El sistema político mexicano, al que ahora pertenecen
Andrés Manuel López Obrador y su agrupación Morena, le da siempre una “caladita”
al ganador de cada elección presidencial: éstas son las reglas, éste es el
juego.
Así ha sido con muchos presidentes recién llegados al
poder: el sistema los pone a prueba para ver cómo reaccionan, de qué están
hechos. No parece, sin embargo, haber tenido AMLO (Presidente casi en
funciones) su mejor momento al reaccionar acusando al INE de “mala fe” y “tendencioso”
ante la sanción a Morena.
De las multas recientes del Instituto Nacional
Electoral a los partidos Morena, PRI y PAN por irregularidades en el manejo de sus
finanzas, la que resaltó con mucho fue la de los 197 millones de pesos a Morena
por presuntas irregularidades en el manejo de un fideicomiso diseñado para
ayudar a los damnificados por sismo del 19 de septiembre pasado. “No hagas
cosas buenas que parezcan malas”, dice un popular refrán mexicano.
Recordemos que, al mismo tiempo, al PRI lo sancionaron
con 36.5 millones de pesos porque en la época del Gobernador César Duarte le
transfirieron a ese partido 14.5 millones de pesos retenidos a empleados y
burócratas estatales. Mala jugada, los pescaron.
Para el PAN, también en el mismo evento, la multa fue
de 3 millones de pesos debido a que una empresa mercantil impedida de hacer
donativos electorales hizo llegar 1.5 millones de pesos a la campaña de Ricardo
Anaya a través de tres depósitos en efectivo, de 500 mil pesos cada uno, hechos
por personas que se prestaron a la simulación, según concluyó el INE. Malos
panaderos: el pan se les quemó en el horno
Recordemos, finalmente, que Jaime Rodríguez Calderón, “El
Bronco”, candidato independiente, fue sancionado por el INE con 739 mil pesos
(sanción ratificada por el TEPJF, el Tribunal Electoral) por recurrir a
esquemas de financiamiento ilegales y por obligar a funcionarios del Gobierno
de Nuevo León a participar en la recolección de firmas en apoyo a su
candidatura independiente. No le salió la manganita al “Bronco”.
Si consideramos además los más de 100 asesinatos de
candidatos y personas relacionadas con las elecciones a lo largo de los meses
de campaña, veremos que las elecciones del 2018 no fueron tan “limpias” como parecían.
Todos los partidos políticos involucrados -y algunos
candidatos independientes- jugaron en el límite de lo legal o de plano lo
traspasaron.
¿Qué podemos decir al respecto cuando las ilegalidades
vienen de adentro del sistema político, es decir, de parte de los mismos
participantes que ahora reclaman porque la autoridad electoral saca a la luz
sus trapitos sucios?
¿Por qué Morena, PRI, PAN y el Bronco se prestaron a
esquemas oscuros de financiamiento, a romper de hecho las reglas del juego?
¿Justifica el triunfo avasallador en las urnas que se
haya recurrido, según la investigación del INE (a la cual Morena ya anunció que
apelará en el TEPJF), a un verdadero entuerto financiero en el dichoso
fideicomiso que nos recuerda lo que sus contrincantes hacían y que
incansablemente les criticaba López Obrador? ¿El fin justifica sus medios?
Con la información pública disponible sobre el
fideicomiso bajo cuestionamiento de Morena y sobre las actuaciones irregulares
de los otros partidos políticos, no hay duda de que nos falta todavía mucho
camino por recorrer en términos de la transformación de una cultura política
tradicional (la de la opacidad electoral) que se niega a morir. Es
verdaderamente decepcionante que todos los actores salgan manchados.
Como ciudadano sin preferencias partidistas, y porque se
trata de dinero público, yo espero que el sistema electoral en su conjunto esté
a la altura de lo que necesita el país: vigilar, investigar, señalar
irregularidades, sustentar las sanciones, dar vista a las autoridades
judiciales sobre posibles delitos electorales y aceptar las decisiones del Tribunal
Electoral, vengan o no favorables. En el Tribunal se decidirá, no en otra
parte, si la acusación del INE está fundada.
Lo demás es retórica desgastante que nada aporta al
equilibrio político que México necesita en este momento. AMLO y Morena le deben
a la sociedad mexicana una explicación amplia y convincente de los actos que el
INE ha señalado y sancionado como irregulares, no una andanada verbal agresiva demeritándolo:
que hablen los hechos, no las palabras.
Si el Tribunal Electoral confirma, en efecto, la
sanción del INE, una actitud cívica morenista de altura con México sería la de aceptar
la resolución judicial, reconocer su error, sancionar internamente a quienes
incurrieron en él (no tengo noticia de que hayan iniciado ya una investigación
interna), disculparse con el electorado y seguir adelante con la tarea que
tienen enfrente: gobernar a México con la mayor credibilidad posible.
Gobierno para todos
Treinta millones de mexicanos votaron por AMLO y los
morenistas no porque los creyeran ángeles impolutos y libres de pecado, sino
para que hicieran la diferencia. No los decepcionen con reacciones emocionales.
Aproximadamente 25 millones de mexicanos no votaron
por AMLO y Morena, sino por los otros candidatos o anularon sus votos. A ellos
(y a los más de 30 millones de electores que se abstuvieron de votar), los va a
representar el nuevo Gobierno del cambio. Ya no piensen ni actúen como partido
en campaña, sino como nuevo gobierno.
Si los morenistas no son iguales a quienes van a
sustituir, es tiempo de probarlo en los hechos: éstas son las reglas, éste es
el juego. ¿Acatarán las reglas o tumbarán el tablero? Ésa es la mexicanísima “caladita”.
rogelio.rios60@gmail.com
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