martes, abril 29, 2025

Canadá: ver la democracia desde lejos

En Canadá, el nombre del juego legislativo es negociar, negociar y seguir negociando: es la esencia de la democracia. 

Por Rogelio Ríos Herrán  

Me pasé el lunes 28 de abril revisando a intervalos el desarrollo de la jornada de las elecciones generales en Canadá, como quien ve en el aparador de una tienda algo que anhela mucho, pero no puede comprar y se limita a contemplarlo. 

Ante mis ojos, como unos pastelillos apetecibles, vi cómo los ciudadanos canadienses participaban activamente y votaban a favor de sus partidos políticos preferidos, opinaban desenfadadamente ante los medios de comunicación a la salida de las urnas, y el conteo manual de votos avanzaba con fluidez después del cierre de las casillas. 

Para un observador mexicano de mi generación, quien vivió en este país su pasado autoritario, la larga transición fallida a la democracia y el regreso del autoritarismo bajo el rostro del populismo, fue como ver una película de Disney retratando un mundo ideal, un castillo encantado muy alejado de la realidad mexicana. 

En términos futboleros, el lunes vi el equivalente a un partido final de la Europa Champions League, por decir un ejemplo, entre Liverpool y Barcelona. A ese nivel llevan los canadienses el juego de la democracia. 

Mis canales canadienses favoritos de streaming en YouTube cubrieron profesionalmente la jornada electoral: TVO Today, con Steve Paikin, Canadian Broadcasting Corporation (CBC), David Frum, The Prof G Podcast, CTV News y otros más que recientemente he consultado. 

Al final, el partido ganador por escaso margen fue el Partido Liberal, encabezado por Mark Carney, el sustituto de Justin Trudeau a su renuncia, quien formará un nuevo gobierno liberal. 

El contendiente principal derrotado, Pierre Poilievre, del Partido Conservador, llevaba hace meses una ventaja de 30 puntos porcentuales sobre los liberales y los analistas pensaban que en esta elección general los liberales resultarían derrotados. 

Poilievre perdió incluso su asiento en el Parlamento, pero seguirá al frente de su partido.

El factor Trump y su ataque e insultos a Canadá, entre otros factores, incidieron para que la espectacular remontada de los liberales se hiciera realidad, tal como en una final de la Champions. 

Los canadienses no dieron, sin embargo, ni todo el poder ni todo el dinero a los liberales. 

Carney y los liberales ganaron el 43.5% de los votos contra el 41.4% de los conservadores, por lo cual obtuvieron 154 y 131 asientos en el Parlamento respectivamente, hasta la hora de mi consulta al New York Times en la mañana del día 29 de abril.  

La mayoría parlamentaria requiere 172 asientos, por lo cual los liberales habrán de negociar dicha mayoría con los demás partidos contendientes: Bloc Quebecois con 21 asientos, New Democrat con 4 asientos y Green con un asiento (información del New York Times con 312 de 343 asientos definidos). 

En Canadá, el nombre del juego legislativo es negociar, negociar y seguir negociando: es la esencia de la democracia. 

De los 41 millones de habitantes en Canadá, casi 29 millones eran elegibles para votar, de los cuales 7.3 millones lo hicieron anticipadamente, un récord histórico (información de FRANCE 24). 

El territorio canadiense es inmenso: casi 10 millones de kilómetros cuadrados (cinco veces más grande que México), dividido en 10 provincias y tres territorios y sobre el cual se aplican seis husos horarios, lo cual nos da una idea de la complejidad de su proceso electoral. 

Durante la madrugada, al ser declarado ganador, Mark Carney  dijo algunas cosas interesantes en Ottawa: 

+ La vieja relación con los Estados Unidos, una relación basada en una creciente integración se ha acabado.” 

+ “Ya superamos el impacto de la traición estadounidense, pero no olvidemos las lecciones.” 

+ “Estados Unidos quiere nuestra tierra, nuestros recursos, nuestra agua, nuestro país. Éstas no son amenazas vacías. El presidente Trump está tratando de quebrarnos. Eso no sucederá, pero debemos reconocer la realidad de que nuestro mundo ha cambiado fundamentalmente.” 

Cuando llegue el momento de la revisión en 2026, no sé hasta qué punto el gobierno de Carney seguirá interesado en continuar el TMEC con México o limitarse a un acuerdo bilateral con Estados Unidos, como lo tenían antes del TLCAN (1994). 

