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Por
Rogelio Rìos Herràn
Siempre lo he dicho y lo reitero aquí: los
mexicanos deberíamos tener la oportunidad de votar en las elecciones
presidenciales de Estados Unidos.
Son tantas las repercusiones de la elección del
inquilino de la Casa Blanca para México, es tan profundo el tejido económico y
social entre los dos vecinos del Rìo Bravo y son tan abundantes sus afinidades
culturales y populares, que se justifica lo que digo.
Pràcticamente cualquier decisión política repercute
más allá de la frontera compartida. No hay muro alguno que lo impida.
En la formulación de cada política pública en
Washington, desde el medio ambiente hasta la migración, pasando por las
regulaciones a los tomates y aguacates, muchos mexicanos acaban prestando
tanta o más atención a lo que hace y dice el Gobierno de los Estados Unidos que
al gobierno de México. Así de sencillo.
El cine norteamericano tiene entre los mexicanos a una
de sus audiencias más numerosa y fiel, varios directores de cine y actores y
actrices viven una nueva época dorada en Hollywood: Guillermo del Toro, Salma
Hayek, Eugenio Derbez, etcétera.
No es de hoy, sino de hace muchos años, el lazo
establecido entre el cine estadounidense y el cine mexicano; recordemos a John
Wayne como un actor muy querido en México.
Literatura, academia y medios de comunicación dedican
en Estados Unidos mucho espacio a México, más quizá que a cualquier otro país
de Amèrica Latina, aunque desafortunadamente casi siempre por su nota roja y la
violencia, pero de cualquier manera se escucha constantemente el nombre de
México entre el público norteamericano.
Podrìa seguir con más y más argumentos a favor de mi
propuesta, pero no es el caso y no habría espacio suficiente.
Mi punto es que los mexicanos nos
involucremos más y más en los diversos foros de la opinión pública en Estados
Unidos.
Involucrarse más, por supuesto, con información
valiosa y oportuna, expandir los temas relativos a México más allá de la violencia
y el crimen organizado, no porque pretendamos negar esa parte de la realidad,
sino porque ese ùnico tema negativo está opacando a otras cosas positivas que
suceden en México, a ese lado soleado de la calle que no se alcanza a reflejar
para el público estadounidense.
México es más, mucho más, que el Càrtel de
Sinaloa, más que sus políticos corruptos, más que el “agujero
negro” o el “Estado fallido” que se dibuja en algunos medios de comunicación de
Estados Unidos, siempre dispuestos a la exageración para atraer audiencias.
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La cuestión funciona en ambos sentidos de la frontera:
Estados Unidos es una nación demasiado compleja y vasta para reducirla a la
figura del Presidente Trump, o creer que “todos los gringos son iguales” en
que caen con tanta frecuencia muchos mexicanos.
Por eso, el “voto mexicano” es una forma de decir
que tenemos la capacidad de influir positivamente en la opinión pública
estadounidense al aportar elementos de juicio sòlidos y bien sustentados sobre
Mêxico.
No nos presentaremos en una casilla en noviembre
próximo a votar. Lo que podemos hacer, desde ahora, es explicar lo que es
México a los estadounidenses, pero todo Mêxico; sus caras luminosas, su gente
pacífica y de mente abierta, los pueblos y ciudades en que residen muchos
norteamericanos y se sienten como en su casa sin ser molestados porque son
“gringos”.
Es una batalla larga y sostenida que irà más allá de
los resultados electorales y de quien ocupe la Casa Blanca en 2021 en el nuevo
ciclo presidencial, pero que cada mexicano puede pelear.
No dejemos solos a nuestros diplomáticos que sudan la
gota gorda día a día al dar la cara por nuestro país en USA, ni a los artistas,
acadèmicos, escritores, poetas, periodistas, deportistas, etcétera, que día a
día “votan” con su esfuerzo por México en Estados Unidos: ¡vamos a echarles
una manita, paisanos!
¡Feliz Año Nuevo 2020!
Rogelio.rios60gmail.com
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