lunes, agosto 18, 2025

Alaska: la inutilidad del ‘one on one’

No todo está perdido para Washington si el presidente Trump y su equipo aprenden la lección de Alaska: si el “one on one” no funcionó y casi los deja en ridículo, mejor es retornar a la diplomacia multilateral (Unión Europea o la ONU) y al cobijo de los aliados europeos (OTAN) para detener al oso ruso que seguramente retornó a Moscú celebrando con champaña en el vuelo de regreso a Moscú.


Por Rogelio Ríos Herrán


Más allá de las fotografías de apretones de manos, los paisajes majestuosos y la parafernalia diplomática presente en las reuniones cumbre (summits, les dicen en inglés), éstas suelen terminar sin resultados concretos ni acuerdos sólidos, pero arrojan mayor incertidumbre a las crisis internacionales que intentan resolver.


No son las reuniones cumbres el sustituto de la diplomacia multilateral en organismos internacionales (la ONU o la OTAN, por ejemplo) como el medio más efectivo para abordar y desactivar las crisis internacionales de la paz y la seguridad mundial.


La cumbre de Alaska del viernes 15 de agosto no llegó más lejos que el combustible gastado inútilmente por los aviones presidenciales de Vladimir Putin y Donald Trump, los líderes ruso y norteamericano que pretenden arreglar, ellos solitos a la mesa, la complicada crisis de Ucrania derivada de la agresión rusa.


No hubo, por ejemplo, un acuerdo de “cese al fuego” inmediato (como premisa para negociar un “acuerdo de paz” de largo plazo) sobre el campo de batalla ucraniano anunciado por Trump que obligue al líder ruso (acusado de crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional) a detener sus ataques salvajes e indiscriminados sobre la población civil ucraniana.


Desconocemos, porque no hay información pública suficiente sobre lo discutido en las reuniones a puertas cerradas entre Trump y Putin acompañados de sus equipos diplomáticos, si se habló sobre la renovación de los acuerdos de restricción de armamento nuclear entre Rusia y Estados Unidos que se extinguirán en unos meses si no son refrendados.


No hay indicios de que las peticiones urgentes del presidente ucraniano Zelensky, quien ¡no fue invitado a Alaska!, sobre las garantías a la paz y la integridad de sus fronteras territoriales exigidas por Ucrania se hubieran siquiera puesto sobre la mesa.


Al quedar los líderes europeos excluidos también por completo de participar en la cumbre en Anchorage, no hay manera de constatar si las posturas europeas sobre Ucrania (su petición legítima de admisión a la Unión Europea y a la OTAN) fueron presentadas a Putin.


Una prueba evidente del fracaso de la cumbre de Alaska (al no lograr el cese al fuego) es que habrá necesariamente reuniones urgentes adicionales para arreglar el desastre: Zelensky viajará a Washington a averiguar qué cosas negocio Trump en nombre de Ucrania y para no quedar nuevamente excluidos de la mesa de trabajo acudirán con él personalmente a la Casa Blanca.


En apoyo a Zelensky, estarán presentes Keir Starmer (Reino Unido), Emmanuel Macron (Francia), Úrsula von der Leyen (Unión Europea) y Mark Rutte, secretario general de la OTAN.


No habría sido necesaria tal carrera diplomática de emergencia si la reunión de Alaska hubiera sido exitosa en su punto esencial: el cese al fuego en Ucrania como primer paso a la negociación de un acuerdo de paz. Es decir, los caballos van por delante de la carreta, no por detrás.


¿Por qué fracasó la cumbre de Alaska?


Cuando vi la fotografía de los equipos diplomáticos reunidos en Anchorage, pude obtener un indicio de respuesta.


Cualquier presidente o líder mundial que guste de los encuentros “one on one” como método de negociación internacional será tan poderoso y ganador como lo sea el equipo diplomático que lo apoye.


En Alaska, al lado de Putin estaba Sergei Lavrov, ministro de asuntos exteriores ruso, un viejo lobo de mar sumamente experimentado y endurecido por décadas de oficio diplomático en defensa de los intereses rusos y en apoyo a Putin.


Del lado de Trump estaba Marco Rubio, el nuevo titular del Departamento de Estado, quien, comparado con el currículum de Lavrov, es novato en las lides de la alta diplomacia, pues su trayectoria legislativa en Estados Unidos no lo preparó para sostener reuniones de este tipo frente a gente experimentada como los rusos.


En el “one on one” anterior entre Trump y Putin, en el año de 2018 en Finlandia, a Trump, entonces en su primer periodo de gobierno, lo acompañaba Rex Tillerson al frente del Departamento de Estado, quien acumulaba gran bagaje de lo que podríamos llamar “diplomacia de negocios internacionales” a su paso por la industria petrolera y contaba con un staff experimentado en preparar reuniones de este nivel.


Por el momento, el “team ruso” le ganó la partida al “team americano” en Alaska al tomar ventaja del escenario (Alaska fue un antiguo territorio ruso) y la iniciativa física, pues Putin, a sus 72 años, exhibió vigor y agilidad frente a Trump (79 años) con movilidad lenta por los problemas de circulación sanguínea en las piernas y un semblante permanentemente fatigado.


No todo está perdido para Washington si el presidente Trump y su equipo aprenden la lección de Alaska: si el “one on one” no funcionó y casi los deja en ridículo, mejor es retornar a la diplomacia multilateral (Unión Europea o la ONU) y al cobijo de los aliados europeos (OTAN) para detener al oso ruso que seguramente retornó a Moscú celebrando con champaña en el vuelo de regreso a Moscú.


Una palabra final:


Para México y América Latina, la gran lección de Alaska es que los encuentros “one on one” que tan apetecibles son para los líderes latinoamericanos (“yo sí puedo convencer a Trump, no como el pendejo de mi vecino”, piensan bravamente algunos de ellos) no son confiables con Trump -o con el presidente estadounidense en turno- en un mundo en que los problemas internacionales complejos y enredados no admiten soluciones a fondo que no se hagan en los foros multinacionales mediante la diplomacia multilateral y plasmados por escrito en acuerdos y tratados internacionales.


Lo demás son ilusiones: El Señor Lavrov come diplomáticos inexpertos en el desayuno.


FIN




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