domingo, abril 13, 2025

¿Cómo es vivir sin leer?

 

¿Cómo puede un hombre o mujer gobernar una ciudad, un estado o el país entero cuando es incapaz de entender lo que lee o se le explica sobre las cosas del gobierno?  

Por Rogelio Ríos Herrán 

Al abordar temas como el de hoy sobre la gente que lee poco o nada y escribe no por gusto, sino por obligación, yo estoy consciente de que la reacción inmediata es la de acusarlo a uno de elitista y esnob que cultiva la lectura, usa pluma fuente y se cree mucho, es decir, de ser “intelectual”, lo que sea que eso significa. 

A mi edad, sin embargo, me puedo dar el lujo de aguantar cualquier crítica sin despeinarme.  

Cada día, me doy cuenta de que la falta de conocimientos generales, el interés por cultivarse, el desprecio por los libros y las lecturas de los clásicos universales y mexicanos, la ausencia del pensamiento coherente y la capacidad de comprensión, están en el fondo de la notoria ignorancia de los gobernantes en México. 

Por supuesto, hablo también de una carencia general de instrucción en la sociedad mexicana, pero me voy a concentrar en esta ocasión en los gobernantes de todos los partidos y niveles, desde la presidencia de la república hacia abajo. 

¿Cómo puede un hombre o mujer gobernar una ciudad, un estado o el país entero cuando es incapaz de entender lo que lee o se le explica sobre las cosas del gobierno? 

¿De qué manera confiar el voto a quien en su vida no desarrolló la lectura de comprensión o siquiera se aprendió, mínimo de “machete”, las tablas de multiplicar y la lógica? 

¿Es posible que una persona que no usa la escritura pueda pensar con claridad sobre las responsabilidades del gobierno? 

Nos quejamos, por ejemplo, de que los señores diputados federales mexicanos aprueban las leyes sin leerlas (y mucho menos escribirlas), pero olvidamos que ellos nunca desarrollaron esa habilidad que se enseña desde los niveles escolares básicos. 

Las intervenciones en la tribuna legislativa de la mayoría de ellos, con sus contadas y honrosas excepciones, no hacen más que exhibir su plana y lisa ignorancia, falta de claridad de expresión y nula elocuencia. Son un desastre a la vista de todos. 

No se salvan, por otra parte, ni el presidente de la república, gobernadores, alcaldes, etcétera, para quienes la ignorancia es una virtud, no un defecto que se pudiera arreglar si ellos se lo propusieran. 

No es extraño, entonces, que la curva de aprendizaje sobre las cuestiones de gobierno y políticas públicas nunca se cumpla, puesto que no hay disposición para saber más y cultivarse sobre la ciencia de la administración pública. 

Más allá de eso, me sigue intrigando que los funcionarios y representantes populares no hagan examen de conciencia y acepten sus fallas, así como asuman la responsabilidad de cultivarse. 

¿Acaso esgrimen su ignorancia con orgullo para no ser tachados de “elitistas” e “intelectuales” alejados del “pueblo”? 

¿No tienen ellos consideración alguna por procurar el interés general y cuidar los bienes públicos? 

Vivir en la ignorancia es una de las peores degradaciones morales del ser humano. 

No hay riqueza ni poder que compense la ausencia de sabiduría y comprensión de las cosas del mundo que se obtienen cuando uno se propone aprender en las escuelas y, además, cultivarse por impulso personal. 

Al verlos así, tan contentos de su degradación moral, me pregunto: ¿Se darán cuenta de que cambiaron la sabiduría por unas monedas de cobre? 

“La inteligencia es fuente de vida para quien la posee, y la necedad, castigo para los necios” (Proverbios, 16:22). 

rogelio.rios60@gmail.com

  

 

No hay comentarios.:

Rousseau: la ‘verdad heroica’ y ‘Las Confesiones’

En verdad, la franqueza de Rousseau para criticar a los hombres y a la socieda d de su tiempo desde la perspectiva de su vida como literato...