viernes, mayo 30, 2025

1 de junio: La injusticia envejece

La injusticia no es otra cosa que la figura envejecida de la justicia: la falta de respeto de la sociedad y los gobernantes le arrugó la piel, le molió las articulaciones, la cascó la voz y acortó su vista. 

Por Rogelio Ríos Herrán 

Como la abuela que sentamos a la mesa familiar, achacosa y silenciosa, olvidada por nosotros hasta que da un manotazo sobre la mesa, la injusticia vive en las familias cada día y envejece en México. 

Ella es sabia, los años no pasan en balde y le dejan cicatrices, recuerdos, sabiduría para sobrevivir. Envejece. 

Morena, PRI, PAN, el partido político que usted quiera, fustigan en la plaza pública la injusticia como el enemigo a vencer, “hasta sus últimas consecuencias”, pero la abuela no se inquieta.  

En su nombre, los morenistas aprobaron en septiembre pasado una “reforma judicial” que permitirá a la injusticia envejecer unas décadas más sin sobresaltos. 

En su nombre, la elección del día 1 de junio no “eliminará la corrupción de los jueces”, como proponen los morenistas, sino que la legitimará. 

La abuela sabe mejor que nadie que sin su presencia se acabaría el sustento ideológico de izquierdas y derechas y no medrarían los Mesías populistas que hablan en su nombre: “primero los pobres”, dicen. 

Sin mí ustedes son nadie, les podría replicar ella en voz alta. No necesita hacerlo, pues su presencia diaria, cercana e inevitable a la mesa de todos los mexicanos es la prueba suficiente de que, como el aire, ningún político sobrevive sin ella. 

¿A quién van a invocar, sino a la injusticia, los gobernantes que no encuentran otra manera de encubrir su corrupción e incompetencia? 

No fue siempre así. Les diré cómo sucedió todo. 

Para empezar: las leyes, el estado de derecho y la legalidad no se destruyen de un día para otro. No es obra de un Mesías Tropical, por más loco que lo juzguemos (y vaya que lo está). 

La destrucción de la legalidad en México es responsabilidad no sólo de los gobernantes, sino de la masa de ciudadanos que no sólo lo permitieron, sino participaron directamente en su deterioro.. 

A la justicia la destruyó la falta del ingrediente esencial para que funcione en cualquier sociedad: el respeto de todos. 

La justicia está escrita en piedra en constituciones, palacios y monumentos, pero eso no le da la vida. 

Lo que la hace fluir y florecer entre los ciudadanos en el fragor cotidiano es el respeto que se le tiene, el lugar que se le da en las vidas de cada uno de nosotros. 

La injusticia no es otra cosa que la figura envejecida de la justicia: la falta de respeto de la sociedad y los gobernantes le arrugó la piel, le molió las articulaciones, la cascó la voz y acortó su vista. 

Envejeció tan mal la justicia que mejor se cubrió la cabeza con una mantilla negra y cambió su nombre, en adelante, en injusticia. 

¿Por qué lo hizo? A la injusticia todos le rinden pleitesía: fraudes, robos, desvío de dineros públicos, complicidad con criminales, homicidios, desapariciones de personas, abuso infantil, feminicidios, violencia familiar, destrucción ecológica de la Selva Maya, contaminación de las aguas nacionales, falta de medicinas, destrucción del sistema de salud pública, muertes por COVID, nepotismo, sobornos, mordidas, moches, y un largo etcétera. 

Con ella, los mexicanos nos sentimos a gusto, pues ya sabemos que “en México todo tiene arreglo con un moche”, bendita corrupción que nos permite hacer lo que queramos sin sufrir las consecuencias.  

Así, ¿quién necesita a la justicia? ¿Para qué respetar normas, reglamentos, leyes y principios constitucionales, derechos humanos y esas cosas? Si lo hiciéramos, los demás nos tomarían ventaja. 

La justicia es para los ingenuos de corazón, los incautos que viven en su mundo idealista en donde reina la ley y se imparte la justicia, ¡qué bobos! 

Le propongo a usted una cosa: cada día, al levantarse y preparar la primera taza de café humeante, pregúntese a quien quiere tener hoy sentada a su mesa familiar y acompañándolo todo el día, ¿a la justicia o la injusticia? 

