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Fuente: Google.com |
Por Rogelio Ríos Herrán
Cuando las prioridades de los gobernantes están de
cabeza, se ven enemigos fuera de casa, pero no se reconocen los que habitan en
ella.
Mientras Washington persigue obsesivamente a “terroristas
islámicos” alrededor del mundo, crece como epidemia la adicción a las drogas
entre los propios estadounidenses.
El año 2016 marcó un récord triste para Estados
Unidos: la cifra de muertes por sobredosis de drogas dio un salto respecto al
2015 para llegar a más de 59 mil decesos (de 52 mil 404 ocurridos el año
anterior), algo nunca registrado en ese país, según estimaciones de The New
York Times.
Se calcula en 2 millones la cifra de adictos a los
llamados “opioides” (medicamentos originalmente diseñados para aliviar el
dolor): la heroína, el fentanyl (50 veces más potente que la heroína y 100
veces más poderoso que la morfina) y sus similares como el carfentanil, un
tranquilizante para elefantes (sí, para elefantes) cuya potencia es 5 mil veces
superior a la heroína, imagínense lo que puede hacer en el cuerpo humano.
Otros 95 millones de estadounidenses recurrieron a
analgésicos con receta el año pasado (número mayor al de los consumidores de
tabaco), por lo cual el panorama de las adicciones para 2017 no se ve nada
esperanzador.
El problema no es estrictamente estadounidense, pues
la demanda de drogas para consumir en Estados Unidos tiene un impacto global:
la mayoría del fentanyl que se consume en Estados Unidos, por ejemplo, se
fabrica, frecuentemente de manera legal, en China, de donde se embarca a organizaciones
criminales en México y Canadá para ser contrabandeado a territorio
estadounidense. Para los narcotraficantes, el rendimiento de un kilogramo de
fentanyl comprado en China por 4 mil dólares puede llegar hasta los 1.6
millones de dólares una vez que se vende en las calles, según estimaciones de
la revista The Economist.
Un gran cambio en la manera de abordar este grave
problema sería el de enfocarlo primordialmente como un tema de salud pública,
es decir, del lado de las adicciones: cómo prevenirlas, pero además cómo ayudar
a quienes luchan contra su adicción a drogas sintéticas tan destructivas que
matan ya a casi 60 mil estadounidenses al año, además de los que mueren a
consecuencia del abuso prolongado de drogas.
¿Cómo es posible que no esté en primer plano en la
opinión pública estadounidense, en su Congreso, Casa Blanca y Suprema Corte el
saldo de esta guerra cuyas muertes por sobredosis -nada más en 2016- es similar
al de todos los soldados americanos caídos en Vietnam?
Hablar de miles de muertos, manejar estadísticas y
tendencias no debe alejarnos de la cara más oscura del consumo de drogas: la
red que atrapa a una persona, como a una mosca en la telaraña, y no la suelta
hasta que destroza su vida o muere.
Cada historia personal perdida, el dolor de sus
familias y amigos, la devastación de pueblos enteros en la Unión Americana que
se quedan sin jóvenes o personas aptas para el trabajo al caer en las
adicciones, eso no se contabiliza en las estadísticas, pero su impacto es suficiente
para rasgar en sus cimientos a una sociedad entera, ¿qué van a hacer al
respecto sus gobernantes? ¿Seguirán el mismo camino o cambiarán el rumbo?
rogelio.rios60@gmail.com
Fuentes:
New York Times: “Drug
Deaths in America are raising faster than ever”, Josh Katz, 5 de Junio, 2017
The Economist: “Fentanyl
is the next wave of America´s opioid crisis”, 20 de Mayo, 2017.
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