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Por ROGELIO RÍOS HERRÁN
Bien dijo Angela Merkel, la Canciller alemana, durante
la reunión sobre cambio climático de la ONU de este año (concluida el 18 de
noviembre) que este tema “es un asunto que determina nuestro destino como
humanidad”.
A ello agregaría yo lo dicho por la mexicana Patricia
Espinosa, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre
Cambio Climático, en el sentido de que “hay un apoyo unánime al pacto global de
lucha contra el cambio climático”. Pero agregó: “Necesitamos más acción y mayor
ambición, y las necesitamos ya”.
Una “hoja de ruta” sobre las acciones a seguir y el
establecimiento de un “diálogo facilitador” (Diálogo de Talanoa, nombrado así
por la tradición de negociación y diálogo en Fiji y las islas del Pacífico) por
los gobiernos reunidos en Bonn, Alemania, para la conferencia denominada COP 23
Fiji (presidida por esta nación isleña) ha sido el resultado de una reunión en
donde se reconoció que, si bien hay esfuerzos en marcha, éstos no han sido
suficientes para acercar a los países a las metas propuestas de disminución de
emisiones de carbono.
Por ello la importancia de medir mediante los
mecanismos convenidos los avances de cada país y verificarlos constantemente a
través de reuniones como la de Bonn y mediante el trabajo permanente de los
funcionarios de la Convención Marco.
La tarea es complicada, pero se puede llevar a cabo de
mejor manera en un marco multilateral como el de las Naciones Unidas que
propicia la asociación de países en alianzas para combatir el cambio climático.
No hay lugar para lobos solitarios.
México, por ejemplo, junto con Corea del Sur, Mónaco,
Suiza, Liechtenstein y próximamente Georgia, participa en el denominado Grupo
de Integridad Ambiental comprometido con alcanzar sus metas de disminución de
emisiones de carbono para el 2030 en el marco de Naciones Unidas.
La cobertura mediática de la reunión nos habla del
reconocimiento de que la mayoría de los países se están “quedando cortos” en su
esfuerzo por disminuir las emisiones de carbono. Se señalaron desacuerdos añejos
sobre los elevados costos de la transición hacia energías limpias para países
subdesarrollados, la mayor responsabilidad que deben asumir los países
desarrollados, etcétera.
Pero no obstante los desacuerdos, es alentador
constatar que el foro de Naciones Unidas es muy útil para estas discusiones y
que el Acuerdo de París 2015 no sólo sigue vigente, sino que ya se transformó
en un mecanismo dinámico con protocolos, metas y mediciones sobre sus avances.
A
pesar de los puntos de vista encontrados entre algunas naciones, pesó más
la percepción de la magnitud de la amenaza del cambio climático sobre el
planeta. Un gran paso.
Fue la propia Merkel quien reconoció que Alemania es
de los que se están “quedando cortos” en cuanto a cumplimiento de metas, para
no dejar dudas de que lo que se requiere para enfrentar este problema es una
firme voluntad de reconocer las carencias, pero sin perder la visión a largo
plazo.
El Gobierno mexicano anunció que como parte de sus
acciones se designará próximamente el Parque Nacional Revillagigedo (en las
Islas Revillagigedo que ya fueron consideras patrimonio mundial natural por la
Unesco en 2016) como zona marítima protegida (con la prohibición de la pesca) con
una extensión de 14.8 millones de hectáreas, el mayor de su tipo en América del
Norte, según dijo en la reunión Rafael Pacchiano, Secretario del Medio Ambiente
y Recursos Naturales.
La transición de las energías fósiles hacia las energías
alternativas limpias está en marcha. Sabemos ya que el cambio climático es un
problema no solamente de origen natural, sino agravado por la interferencia del
hombre. El avance hacia una nueva era energética sin combustibles fósiles será
costoso y gradual, pero es inevitable.
Todo eso ya es sabiduría compartida sobre
el cambio climático por las naciones reunidas en Bonn, en donde podemos
aplaudir que se exhibieron las ganas de avanzar. Que nada nos detenga en esa
ruta.
rogelio.rios60@gmail.com
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