martes, octubre 08, 2024

'Mañaneras', la adicción de los medios

 Por Rogelio Ríos Herrán  

Desde que anunció la entonces candidata Claudia Sheinbaum durante su campaña electoral que, de ganar la presidencia, continuaría utilizando las conferencias de prensa matutinas en Palacio Nacional, las “Mañaneras”, me pregunté cuál sería la reacción de los medios de comunicación mexicanos tanto del del “mainstream” como los independientes: ¿repudiarían la máquina de propaganda y distorsiones de la verdad en que se convirtieron las “mañaneras” bajo la mano de López Obrador y Jesús Ramírez Cuevas? 

Confieso mi ingenuidad: por un momento, pensé que sí las rechazarían y que los medios de comunicación mexicanos recurrirían al trabajo periodístico propio para generar información veraz, oportuna y relevante para las vidas de los ciudadanos. 

No fue así. Ahora etiquetadas como “Las Mañaneras del Pueblo”, título más propio de los programas de variedades matutinos en la televisión, y con la infaltable sección “Detector de Mentiras”, los medios de comunicación mexicanos siguen mostrando el mismo apetito y similar adicción a la fuente de información pública -no importa qué tan sesgada, distorsionada y poco veraz sea- que durante el sexenio anterior. 

¿No bastaron seis años y montañas de mentiras, insultos, acusaciones, violaciones de datos privados y la presencia de medios y periodistas protegidos del régimen, para poner en evidencia que las conferencias matutinas eran una máquina de propaganda política? 

¿No hay otra manera de llenar las páginas impresas de los periódicos y revistas o los "budgets" de noticias en radio y televisión que la información (de alguna manera hay que llamarla) de “las mañaneras del pueblo”? 

Cubrir la fuente presidencial en Palacio Nacional –a partir de la era AMLO- fue desde el principio una acción periodística que consumía tiempo y recursos humanos de reporteros, fotógrafos y editores que encontraban ahí las notas fáciles para el día y les evitaba hacer su trabajo duro periodístico. 

No se trata sólo de tener notas con qué llenar los noticieros, sino de desperdiciar el valioso tiempo periodístico en una cobertura de información oficialista en detrimento de la cobertura sobre los problemas y aflicciones reales de las personas de carne y hueso, tanto en la capital de la república como el resto del país. 

Lo que López Obrador hizo desde sus “mañaneras”, entre otras cosas, fue robar a millones de mexicanos (el “pueblo” al que tanto decía adorar) la posibilidad de que sus voces, sus problemas y barrios y comunidades se hicieran visibles, se pudieran escuchar y ver en periódicos y noticieros. 

Esas voces, genuinamente populares, se perdieron en un mar inundado de información manipulada que los volvió invisibles en la agenda pública impuesta desde el Palacio Nacional a conveniencia del gobernante en turno: primero, López Obrador; ahora, Claudia Sheinbaum. 

Los propagandistas del gobierno morenista hacen su trabajo. La manipulación de la opinión pública que ellos intentan hacer cada día requiere, para su éxito, de la complicidad de medios de comunicación “enganchados” a la propaganda y a los recursos públicos para difundir mentiras y medias verdades. 

Para sobrevivir, los medios de comunicación recurren, en mayor o menor medida, a la fuente de información oficial que les facilita el trabajo de diarismo en periódicos y noticieros, pero inhibe al periodismo de investigación y, como hemos visto últimamente, de opinión crítica. 

Aun considerando las escasas excepciones a esta tendencia, en la forma de piezas impecables de periodismo y periodistas de investigación, al grueso de los medios lo que les interesa es llanamente sobrevivir, para lo cual harán lo que sea necesario hacer. 

Cada día, la misión del periodismo –presentar información veraz y oportuna a las personas- palidece ante la aplanadora informativa oficialista del Palacio Nacional y la cesión de lo más valioso que tienen los periodistas: la dignidad de su oficio. 

Mientras tanto, el show de las "mañaneras” debe continuar. 

@rogeliux  

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