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Alfonso Reyes en su estudio. Fuente: Google.com |
Por Rogelio Rìos Herràn
Llegò recientemente a mis manos un esplèndido librito
que recoge observaciones, apuntes y anotaciones de Alfonso Reyes a todo lo que
se atravesaba por su mirada: la nación mexicana, su idioma, los escritores, y
muchos y muy variados personajes de su tiempo.
Comparto algunos de sus apuntes sobre Mèxico:
“Las fabulosas riquezas de México dormidas,
desperdiciadas o exportadas, acaso racionalizadas, bastarìan a todas las
necesidades del pueblo y aún darìan para más”.
“Para llegar hasta México no hay más remedio que ir
hasta México”.
“Acaso en el fondo del espíritu mexicano, batido por
largas amarguras, haya también una ascua viva que ayude a encender otra vez la
antorcha americana”.
“Siempre andamos los mexicanos soñando con estas
fòrmulas de la rotundez espiritual del equilibrio en cìrculo”.
“Cuando una nación busca su alma, la defensa e
ilustración de su lengua, la campaña para purificar y reivindicar su habla, es
como una clave simbólica -pero también es una parte consustancial del proceso-
hacia la fijación del carácter propio y nativo”.
“Averiguar donde el español se vuelve mexicano es
enigma digno de Zenòn, y tan escurridizo en las letras como después lo ha sido
a la hora de las reclamaciones diplomáticas. A la memoria incumbe la
conservación de las culturas”.
“Se ha dicho que quien ignora la historia patria es un
extranjero en su tierra. Puede añadirse que quien ignora el deber patrio es
extranjero en la humanidad”.
“El amor patrio no es contrario al sentimiento
solidario entre todos los pueblos. Es el campo de acción en que obra nuestro
amor a toda la humanidad”.
“México es a la vez mundo de misterio y de claridad:
claridad en su naturaleza; misterio en el alma de sus hijos. La luz -cegadora-
desnuda, acerca y ofrece los objetos como tentaciones para los ojos. En el
fondo tiemblan las montañas, centellea la nieve de los volcanes entre tintes de
rosa y plata; en el profundo azul, las serenas águilas se incrustan “como
clavos que se hunden lentamente”, según dijo Manuel Josè Othòn, nuestro poeta
de los desiertos. No hay niebla, sino nubles de nítidos perfiles y de volúmen
casi tangible; y más que medias tintas, el claroscuro que parece una norma de
sinceridad y de valientes contrastes. Pero hay contrastes en los corazones,
donde la timidez y la violencia parecen alternar en los impulsos de un pueblo
que no se ha gastado todavía sus resortes, a pesar de tanto siglo de historia y
una densidad de sufrimiento que equivale a otros tantos siglos de jornada
terrestre”.
Fuente: “Alfonso Reyes: Curiosidades de
Coleccionista”. Selecciòn y compilación de Alberto Enrìquez Correa. México: El
Colegio de México, 1ª. edición, 2019, 316 pp). ISBN: 978-607-628-967-9.
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