Lo digo porque una democracia madura como la canadiense no deja de observar cómo México destruye su transición democrática y regresa al rumbo del autoritarismo presidencial: un régimen sin contrapesos ni regulaciones que es totalmente contrario al espíritu de integración con América del Norte. 

De mi parte, seguiré de ahora en adelante con mucho interés y atención a Canadá, su gente, la política, su historia y cultura: es un modelo de democracia para los mexicanos. 

FIN 

 

  

 

 

domingo, abril 27, 2025

Rousseau: la ‘verdad heroica’ y ‘Las Confesiones’


En verdad, la franqueza de Rousseau para criticar a los hombres y a la sociedad de su tiempo desde la perspectiva de su vida como literato y librepensador es altamente estimulante, e inspiradora, en el Siglo 21 dominado por la Realidad Alternativa, las Fake News y el culto a las apariencias disfrazado de “corrección política”

Por Rogelio Ríos Herrán 

“Mi natural altivez” y “soy el más bueno de los hombres” son dos frases que se reiteran, en redacción diversa, pero en torno a la misma idea, a lo largo de las “Confesiones” del genial autor francés Juan Jacobo Rousseau. 

Al leer esas frases, mi primera reacción fue la de considerar a su autor un hombre que, en términos modernos, rezume narcicismo, complejo de grandeza y la soberbia intelectual de quien se cree moralmente superior a los demás. 

Fue Rousseau mismo, sin embargo, quien se encargó de despejar en mí los prejuicios de mi tiempo al revelar los prejuicios del suyo: el Siglo 18 de las simulaciones, la hipocresía y deshonestidad intelectual de los círculos políticos y literarios. 

Hasta llegar a la parte en que habla de sus intenciones al emprender esta obra, en el Libro Décimo, Rousseau manifiesta que cambió deliberadamente el proyecto de escribir sus Memorias (solicitado por sus benefactores políticos) por el de sus Confesiones, nacido desde sus emociones y amor supremo a la verdad, como él lo asegura. 

El cambio de título y propósito, de Memorias a Confesiones, fue el toque de genialidad de Rousseau, uno que lo puso adelante de su tiempo y que fue la herramienta del más profundo cuestionamiento a la sociedad francesa del Siglo 18, a las monarquías y a los usos y costumbres políticos y sociales. 

Rousseau lo narra de esta manera: 

“No sé por qué capricho Rey me instaba respetuosamente hacía mucho tiempo a que escribiese las memorias de mi vida. Aunque hasta entonces no fuesen muy interesantes por los hechos, yo conocía que podían llegar a serlo por la franqueza que era capaz de usar; y resolví formar con ellas una obra única, por su veracidad sin ejemplo, a fin de que a lo menos una vez siquiera pudiese verse a un hombre tal como es interiormente. Siempre me había reído de la falsa sinceridad de Montaigne, quien, fingiendo confesar sus defectos, pone gran cuidado en no atribuirse sino aquellos que tienen carácter agradable; cuando yo, que siempre me he creído, y bien considerado, aun me creo el mejor de los hombres, estoy convencido de que no hay interior humano, por puro que sea, que no tenga algún vicio feo. Yo sabía que se me presentaba a los ojos del público bajo un aspecto tan poco parecido al mío, y a veces tan disforme, que, a pesar de lo malo, de que no quería callarme nada, no podía menos de ganar aun mostrándome tal cual soy. Por otra parte, como esto no era hacedero sin sacar a la luz también el modo real de ser de otras personas, y por consiguiente no pudiendo esta obra aparecer sino después de mi muerte y la de muchos otros, esto me animó a hacer mis Confesiones, de que jamás habría de tener de avergonzarme delante de nadie.” 

Al dejar atrás la idea de unas Memorias, embellecidas por los recuerdos selectos, pero deshonestas al fin y al cabo por el sesgo hacia lo bueno y el ocultamiento de lo malo, Rousseau cambia el reloj narrativo de su época al elaborar sus Confesiones, en donde elimina el sesgo y ofrece su vida como en la carne cruda. 

El impacto de su lectura en mí, como seguramente en muchos otros lectores, fue el de remover todas, absolutamente todas, las ideas preconcebidas sobre los pensadores y filósofos no sólo hasta el Siglo 18, sino hasta el Siglo 21, en el cual me ubico. 

Al verlos a todos ellos, al leer sus obras y utilizar sus conceptos filosóficos, no podré jamás dejar de lado el pensamiento sobre cómo fueron como personas, en sus tiempos y circunstancias, con sus virtudes y defectos y desde su lado de miseria humana que seguramente vivieron. 

