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Jesús Ortega expuso los términos de la alianza. Fuente: El Horizonte |
Por Rogelio Ríos Herrán
Lo primero que noté de la conferencia de Jesús Ortega
sobre el Frente Ciudadano por México que expuso en Monterrey el pasado 11 de septiembre, fue el alto nivel
de argumentación del experimentado político de izquierda forjado en el PRD, y
la claridad de las razones que desplegó para sustentar y defender la alianza
que bajo la figura legal del frente político constituyeron recientemente el
PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano.
Invitado por PROpuesta Ciudadana y Vertebra y por el
Diputado federal perredista Waldo Fernández en la magnífica sede del Club
Industrial, Ortega dio razones a las cuales difícilmente podría oponerse quien
busca mejorar y perfeccionar nuestro añejo sistema político: poner contrapesos
al poder centralizado excesivamente en la persona del Presidente de la
República, incluir temas sociales y de grupos ciudadanos que no encuentran hoy
suficiente eco en los partidos políticos o considerar que se dé el 50 por
ciento de las candidaturas del Frente a personas ajenas a los partidos, en fin,
sustituir al viejo régimen (“en fase terminal”, según Ortega) por un nuevo sistema
abierto, incluyente y mucho más democrático (incluido el combate a la
corrupción) que el actual.
Tal vez por eso, por la fuerza de esos argumentos de
valor universal, fue posible ver sentados en la misma mesa a panistas,
perredistas y miembros del MC en una convivencia que si bien reconocía la
existencia de diferentes maneras de ver la política, no dejaba que esas
diferencias impidieran el diálogo.
No sé si la vida política del Frente dure en efecto
los siete años, de aquí al 2024, que tiene establecido en su documento
constitutivo. No sé incluso si sobrevivirá el vendaval electoral del 2018 y a
las pasiones políticas que inevitablemente se desatarán; lo que sí sé es que el
simple hecho de intentar una acción política en conjunto entre partidos supuestamente
irreconciliables y el reconocimiento de sus fallas y de la necesidad de
incorporar integralmente la perspectiva de los ciudadanos en la tarea de
gobierno, es ya un paso novedoso que merece nuestro aplauso.
En un país de desacuerdos perennes, cualquier atisbo
de acción conjunta es una fuente de esperanza. Sobre todo, la apertura a las
críticas y al debate, como se vio en la sesión de preguntas y respuestas,
indica que quizá los políticos y los partidos están ya tomando nota del
hartazgo ciudadano y reaccionando al mismo.
Insisto en el buen nivel de argumentación de Ortega
porque no es común ver ese rasgo en la mayoría de los políticos y porque con
polemistas de altos vuelos, estemos o no de acuerdo con lo que dicen, se eleva
en consecuencia todo el nivel de un debate y se acostumbra al
ciudadano a exigir a todos sus representantes legislativos y a sus gobernantes
una mayor preparación, más información y rigor intelectual, además de
conocimiento de los temas políticos que les incumben. No pedimos que se
transforme cada uno de ellos en un Montesquieu, pero sí que puedan aprobar el
riguroso examen ciudadano.
Por ejemplo, al mencionar uno de los ciudadanos asistentes
al evento que la propuesta de un Jefe de Gabinete no había funcionado en Nuevo
León cuando a la entrada del Nuevo Gobierno independiente el Gobernador designó
a Fernando Elizondo como su coordinador ejecutivo (además de la existencia de
un Secretario de Gobierno estatal), Ortega contestó que en realidad lo que se
hizo en Nuevo León no era propiamente hablando un “Jefe de Gabinete”; lo que
propone el Frente vendría armado de diferente manera y con atribuciones legales
específicas que le darían fuerza y eficacia a esa figura.
Foro tras foro, evento tras evento, abrir los espacios
al diálogo y promover las discusiones de altura son ya una labor largamente
necesitada en Nuevo León. Bien hecho por PROpuesta Ciudadana y Vertebra al
promover este tipo de eventos que dan voz a los que casi nunca son escuchados y
permite contrastar quién es quién en el terreno del debate político. Todo sea
por la democracia.
rogelio.rios60@gmail.com
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