¿Cómo va a enfrentar la nación mexicana la incertidumbre proveniente del exterior sumada a la que ya vivimos en el interior?
Por Rogelio Ríos Herrán
Si a nivel individual la incertidumbre es un padecimiento, a nivel colectivo nacional e internacional se transforma en pesadilla.
Sobre los mercados financieros internacionales, George Soros solía decir (en su obra “La Crisis del Capitalismo Global”) que son reflexivos, es decir, las expectativas de los inversionistas sobre su comportamiento y las ganancias anheladas influyen directamente sobre el desempeño de los mercados, de tal manera que se crea una relación circular: el observador inversionista influye, es decir, modifica o da un sesgo, sobre el mercado observado y lo saca de su curso natural. Es la profecía autocumplida.
La incertidumbre, por tanto, es permanente e inherente a los mercados financieros, un mar embravecido apto sólo para marineros experimentados, como el propio Soros.
México vive hoy una emergencia nacional ante los desafíos provenientes del exterior, los cuales se suman a los ya monumentales problemas internos.
El gobierno nacional apenas si puede navegar en esas aguas, pues su embarcación es frágil e insegura y no da certidumbre alguna.
Me refiero a los desafíos del presidente Donald Trump, a su obsesión con los aranceles y el tráfico de fentanilo proveniente de México, pero no solamente a eso: nuestro país sigue muy atrás en el cumplimiento de compromisos internacionales como el combate al cambio climático o el mantenimiento del estado de derecho, el futuro del TMEC, etcétera.
¿Cómo va a enfrentar la nación mexicana la incertidumbre proveniente del exterior sumada a la que ya vivimos en el interior?
Veamos primero, para ubicarnos mejor, algunas definiciones de incertidumbre.
En términos generales, la incertidumbre “es la condición de algo que no es seguro o definitivo, generando dudas o vacilaciones en quien lo experimente. Se refiere a la falta de certeza o seguridad en una situación, evento o resultado, lo que puede provocar ansiedad o inseguridad en las personas” (www.definiciones-de.com).
La incertidumbre financiera en el contexto empresarial “se refiere a la falta de seguridad o certeza sobre el estado financiero actual o futuro de un negocio, lo que puede generar duda o indecisión en la toma de decisiones. Es la falta de claridad en cuanto a los factores que pueden afectar el rendimiento futuro de una inversión. Además, se relaciona con la posibilidad de que los clientes no puedan cumplir sus compromisos financieros” (www.compte.cl).
La incertidumbre política “es la falta de convencimiento y certeza frente a decisiones de Gobierno en un contexto en que se desconoce el futuro de las leyes. La incertidumbre política influye negativamente en las decisiones y en la actividad económica, ya que puede frenar la inversión y el empleo” (www.larepublica.co).
Para los mexicanos, el primer generador de certidumbre es el gobierno y las instituciones, a partir de las cuales se multiplican las certezas a la economía y la sociedad.
Una segunda fuente de certidumbre, más alejada del ciudadano común, es la que proviene del exterior: gobiernos, bancos, organismos internacionales, mercados financieros, conflictos armados y un largo etcétera.
Idealmente, el gobierno nacional mexicano funcionaría como una especie de “amortiguador” de la incertidumbre internacional para que la economía y sociedad mexicanas puedan funcionar a cabalidad.
En la realidad, esto no es así. Funciona, más bien, al revés: el gobierno no sólo es incapaz de generar por sí mismo certidumbre entre los mexicanos, sino que no puede filtrar ni aliviar la incertidumbre que viene del exterior.
Esa es la razón por la cual la guerra arancelaria del presidente Trump y su obsesión sobre las drogas en México nos pega con toda su furia. Hasta el momento, sólo hemos visto el comienzo; falta lo peor.
Mientras no tengamos certidumbre interna en México, no podremos protegernos de la incertidumbre que viene del exterior.
El primer paso hacia la recuperación de la certidumbre es el reconocimiento en el gobierno nacional de su debilidad, de los errores cometidos hasta ahora y de la imperiosa necesidad de abrir el diálogo y la cooperación con todas las fuerzas políticas y la sociedad civil.
En la ecuación política nacional, el sectarismo del gobierno de Morena abona al crecimiento de la incertidumbre. La exclusión debilita, el discurso ideológico ensordece y la arrogancia ciega a los gobernantes morenistas que no ven la realidad, sino que la eluden.
Reitero: México vive hoy una emergencia nacional. Los mexicanos queremos participar en la defensa del país y sus instituciones, pero no se puede ayudar a quien no se deja hacerlo y desdeña, además, a quien le tiende la mano.
No esperemos a que la profecía se autocumpla en México por la incertidumbre.
FB: @rogelioriosherran
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