Por ROGELIO RÍOS HERRÁN
Vive el mundo en el presente una especie de apertura de la temporada de caza: los cazadores sueltan a sus halcones en busca de las presas, las palomas buscan refugio.
Ya hemos vivido anteriormente ciclos como estos y la experiencia nos dice que terminan muy mal: los rusos en Afganistán, los estadounidenses en Irak, los sauditas en Yemen, la crisis en Siria.
Al final, los saldos son similares: víctimas en abundancia, poblaciones civiles desplazadas, migraciones internacionales forzadas, poblaciones arrasadas por las guerras y magras o nulas ganancias estratégicas para los involucrados.
Nadie sale de esos conflictos más poderoso o mejor posicionado que antes, sus ganancias son ilusorias. Gana solamente la industria de las armas y la guerra, obtienen sus utilidades únicamente aquellos para quienes un mundo encendido por la guerra es el mejor negocio posible.
¿Qué pensar y qué hacer ante el vuelo libre de los halcones? Como observador mexicano veo dos cosas esenciales para una respuesta inmediata.
La primera, es elevar la voz y denunciar este clima de guerra como algo inaceptable. El desdén de las potencias por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a la que han reducido a un papel casi irrelevante en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales (su razón de ser y objetivo prioritario de su existencia) es inadmisible.
Tanto en Siria como en las crisis de Corea del Norte y en los conflictos africanos, son los arreglos entre potencias (dentro de las cuales influye la línea dura de halcones pro-guerra) los que predominan por sobre el papel de la ONU.
Desplazar a la diplomacia multilateral para dar paso a las acciones unilaterales de las grandes potencias es un golpe a todo el sistema de Naciones Unidas creado al fin de la Segunda Guerra Mundial.
No queda más que hacerles saber a esos guerreros que los mexicanos rechazamos las políticas de poder y guerra que nos proponen las potencias.
Nuestro apoyo a las Naciones Unidas y al sistema de solución pacífica de controversias debe sonar claro y fuerte, desde nuestra sociedad y desde nuestro gobierno.
En segundo término, es preciso incorporar en nuestro día a día una visión más amplia del mundo que nos rodea, pues nada de lo que sucede en la arena internacional es ajeno a nuestra existencia por más lejano o desconectado que parezca un conflicto para los mexicanos.
Lo más preocupante en México hoy es nuestro evidente desinterés en los asuntos mundiales y el escaso peso que México, como gobierno y sociedad, tiene en la escena internacional, en la cual navegamos a la deriva de los rumbos que marcan los países más poderosos y los halcones que hoy los gobiernan.
Inmersos los mexicanos en las campañas electorales, apáticos ante lo que pasa en el resto del mundo, parecemos -gobierno y sociedad- más como el avestruz que entierra la cabeza ante el peligro que la paloma que eleva su vuelo y su dignidad ante la presencia de un depredador.
Dejar hacer y dejar pasar a los halcones no nos hará ningún bien como nación. Elevar la vista y tomar conciencia de lo que sucede afuera de nuestras fronteras es el primer paso para nuestra única defensa: recurrir al derecho internacional y defender a la ONU y al sistema multilateral ante el avasallamiento de las grandes potencias y su unilateralismo.
No hay tal cosa como un México en paz en un mundo en guerra. Tenemos que enfrentar a los halcones.
rogelio.rios60@gmail.com
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