naciones que suman casi la mitad de las emisiones de carbono en el planeta, no enviarán a sus líderes, sino a delegaciones de menor nivel.


¿Puede el mundo enfrentar el cambio climático sin Estados Unidos en el Acuerdo de París (2015)? La pregunta la plantea Katrin Bennhold, editora del New York Times, y la resuelve con algunos datos significativos sobre Estados Unidos y China:


  1. Estados Unidos es el mayor exportador de petróleo y el principal exportador de gas natural. También es el país más rico del mundo, y eso importa: los países pobres, que han contribuido muy poco al cambio climático, dependen de las naciones más ricas para adaptarse a un planeta más cálido.

  2. China es el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo. Pero también encabeza el desarrollo de energías renovables. El año pasado instaló más turbinas eólicas y paneles solares que el resto del mundo en conjunto.

  3. China ya gana más dinero exportando tecnología verde que Estados Unidos exportando combustibles fósiles, según The Economist.

  4. “La pregunta de si el mundo puede hacer frente al cambio climático sin Estados Unidos no es del todo la pregunta correcta. Estados Unidos es un país grande e importante, y la forma en que decida actuar afectará el futuro de todos. Pero el cambio climático ya está ocurriendo, y el mundo tendrá que adaptarse”, concluye Bennhold.


En México, el tema del cambio climático es un ausente frecuente en la agenda y el discurso de la presidente Claudia Sheinbaum y su gobierno. 


A la ciudad brasileña de Belém, en la Amazonia, la presidente mexicana no asistió y envió en su representación a su secretaria del medio ambiente, Alicia Bárcena, para entregar los compromisos de su gobierno sobre la disminución de gases de efecto invernadero (NDC, por sus siglas en inglés)


Para el año 2030, según el gobierno mexicano, el 35 por ciento de la energía producida en el país provendrá de energías renovables.


La apuesta del gobierno nacional morenista, sin embargo, desde la presidencia de López Obrador, ha sido por las energías fósiles.


El Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), asistente asiduo a las COP, ha criticado el uso extenso de gas fósil en la generación de electricidad y la refinación de petróleo que libera gas metano a la atmósfera. 


Otro punto crítico es el impacto ambiental dañino de la construcción del Tren Maya en los sistemas ecológicos de la Península de Yucatán, según los análisis del CEMDA.


La “Cumbre de la Verdad”, como la nombró Lula, pasará de noche para la opinión pública mexicana. Entretenidos los ciudadanos y el gobierno nacional en temas locales, debates internos y polémicas interminables, las deliberaciones más importantes sobre el cambio climático serán poco conocidas, fuera de los especialistas y personas interesadas, entre el amplio público.


En el futuro, el desdén gubernamental a las energías renovables y la ausencia al más alto nivel a las COP de la ONU, nos pasarán una factura impagable: un país que organiza parte de la Copa Mundial FIFA 2026, pero es incapaz de hacer la transición energética hacia las energías verdes.


FUENTES:


Nota de The New York Times:

El mundo debate el clima… sin EE. UU. - The New York Times

Portal COP 30 Brasil:

COP30 Brasil Amazônia - Español

Portal COP 30 de la ONU en español:

UNFCCC

Nota sobre CEMDA en Aristegui Noticias:

CEMDA pide a México mayor ambición y justicia climática en la COP30 | Video | Aristegui Noticias



viernes, noviembre 07, 2025

La política de las tetas

El acoso sexual es un asunto serio y grave que bajo ninguna circunstancia debe ser utilizado como instrumento de posicionamiento político.

Por Rogelio Ríos Herrán


“Jalan más dos tetas que tres carretas”, decían las abuelas al referirse al insondable influjo de los senos sobre la capacidad de atención de los hombres.


¿Por qué habría de extrañarnos que en el terreno de la política mexicana no pase algo similar? 


Justo cuando Michoacán arde por el asesinato de Carlos Manzo, la primera mujer presidente de México, Claudia Sheinbaum es protagonista de un extraño incidente, por decir lo menos, de acoso sexual en un recorrido público.


Precisamente cuando las desapariciones de personas, los homicidios y la violencia de género campean en el territorio nacional, a un tipo borracho se le ocurre abrazar y tocar los senos de quien debería ser la persona más resguardada de México.


El extraño incidente presidencial ha dado la vuelta mediática al mundo por tratarse de quien se trata, pero los acosos a las mujeres mexicanas son cosa de todos los días, en todas partes, y el gobierno nacional no se da por enterado.


De las dos principales versiones sobre el incidente -acoso genuino o montaje político-, hasta el momento, me inclino por lo segundo.


