miércoles, julio 02, 2025

Papa León XIV: el hambre como arma de guerra

'En la actualidad asistimos desolados al inicuo uso del hambre como arma de guerra. Matar de hambre a la población es una forma muy barata de hacer la guerra'

Por Rogelio Ríos Herrán 

A casi dos meses de ser elegido Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, la voz del Papa León XIV empieza a resaltar en la escena mundial al abordar temas que, aunque graves, no siempre están en la primera plana de la agenda internacional. 

El hambre es uno de ellos. Las hambrunas provocadas por fenómenos climáticos o por las acciones humanas devastan a poblaciones alrededor del planeta, en particular aquéllas agudizadas por conflictos armados. 

La inseguridad alimentaria y la malnutrición recibieron la atención de León XIV cuando se dirigió el 30 de junio a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), durante la inauguración del periodo 44 de sesiones de su Consejo rector. 

Indignado por “el escándalo del hambre en el mundo”, León XIV no se anduvo con sutilezas políticas y diplomáticas y habló con claridad sobre varios puntos:

 

  1. + “Aunque se hayan dado algunos pasos relevantes, la seguridad alimentaria mundial no deja de deteriorarse, lo que vuelve cada vez más improbable la consecución del objetivo de “Hambre Cero” de la Agenda 2030.

  2.  

  1. + “La tragedia constante del hambre y la malnutrición generalizada... es aún más triste cuando nos damos cuenta de que, aunque la tierra es capaz de producir alimentos suficientes para todos los seres humanos... es lamentable que tantos pobres del mundo sigan careciendo del pan nuestro de cada día.” 


  1. + “En la actualidad asistimos desolados al inicuo uso del hambre como arma de guerra. Matar de hambre a la población es una forma muy barata de hacer la guerra... cuando la mayoría de los conflictos no los libran ejércitos regulares sino grupos de civiles armados con pocos recursos, quemar tierras, robar ganado, bloquear la ayuda son tácticas cada vez más utilizadas por quienes pretenden controlar a poblaciones enteras inermes.” 


  1. + Es hora de que el mundo adopte límites claros, reconocibles y consensuados para sancionar estos atropellos y perseguir a los causantes y ejecutores de los mismos.” 


La agudeza del mensaje de León XIV se percibe cuando liga los temas de la paz y el combate al hambre: sin paz y seguridad internacional (la misión de la ONU) no puede haber seguridad alimentaria ni se puede aspirar al fin de la hambruna (la misión de la FAO). 

Al final de su mensaje, el Papa involucra al Vaticano en el esfuerzo por la paz cuando expresa: “deseo asegurar que la Santa Sede estará siempre al servicio de la concordia entre los pueblos y no se cansará de cooperar al bien común de la familia de las naciones, teniendo especialmente en cuenta a los seres más probados, que pasan hambre y sed, y también aquellas regiones remotas que no pueden levantarse de su postración debido a la indiferencia de cuantos deberían tener como emblema en su vida el ejercicio de una solidaridad sin fisuras.” 

Las palabras de León XIV en su mensaje a la FAO me recordaron que, apenas en mayo pasado, se dio a conocer el Informe Mundial sobre las Crisis Alimentarias 2025 elaborado por la Red de Información sobre Seguridad Alimentaria (FSIN, por sus siglas en inglés), en donde se informa que 295 millones de personas en 53 países sufrieron inseguridad alimentaria aguda en 2024, lo cual son 13.7 millones de personas más que en el año 2023. 

Por si fuera poco, hubo 37.7 millones de niños con desnutrición aguda en 26 países en 2024, de los cuales 10.2 millones padecían desnutrición aguda grave. 

Sí, ellos son “los seres humanos más probados, que pasan hambre y sed” a los que hacía referencia León XIV en su mensaje. 

Veo en el razonamiento y el lenguaje del Papa León XIV el enfoque sobre una agenda social al abordar el problema del hambre y la seguridad alimentaria, pero también la voluntad política manifiesta de aportar con su esfuerzo (como Jefe de Estado de la Santa Sede) a la resolución de los conflictos en donde se usa el hambre como arma de guerra. 

Al esforzarse al mismo tiempo en la vertiente social y política, León XIV no sólo sigue la ruta de su antecesor Francisco, sino que la amplia en su alcance y la revigoriza en su capacidad de liderazgo.  

Justo cuando en Europa soplan vientos de guerra por las amenazas de Vladimir Putin, una voz con autoridad moral y espiritual infinitamente superior a la del dictador ruso se eleva como un actor político renovado en la figura del Papa León XIV. 

Desde México, es inevitable para mí establecer otro contraste: las palabras de paz y la conciencia social de un Papa de origen estadounidense contra el lenguaje de otro estadounidense, el presidente Donald Trump. 

Estoy seguro de que, en los años por venir, cuando el resto del mundo piense en Estados Unidos lo hará teniendo en mente a un hombre de paz y de fe por sobre otro hombre de guerra, intolerancia y vacío espiritual. 

Por lo pronto, la causa mundial contra el hambre y su utilización como arma de guerra ya tiene a León XIV en sus filas. 

 

Ver mensaje completo del Papa León XIV a la FAO en: 

https://www.vatican.va/content/leo-xiv/es/messages/pont-messages/2025/documents/20250630-messaggio-fao.html 

 

viernes, junio 27, 2025

Era Cuauhtémoc, no AMLO

López Obrador es de izquierda lo que yo tengo de astronauta: nada. Más bien, es un ejemplo del oportunista político que tanto detestaban Marx y Engels: el que se disfraza de lo que sea con tal de acceder al poder.

