jueves, octubre 02, 2025

Despotismo ilustrado en el siglo 21

 En tiempos de crisis, pandemias o conflictos globales como en el siglo 21, resurgen voces que claman por líderes “fuertes”, capaces de tomar decisiones rápidas y eficaces. ¿Estamos ante una reedición del despotismo ilustrado?

En la historia de las ideas políticas, pocas fórmulas han sido tan paradójicas como el despotismo ilustrado. 

Es un modelo de gobierno, propio del siglo 18, que encarna una tensión entre el absolutismo monárquico y los ideales racionalistas de la Ilustración: gobernar con luces, pero sin abrir las puertas a los ciudadanos ni respetar sus libertades políticas y derechos humanos. 

Esa tensión es justamente la que tenemos a la vista en el mundo actual, en el cual la fuerza del líder carismático, pero autoritario, ejerce una atracción irresistible en personas de todo el mundo, con tanta intensidad que las torna dispuestas a ceder sus libertades y derechos en aras de la voluntad de un gobernante déspota.

¿Qué es el despotismo?

Según la Real Academia Española, el término despotismo se define como:

Abuso de superioridad, poder o fuerza en el trato con las demás personas. Gobierno absoluto, no limitado por las leyes.

Esta doble acepción revela el núcleo del concepto: una concentración de poder que, aunque pueda estar orientada al bien común, no admite contrapesos ni participación ciudadana.

¿Y qué significa “ilustrado”?

La Ilustración fue un movimiento intelectual que promovió el uso de la razón, la educación, la ciencia y la reforma social en contraposición a los largos siglos de lo que los ilustrados denominaron el "oscurantismo" de la Edad Media, es decir, el ocultamiento de la tradición cultural grecorromana.

Filósofos como Voltaire, Rousseau y Montesquieu imaginaron sociedades más justas, guiadas por principios racionales y derechos universales.

El despotismo ilustrado: respuesta monárquica

El despotismo ilustrado fue la respuesta de ciertos monarcas europeos a las ideas ilustradas. Adoptaron reformas en educación, economía, salud pública y administración, pero mantuvieron intacto el poder absoluto. No se trataba de democratizar, sino de modernizar desde arriba.

Entre los principales representantes destacan:

  • Carlos III de España, promotor de reformas urbanas, sanitarias y educativas.

  • Federico II de Prusia, mecenas de filósofos y reformador militar.

  • Catalina II de Rusia, impulsora de la codificación legal y la expansión cultural.

  • José II de Austria, defensor de la tolerancia religiosa y la abolición de la servidumbre.

🔍 Reflexión para nuestro tiempo

El despotismo ilustrado plantea una pregunta vigente: ¿puede un poder centralizado actuar en favor del pueblo sin contar con él? ¿Es suficiente la buena intención del gobernante para garantizar justicia y progreso?

En un mundo donde la tecnocracia y el liderazgo fuerte a veces se presentan como soluciones eficaces, conviene recordar que la participación ciudadana no es un obstáculo, sino una garantía de legitimidad y sostenibilidad.

Rousseau y el despotismo: una voz disidente

Juan Jacobo Rousseau, uno de los pensadores más influyentes del siglo 18, se distanció del despotismo ilustrado al considerar que la verdadera libertad no podía ser otorgada desde arriba, sino construida desde la voluntad general. 

En sus Confesiones, obra profundamente personal, se percibe su rechazo visceral al poder absoluto:

Renunciar a nuestra libertad es renunciar a nuestra calidad de hombres, y con ello a todos los deberes de la humanidad.

Para Rousseau, el despotismo, por muy ilustrado que se diga, sigue siendo una forma de esclavitud. Su pensamiento inspiró movimientos republicanos y revolucionarios que buscaron sustituir el paternalismo monárquico por la soberanía popular.

¿Un despotismo ilustrado del siglo 21?

En tiempos de crisis, pandemias o conflictos globales, resurgen voces que claman por líderes “fuertes”, capaces de tomar decisiones rápidas y eficaces. Se habla de tecnocracia, de gobiernos expertos, de eficiencia sin debate. ¿Estamos ante una reedición del despotismo ilustrado?

La historia nos recuerda que el progreso sin participación puede ser brillante, pero también frágil, inequitativo y depredador.

La frase de Rousseau citada arriba nos interpela hoy con fuerza. 

¿Qué precio estamos dispuestos a pagar por la eficacia? ¿Puede haber justicia sin voz ciudadana?

Invitación al lector

Desde Mirada al Mundo, te invito a reflexionar: ¿Estamos viviendo una nueva forma de despotismo ilustrado, disfrazado de modernidad? ¿Quién decide por nosotros en nombre del bien común?

Tu opinión es parte esencial de esta conversación. La Ilustración nos enseñó a pensar; la democracia nos llama a participar.

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Mirada al Mundo es un espacio de reflexión donde la historia, la espiritualidad, la diplomacia y la vida cotidiana se entrelazan. Cada entrada busca iluminar el presente con la sabiduría del pasado, cultivar el pensamiento crítico y celebrar la riqueza cultural que nos rodea.

Esta publicación fue elaborada con el apoyo de Microsoft Copilot, una herramienta de inteligencia artificial que acompaña el proceso de investigación, redacción y síntesis, respetando siempre la voz y el criterio del autor.

Versión en inglés (EN): Mirada al Mundo


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