¿De dónde vendrá el golpe de realidad que detenga el frenesí de destrucción? Llegará ese momento en que la realidad los detenga, es seguro, pero ¿qué quedará de México?
Por Rogelio Ríos Herrán
No bien cumple la mitad de los 100 días de arranque el Gobierno de Sheinbaum cuando queda en claro que no intenta frenar la tendencia de López Obrador a destruir instituciones, sino que quiere o permite que eso siga adelante hasta los niveles actuales de locura.
Más allá de Sheinbaum y su decepcionante impacto en la conducción política del país, hay que preguntarse lo siguiente: ¿Qué pretende hacer Morena con las instituciones públicas y el régimen de gobierno en México?
Nadie votó por destruir lo hecho después de al menos tres décadas de transición a la democracia. En Morena se atribuyen un mandato de destrucción que nunca existió en las urnas, en las cuales se votó por la renovación del gobierno, no por la demolición de sus instituciones.
El asalto al Estado mexicano que Morena hace día a día no tiene legitimidad alguna: los votos dan representación y formalidad al nuevo gobierno; la legitimidad se alcanza con el buen desempeño en el gobierno.
No alcanzo a llevar el conteo de cada acción de los poderes ejecutivo y legislativo, no sólo en contra del poder judicial, sino que afectan severamente a la administración pública federal.
El fervor nihilista de Morena no repara en que, al mutilar al Estado y la Constitución, se está dañando a su gobierno de manera irreversible.
Si en los seis años de gestión de López Obrador la “austeridad republicana” casi paralizó al gobierno federal y lo sumió en bajos niveles de eficiencia, lo que hoy observamos bajo el ciclo de Sheinbaum me parece inexplicable.
¿No percibe Claudia las consecuencias de lo que hace su partido Morena? ¿O participa ella consciente y deliberadamente en la destrucción institucional?
Tal vez no es el Ejecutivo la fuente del poder que impulsa a Morena, por lo que en Palacio nacional sólo se limitan a sobrellevar las cosas lo mejor que pueden.
Me detendré nada más en un aspecto de la ola destructora morenista.
Una de las peores locuras que Morena está poniendo en marcha es la de la “supremacía constitucional”, tesis según la cual la Constitución mexicana (la morenista, claro está) no se somete a la legislación de los tratados internacionales de los que México es parte.
En los hechos, eso equivale a cortar de tajo las vinculaciones de México con el exterior, desde la pertenencia a la Organización de Naciones Unidas y sus organismos internacionales hasta la membresía en el TMEC con Estados Unidos y Canadá.
Ni hablar de la ruptura con la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto de París sobre cambio climático, la colaboración sanitaria con la Organización Mundial de la Salud, entre muchos otros convenios.
No dejo de mencionar los numerosos acuerdos de inversión bilaterales que México tiene firmados con muchos países, garantizados por la resolución de controversias comerciales en paneles de arbitraje internacionales y neutros.
Nada de eso vale para la “supremacía constitucional” de Morena y no importa el costo político y económico que los mexicanos de la calle, usted y yo, terminaremos pagando por esa postura insensata.
¿Queda alguna voz de cordura en Morena? No está esa voz en Palacio Nacional, ni en el Senado o el Congreso de la Unión.
¿De dónde vendrá el golpe de realidad que detenga el frenesí de destrucción? Llegará ese momento en que la realidad los detenga, es seguro, pero ¿qué quedará de México?
@rogeliux