miércoles, abril 23, 2025

¿Qué perdimos con Kamala y Xóchitl?

 


 


Tanto en Estados Unidos como en México, los resultados electorales del año pasado dieron el poder a gobernantes que se empeñan en desgastar la democracia, hasta destruirla por completo.

Por Rogelio Ríos Herrán 

En vista de que llega la Pascua del año 2025 con el mundo prácticamente de cabeza, no he dejado de preguntarme dos cosas en estos días: 

¿Qué perdimos los mexicanos con la derrota de Kamala Harris en su anhelo por llegar a la Casa Blanca? 

Y otra interrogante, no menos angustiante, me ronda: ¿Qué perdimos los ciudadanos de este país con la derrota de Xóchitl Gálvez en su lucha por la presidencia de México? 

De inmediato, veo que hay un hilo conductor en los dos casos mencionados: tanto en Estados Unidos como en México, los resultados electorales del año pasado dieron el poder a gobernantes que se empeñan en desgastar la democracia, hasta destruirla por completo.  

Como observador mexicano de los Estados Unidos, se me arruga el alma al observar el derrumbe de las instituciones políticas, la degradación del sistema de partidos y la miseria moral de la mayoría de la clase política estadounidense. 

Esto va más allá de Donald Trump, personaje errático, arrogante e impredecible, pero que a fin de cuentas es empujado por las fuerzas reaccionarias más oscuras de la política americana. A esas hay que temerles. 

Al mismo tiempo, otra parte del alma se me arruga, en igual o peor medida, al observar al segundo gobierno presidencial de Morena, encabezado por Claudia Sheinbaum, en su empeño por destruir meticulosamente a la de por sí “frágil democracia” mexicana, como la nombra el maestro José Woldenberg. 

Donald Trump cumple su tarea enarbolando los aranceles y despreciando olímpicamente a las leyes, las cortes y a la Suprema Corte de Estados Unidos. 

Claudia Sheinbaum cumple el legado de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, mediante la captura y nulificación de los poderes Judicial y Legislativo, y un idéntico desprecio a las leyes como lo muestra Trump. 

El año pasado, uno de los escenarios que me parecían más atractivos era el de cuatro combinaciones posibles de gobiernos en Estados Unidos y México. 

En el primer escenario, Kamala y Xóchitl gobernarían a sus países y abordarían en conjunto los problemas de la compleja relación bilateral sobre las bases políticas respetuosas establecidas por Joseph Biden, las cuales habían evitado confrontaciones ríspidas con López Obrador (mi escenario preferido). 

En el segundo escenario, Kamala y Claudia, la candidata oficial apoyada durante la elección por el aparato del Estado mexicano, aunque con posiciones ideológicas distantes, abordarían la relación bilateral con una perspectiva de respeto mutuo y prudencia de parte de Kamala. 

En el tercer escenario, Donald Trump y Xóchitl hubieran tratado de encontrar un acomodo difícil, pero no imposible dada no sólo la personalidad de la política mexicana, sino la extensa red de contactos de sus asesores de campaña, quienes hubieran tomado las riendas de la política exterior con experiencia y conocimiento. 

En el cuarto escenario, el que vivimos en la actualidad, Trump no busca convivir con Claudia, sino someterla bajo el brutal argumento de las “alianzas intolerables” de funcionarios del gobierno mexicano con el crimen organizado.  

En este caso, Claudia carece de un equipo de política exterior experimentado y conocedor y no tiene recursos para influir en la política interna estadounidense a favor de México. 

Ni modo, a Claudia le tocó el peor de los escenarios. 

No todo es culpa de Trump o de quien quiera que hubiera ganado la presidencia de Estados Unidos. 

La debilidad del gobierno mexicano proviene del interior y se relaciona con la destrucción continua del régimen democrático que se construyó en México en los últimos 30 años. 

La debilidad del gobierno de Claudia es responsabilidad sólo de ella y de MORENA, de nadie más. Las malas decisiones cuestan mucho y se pagan pronto sus consecuencias. 

Entre las revelaciones de casos fabulosos de corrupción en el gobierno de Claudia (el caso BIRMEX, por ejemplo, con irregularidades por 13 mil millones de pesos) y la inminente elección por la renovación del Poder Judicial el día 1 de junio, podríamos parafrasear a López Obrador diciendo a su heredera: la peor política exterior es la política interior, mija”. 

¿Qué hubiera pasado con Kamala y Xóchitl de ganadoras 

Piense usted en ello en estos días de Pascua. Dedique al país unos minutos de reflexión y pida la ayuda divina: la vamos a necesitar. 

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