Mientras el Rey Carlos III del Reino Unidos visita Canadá y apoya a su gobierno en la delicada situación con la Casa Blanca, el Rey Felipe VI de España ni siquiera fue invitado al cambio de gobierno en México el 1 de octubre pasado.
Por Rogelio Ríos Herrán
Durante una breve visita a Canadá, el Rey Carlos III del Reino Unido tendrá la oportunidad de dar el 26 de mayo el “Discurso del Trono” que abre formalmente los trabajos del Parlamento canadiense, además de enviar un poderoso mensaje a Donald Trump y sus referencias a Canadá como el “estado 51” de los Estados Unidos de América.
Como país, Canadá reconoce al Rey Carlos como su jefe de Estado, según el arreglo constitucional canadiense, pues los canadienses son parte de la Mancomunidad Británica.
En un momento en que Canadá atraviesa por una crisis profunda en su relación con Estados Unidos desde la llegada en enero de Trump a la Casa Blanca y tras la imposición de aranceles desproporcionados al comercio bilateral, la presencia del Rey Carlos da un impulso decisivo al recientemente formado gobierno de Mark Carney en la guerra comercial con su vecino del sur.
El mensaje es directo y sencillo: los canadienses no están aislados del mundo, la comunidad británica y su Rey los apoyan tanto en el área del comercio internacional como en su calidad de socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Como observador mexicano, no puedo pasar por alto el contraste brutal entre México y Canadá al comparar sus capacidades y actitudes para negociar con Donald Trump: el gobierno canadiense no está solo en la arena internacional; el gobierno mexicano sí lo está, debido a su fallida política exterior que lo ha llevado al aislacionismo.
El Rey Carlos seguramente jugará un papel diplomático importante entre el primer ministro Carney y el presidente Trump, a quien ya hizo llegar una invitación formal a visitar Londres en carácter oficial.
La mediación del monarca inglés será un factor de disuasión ante las posturas más agresivas de Trump expresadas en la “broma” de muy mal gusto de la “anexión” de Canadá a la Unión Americana.
En materia de seguridad internacional, el Rey Carlos le recordará a Trump, cuando lo reciba en Buckingham, que la pertenencia común de Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido en la OTAN no debe ser puesta en riesgo por las disputas comerciales que puedan surgir entre las tres naciones.
La estrategia diplomática conjunta entre el primer ministro Carney y el Rey Carlos está planteada con claridad y respeto, entre británicos y canadienses, sobre las soberanías de sus respectivas naciones.
No hay nada ni remotamente parecido de parte del gobierno mexicano para enfrentar la crisis en la relación con Estados Unidos, no sólo en el área comercial, sino en los temas de seguridad y migración.
El gobierno de Claudia Sheinbaum no tiene una estrategia de política exterior frente al presidente Trump, solamente una actitud reactiva ante las siempre cambiantes acciones de Trump.
No hay tampoco en el lado mexicano un desempeño superior en la conducción de la política exterior. Los recursos financieros y las capacidades humanas operativas de la Secretaría de Relaciones Exteriores son insuficientes para administrar la relación bilateral en el día a día, ya no digamos en planear para el mediano y largo plazo.
Aislado en el exterior desde el año 2018, cuando el entonces presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador decidió que “la mejor política exterior es la política interior”, el gobierno mexicano perdió aceleradamente peso e influencia en el escenario internacional.
El pleito estridente de López Obrador con la Corona española privó a México de un aliado potencial, el Rey de España, que hubiera servido de soporte político al gobierno mexicano en vista de la disparidad de poder ante el gobierno de Estados Unidos.
Mientras el Rey Carlos III del Reino Unidos visita Canadá y apoya a su gobierno en la delicada situación con la Casa Blanca, el Rey Felipe VI de España ni siquiera fue invitado al cambio de gobierno en México el 1 de octubre pasado.
Casi a ocho meses después de ese evento, el gobierno de Sheinbaum sigue tan aislado en el foro internacional como lo estuvo el de su predecesor.
Por lo que se ve, para ella no hay Rey que valga.
Los canadienses piensan distinto y reciben la ayuda del Reino Unido sin poses ni gestos patrioteros.
FIN
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