¿Cómo le hago para decidir?, me dirá usted. Muy sencillo: empiece mostrando respeto a la ley y el orden (sí, como la serie de televisión) y pidiéndolo a los demás. Es un buen primer paso. 

lunes, mayo 26, 2025

México: no hay Rey que valga

Mientras el Rey Carlos III del Reino Unidos visita Canadá y apoya a su gobierno en la delicada situación con la Casa Blanca, el Rey Felipe VI de España ni siquiera fue invitado al cambio de gobierno en México el 1 de octubre pasado. 

Por Rogelio Ríos Herrán 

Durante una breve visita a Canadá, el Rey Carlos III del Reino Unido tendrá la oportunidad de dar el 26 de mayo el “Discurso del Trono” que abre formalmente los trabajos del Parlamento canadiense, además de enviar un poderoso mensaje a Donald Trump y sus referencias a Canadá como el estado 51 de los Estados Unidos de América.  

Como país, Canadá reconoce al Rey Carlos como su jefe de Estado, según el arreglo constitucional canadiense, pues los canadienses son parte de la Mancomunidad Británica. 

En un momento en que Canadá atraviesa por una crisis profunda en su relación con Estados Unidos desde la llegada en enero de Trump a la Casa Blanca y tras la imposición de aranceles desproporcionados al comercio bilateral, la presencia del Rey Carlos da un impulso decisivo al recientemente formado gobierno de Mark Carney en la guerra comercial con su vecino del sur. 

El mensaje es directo y sencillo: los canadienses no están aislados del mundo, la comunidad británica y su Rey los apoyan tanto en el área del comercio internacional como en su calidad de socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). 

Como observador mexicano, no puedo pasar por alto el contraste brutal entre México y Canadá al comparar sus capacidades y actitudes para negociar con Donald Trump: el gobierno canadiense no está solo en la arena internacional; el gobierno mexicano sí lo está, debido a su fallida política exterior que lo ha llevado al aislacionismo. 

El Rey Carlos seguramente jugará un papel diplomático importante entre el primer ministro Carney y el presidente Trump, a quien ya hizo llegar una invitación formal a visitar Londres en carácter oficial. 

La mediación del monarca inglés será un factor de disuasión ante las posturas más agresivas de Trump expresadas en la “broma” de muy mal gusto de la “anexión” de Canadá a la Unión Americana.

En materia de seguridad internacional, el Rey Carlos le recordará a Trump, cuando lo reciba en Buckingham, que la pertenencia común de Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido en la OTAN no debe ser puesta en riesgo por las disputas comerciales que puedan surgir entre las tres naciones. 

La estrategia diplomática conjunta entre el primer ministro Carney y el Rey Carlos está planteada con claridad y respeto, entre británicos y canadienses, sobre las soberanías de sus respectivas naciones.  

No hay nada ni remotamente parecido de parte del gobierno mexicano para enfrentar la crisis en la relación con Estados Unidos, no sólo en el área comercial, sino en los temas de seguridad y migración. 

El gobierno de Claudia Sheinbaum no tiene una estrategia de política exterior frente al presidente Trump, solamente una actitud reactiva ante las siempre cambiantes acciones de Trump. 

No hay tampoco en el lado mexicano un desempeño superior en la conducción de la política exterior. Los recursos financieros y las capacidades humanas operativas de la Secretaría de Relaciones Exteriores son insuficientes para administrar la relación bilateral en el día a día, ya no digamos en planear para el mediano y largo plazo. 

Aislado en el exterior desde el año 2018, cuando el entonces presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador decidió que “la mejor política exterior es la política interior”, el gobierno mexicano perdió aceleradamente peso e influencia en el escenario internacional.

El pleito estridente de López Obrador con la Corona española privó a México de un aliado potencial, el Rey de España, que hubiera servido de soporte político al gobierno mexicano en vista de la disparidad de poder ante el gobierno de Estados Unidos. 

Mientras el Rey Carlos III del Reino Unidos visita Canadá y apoya a su gobierno en la delicada situación con la Casa Blanca, el Rey Felipe VI de España ni siquiera fue invitado al cambio de gobierno en México el 1 de octubre pasado. 

Casi a ocho meses después de ese evento, el gobierno de Sheinbaum sigue tan aislado en el foro internacional como lo estuvo el de su predecesor. 

Por lo que se ve, para ella no hay Rey que valga.  

Los canadienses piensan distinto y reciben la ayuda del Reino Unido sin poses ni gestos patrioteros. 

FIN 

  

El 13%, ni de propina

Medido contra el número de personas inscritas en el padrón electoral que , en números cerrados , son 100 millones de posibles votantes, el...