Me temo, sin embargo, que en ausencia de una investigación imparcial por la autoridad correspondiente (¿alguien tiene alguna duda de cómo actuará el Ministerio Público tras la denuncia presidencial?), y en vista de los antecedentes dudosos de la clase política morenista en el manejo de los asuntos públicos, será la “versión oficial” la que prevalezca.


Por tanto, estableceré mi punto de vista.


  1. El acoso sexual es un asunto serio y grave que bajo ninguna circunstancia debe ser utilizado como instrumento de posicionamiento político.

  2. El incidente de Claudia no aumenta o disminuye la “visibilidad” del acoso sexual a las mujeres mexicanas, solamente lo banaliza al meterlo como tema de debate y argumento de polarización política, es decir, un terreno en el que nunca debería estar ubicado.

  3. No es necesario “condenar” o llamar a “no normalizar” el acoso sexual, esa no es la discusión central. De entrada, el acoso es condenable y anormal, por eso se hacen leyes y se diseñan políticas públicas para combatirlo. Lo fundamental es lograr el consenso político suficiente para enfocar al gobierno y actuar contra el acoso sexual, consenso que por el momento es imposible encontrar en México.

  4. Independientemente de su veracidad o falsedad, el incidente de Claudia en la vía pública revela una falla increíble de su cuerpo de seguridad personal. Por menos de eso, en otras circunstancias, se cortarían las cabezas de funcionarios ineptos. Eso no se debe “normalizar”.

  5. Fustigar a los medios de comunicación, especialmente a Grupo Reforma, por la difusión de algunas fotografías del incidente de acoso sexual, es una estragia presidencial equivocada. Intimidar a la prensa por hacer su trabajo -bueno o malo, eso es otra cosa- me hace inclinarme por el escenario del montaje.

  6. “Escribir un libro sobre el acoso es descubrir de golpe la forma en que los individuos y las instituciones se evaden a sí mismas. El proceso nos llevó cara a cara a enfrentarnos con nuestra propia irresponsabilidad y la indecisión de nuestros colegas, y a comenzar a preguntarnos la razón por la cual habíamos ignorado tanto y tardado todo este tiempo para hablar acerca de lo que habíamos visto y escuchado”, nos dicen Billie Wright Dziech y Linda Weiner en su excelente libro Las cátedras de la lujuria, un estudio sobre el acoso sexual en las universidades norteamericanas.

  7. Billie y Linda descubrieron la enorme dificultad de las víctimas de acoso sexual para revelar o denunciar su situación, precisamente, porque no se sienten protegidas por instituciones o personas de poder que evaden el problema, hasta que les resulta conveniente, por diferentes razones, asumirse a favor de las víctimas.

  8. En forma sencilla, el acoso sexual se entiende como una conducta con connotaciones sexuales no deseadas, que puede manifestarse de forma física, verbal o no verbal, y que tiene como propósito o efecto vulnerar la dignidad, la libertad o el bienestar sexual de la persona afectada.

  9. Lo que distingue al acoso sexual como una forma grave de violencia es que se basa en una relación de poder desigual, en la que el agresor se encuentra en una posición de ventaja y utiliza esa superioridad para imponer sus deseos o controlar el entorno de la víctima (definiciones tomadas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos).


El sufrimiento de las mujeres víctimas de acoso sexual no debe ser utilizado como activo político en el debate nacional, pues denota la “evasión” que señalan Billie y Linda: parece que al gobernante le importara un problema, hasta que deja de serle útil en términos de réditos políticos.


Claudia no es el prototipo de la mujer mexicana, simplemente por su posición de poder. No vive, trabaja y batalla para sacar adelante los gastos del hogar, como lo hacen millones de mujeres mexicanas para quienes el acoso es asunto de todos los días, en todas partes.


A ellas, les palpan las tetas y todo lo demás que sus acosadores pueden hacer porque los tipos se saben impunes y empoderados en el machismo predominante en México.


Mientras tanto, Michoacán sigue ardiendo en la violencia.


Lo decían las abuelas: “jalan más dos tetas que tres carretas”, hasta en la política.


Con el apoyo del motor de inteligencia artificial Copilot para la búsqueda documental.


FUENTE:


Billie Wright Dziech y Linda Weiner. LAS CÁTEDRAS DE LA LUJURIA. El acoso sexual en las universidades norteamericanas. México: Fondo de Cultura Económica, 1988. Traducción de Rogelio Ríos Herrán.


Comisión Nacional de Derechos Humanos

Microsoft Word - 7_Rev_RML_DAcosoSexual.docx


FIN


Morena y la Revolución Mexicana

No nos extrañe que la nueva élite política morenista en el poder, la más corrupta de la historia mexicana, se sienta legitimada con el mito ...