El mejor de hombres es el que pudo confesar ser el peor de los hombres. Rousseau hizo cosas en su vida personal de la mayor bajeza posible, como la de negarse a criar a sus hijos y entregarlos a una institución pública, engañar a su mujer, ser perezoso de naturaleza, etcétera. 

En cierto pasaje de su obra, revela que lo que él hizo con sus hijos lo condenó explícitamente en el “Emilio”, como una de las peores faltas morales de cualquier hombre al faltar al deber de paternidad. 

En verdad, la franqueza de Rousseau para criticar a los hombres y a la sociedad de su tiempo desde la perspectiva de su vida como literato y librepensador es altamente estimulante, e inspiradora, en el Siglo 21 dominado por la Realidad Alternativa, las Fake News y el culto a las apariencias disfrazado de “corrección política”. 

No por nada, los críticos literarios de la obra de Rousseau destacan la importancia de “Las Confesiones” como el pie de origen de una nueva perspectiva individual en la literatura, y enfatizan tres aspectos: 

1.- Es pionero del género autobiográfico: Rousseau se atreve a desnudar su intimidad, a retratar sin tapujos sus pasiones, errores y contradicciones. Esta exposición personal, casi sin precedentes en la literatura de su tiempo... muchos críticos la ven no sólo como una confesión íntima, sino también como un experimento literario que trasciende lo meramente confesional y se convierte en una obra fundacional para el género autobiográfico. 

2.- Es una clave para comprender su formación intelectual: al revelar sus procesos de transformación, dudas y conflictos internos, las Confesiones permiten entender cómo se forjaron sus ideas filosóficas y su crítica respecto a la sociedad. 

3.- Es un puente entre la razón y la emoción: Rousseau no se conforma con exponer hechos; se adentra en el terreno de la experiencia y la emoción, lo que enriquece su narrativa y produce un efecto transformador en la literatura posterior.  

En la edición que yo tengo en mis manos (Juan Jacobo Roussea. Confesiones. México: Editorial Cumbre, décima edición, 1977, traducción de Rafael Urbano), el escritor colombiano Jorge Zalamea, en su estudio preliminar, después de trazar con maestría el contexto histórico de la obra, va al centro de lo que ha permitido la permanencia de Rousseau y su obra hasta nuestros días: 

“Es posible que las teorías filosóficas y sociales de Rousseau resulten hoy casi desdeñables. Es posible que en los oídos modernos resulte declamatorio su estilo literario... pero no es menos cierto que mientras aliente en el hombre el sentimiento de la solidaridad humana y haya en su corazón un hueco para alojar en él la verdad, la verdad heroica y la pasión, “Las Confesiones” de Juan Jacobo Rousseau continuarán siendo uno de los nobles, ardidos y patéticos documentos literarios. Pocas veces se conoció mejor a sí mismo un hombre, y pocas veces se tuvo el valor incomparable de dar a sus semejantes una imagen más verídica y desnuda del propio autor... Rousseau, hipocondríaco, enfermo, errante, desvalido, se levanta sobre sus propias miserias para hacernos el legado inestimable de este libro que parece nacido de aquella profunda reflexión que hace en el Libro Tercero: ‘Tratar de ocultar el propio corazón será siempre un mal sistema para leer en el corazón de los demás”. 

Desde mis lecturas de El Quijote de Cervantes y El Idiota de Dostoievski (el inolvidable Príncipe Mishkin), no había sentido yo tal cercanía con un personaje y autor al mismo tiempo, tal respuesta emocional a sus actos y expresiones ya sea para amarlo u odiarlo, llorar y reír con él, sentir su bondad e imprudencia, verlo dirigirse hacia el abismo y tratar inútilmente de detenerlo, como con Juan Jacobo Rousseau. 

Mi lectura de Las Confesiones fue pausada a lo largo de varios meses, pues necesitaba hacer paradas largas antes de recobrar el ánimo para retomar el hilo de su narración. No me arrepiento. Las esperas y pausas valieron la pena y no dejo de sugerirle, estimado lector, que se acerque a esta obra maravillosa que le cambiará, al menos un poco, la forma de observar a los pensadores, literatos y filósofos: ¿Quién de todos ellos se hubiera atrevido a confesarse públicamente como Rousseau? ¿Quién de nosotros? 

*Con la colaboración del motor de IA Copilot de Microsoft para búsquedas documentales y síntesis de textos. 

  

  

Papa León XIV: el hambre como arma de guerra

'En la actualidad asistimos desolados al inicuo uso del hambre como arma de guerra. Matar de hambre a la población es una forma muy bara...