Por Rogelio Ríos Herrán  

A las generaciones de mexicanos jóvenes no les tocó vivir la elección presidencial de 1988 en la cual, por primera vez en la historia política contemporánea del país, dos candidatos de oposición plantearon un desafío profundo al candidato del partido gobernante. 

Fue en esa elección presidencial en donde se abrió la puerta al populismo y se empezó a cerrar para el avance de las tendencias socialdemócratas y socialistas moderadas que luchaban en contra de la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI). 

Hasta ahí se puede rastrear el origen del radicalismo del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), del cual Claudia Sheinbaum es su exponente actual después de la gestión de Andrés Manuel López Obrador. 

Con un liderazgo político pobre al interior y exterior, sin el control de Morena y asediada por el crimen organizado y las presiones del gobierno de los Estados Unidos, Sheinbaum no tiene otra salida que el radicalismo: gobernar sola, sin oposición ni contrapesos, aplastar a la oposición y los medios de comunicación y buscar la sobrevivencia política agarrándose con las uñas del poder. 

¿Cómo llegó ella a esta situación? Recapitulemos sobre la elección de 1988. 

La izquierda mexicana tuvo a su candidato fuerte en la persona de Cuauhtémoc Cárdenas, el hijo del General Lázaro Cárdenas que había dado muestras de radicalismo durante su gestión presidencial (1936-1940).  

Cárdenas fue impulsado por el Frente Democrático Nacional, formado exprofeso para la elección presidencial, que era una coalición amplia que recibió a los integrantes de la Corriente Democrática (escindida del PRI), del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), del Partido Popular Socialista (PPS), del Partido Mexicano Socialista y el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional. 

Después de la derrota de Cárdenas ante el candidato priista Carlos Salinas de Gortari, parte de esas fuerzas políticas formarían el Partido de la Revolución Democrática (PRD), un partido más ubicado hacia el centro político (la socialdemocracia) que al radicalismo: sus siglas eran contradictorias (¿cómo es posible una revolución democrática?), tanto como sus integrantes. 

Una década antes, la reforma política de 1977, bajo la mano de Jesús Reyes Heroles (secretario de gobernación del presidente López Portillo), abrió espacios políticos a la oposición, entre ella, al Partido Comunista Mexicano de corte radical y estalinista. 

El otro candidato contendiente, Manuel Clouthier (Partido Acción Nacional), con su personalidad fuerte y liderazgo personal que conectaba con la gente, representaba una versión conservadora, pero con orientación social (lo que en Europa equivaldría a los socialcristianos). 

Fue un asunto muy debatido en su momento la posibilidad de una alianza entre el Frente Democrático y el PAN para presentar la candidatura única presidencial, pero, desafortunadamente para México, no se logró un acuerdo. 

Cárdenas (31.1% de los votos y 5,9 millones de sufragios) y Clouthier (17% de votos y 3.2 millones de sufragios) no pudieron vencer, en una contienda con el suelo totalmente disparejo a favor del candidato oficial, a Salinas (50.3% de votos y 9.6 millones de sufragios). 

Después de 1988, la izquierda y la derecha mexicanas siguieron sus andares separados. No sé si para la elección del año 2030 lo que quede de la oposición presentará una candidatura unificada para el Poder Ejecutivo, tal vez sea demasiado tarde en vista del avance acelerado de la destrucción de la democracia mexicana. 

De la izquierda mexicana desaparecerían después, por la edad o por el desgaste político, las figuras como el propio Cuauhtémoc, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Heberto Castillo, reformistas que conocían bien los límites de lo que podía soportar el sistema político mexicano y no los traspasaban. 

Cuando veo a figuras de la izquierda radical de esos años que hoy están montadas en el gobierno morenista, me doy cuenta de que, poco a poco, el pensamiento radical que tiende naturalmente al autoritarismo, tal como la cabra tira para el monte, fue ganando terreno hasta prevalecer. 

Andrés Manuel es un caso similar, pero con matices. López Obrador es de izquierda lo que yo tengo de astronauta: nada. Más bien, es un ejemplo del oportunista político que tanto detestaban Marx y Engels: el que se disfraza de lo que sea con tal de acceder al poder. 

La trayectoria política de Andrés Manuel es clara: después de sus años de militancia priista (a la sombra de Enrique González Pedrero en Tabasco), navegó sin problemas de conciencia hacia el PRD y luego, cuando ya no le convenía ese partido político, fundó otro: el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), partido que durará hasta la siguiente escisión de la izquierda radical a la muerte de su mesías. 

Bajo su sombra y al cobijo de Morena, la izquierda radical que en un tiempo convivió incómodamente con los socialdemócratas del Frente Democrático en 1988 y luego en el PRD, salió al fin del clóset y se muestra hoy tal como es: intolerante, autoritaria y de fanatismo ideológico a toda prueba. 

Se quedaron solos los morenistas duros, los parvenús trepadores para gobernar a sus anchas.  

En el lado conservador, desaparecieron los líderes audaces como Clouthier padre e inteligentes como Carlos Castillo Peraza. Se esfumó la generación de empresarios que supieron jugar el papel de contrapeso al poder. 

Era Cuauhtémoc, no AMLO, quien hubiera sido el mejor presidente de izquierda en México: era el reformismo, no el radicalismo. 

 

Papa León XIV: el hambre como arma de guerra

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