![]() |
Fuente: Google.com |
Por ROGELIO RÍOS HERRÁN
Si en algo ha servido la llegada del siglo 21 ha sido
que, entre otras cosas, puso bajo una perspectiva real un fenómeno que en
décadas anteriores no hubiéramos podido identificar tan claramente: la
debilidad de los superpoderes, la fragilidad del poderío de las grandes potencias
y la vulnerabilidad de las sociedades de los países del primer mundo. Es decir,
ni tan súper ni tan potencias.
Más allá de los clichés sobre Estados Unidos (la
superpotencia militar por excelencia, la economía más avanzada del mundo, su
proclamación de ser un país excepcional elegido por Dios para liderar la lucha
por la libertad en la Tierra), vemos ahora a una sociedad estadounidense
ampliamente diversificada y poco cohesionada socialmente, por no decir en desintegración,
que vive temerosa por la economía y las amenazas (imaginarias o reales) a su
seguridad. Los gringos tienen miedo y ya no lo ocultan, sino que construyen abiertamente
su vida pública alrededor del temor, no de la paz.
Hoy 4 de Julio que festejan los norteamericanos el
aniversario de la Declaración de Independencia de 1776 en Filadelfia (sí, la de
“Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales…”),
manifiesto mi admiración por la gente de esa gran nación a la vez que los veo
con los ojos de un observador a la distancia: vulnerables, atemorizados, azotados
por una epidemia de consumo de drogas, atrapados en un ciclo de aislamiento de
su país, de rechazo al mundo exterior, y profundamente divididos por múltiples
razones.
![]() |
Fuente: Google.com |
Parece que los días de unidad americana se
circunscriben ahora a los “holidays” como el de hoy, en torno a las “barbecues”
que les darán unas horas de respiro y de ilusión de reunión familiar y reconciliación
para volver, el 5 de Julio, al “business as usual” de su dura realidad.
“¿Será posible”, se pregunta la analista política Susan
George, “volver a una cultura y una política estadounidenses más generosas,
aunque sin duda menos inocentes, o serán permanentes los cambios que han traído
aparejados cincuenta años de fabricación e imposición de una ideología
neoliberal laica y religiosa?... Hoy las ganadores se llevan todo, los
perdedores nada.” (En su obra “El Pensamiento Secuestrado: Cómo la derecha
laica y la religiosa se han apoderado de Estados Unidos”, Público: 2009, p. 317).
¿Será posible, me pregunto yo, volver esa cara de la
sociedad estadounidense que nos parece más cercana, la de su gente amigable y solidaria
con los que sufren pobreza o viven una tragedia, con los que defienden los
derechos y las libertades civiles con fiereza desde sus trincheras? ¿Con la que
cantábamos, junto con Simon & Garfunkel, “I’ve come to look for America”?
Curiosamente, veo ahora a norteamericanos de carne y
hueso –no a su élite de gobernantes y millonarios- y los siento cercanos en sus
sufrimientos y los acompaño en sus esperanzas y optimismo. Con ellos, a pesar
de sus diferencias, me puedo conectar, sentir empatía, tomar una cerveza y discutir
y comentar largamente sobre su país y el mundo, pero sobre todo, sentirlos como
unos de nosotros, del resto del mundo del cual artificialmente fueron separados
por razones políticas.
No, no están solos los estadounidenses en este aterrador
siglo 21, lo único que necesitan es extender su mano, ¿será eso tan difícil?
¡Feliz 4 de Julio!
rogelio.rios60@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario