lunes, marzo 31, 2025

¿Cuánto tiempo resistirá Claudia sin aliados?

 


A través de España, a nuestro país le ayudaría la fuerza de negociación de la Unión Europea frente al pugilismo comercial del presidente Trump.

Por Rogelio Ríos Herrán 

Sometido al acoso de la guerra comercial del presidente Trump, el gobierno mexicano debería estar lamentado el distanciamiento diplomático con España derivado de los exabruptos del expresidente López Obrador y su absurdo reclamo a la Corona española. 

Gracias al distanciamiento empezado por López Obrador y continuado por Claudia Sheinbaum, México no puede recurrir a quien es un aliado natural, el Gobierno español, tanto por razones históricas como políticas: Pedro Sánchez, el presidente español, es miembro del Partido Socialista Obrero Español, que tira hacia la izquierda populista del tipo del Movimiento de Regeneración Nacional. 

A través de España, a nuestro país le ayudaría la fuerza de negociación de la Unión Europea frente al pugilismo comercial del presidente Trump.   

De una manera indirecta, los intereses mexicanos se alinearían hacia un objetivo común con los españoles y demás europeos: hacer frente a la insensatez de Trump con aranceles a sus productos en represalia legítima y, por otra parte, seguir abiertos a la negociación con la Casa Blanca desde una posición de mayor fuerza económica. 

No es así como piensan las cosas desde el Palacio Nacional, desafortunadamente. 

Claudia se ha empeñado, como lo ha dicho en diversas ocasiones, en buscar una solidaridad con México en donde no existe más que de palabra: con la Colombia de Petro y la Venezuela de Maduro, supuestamente “víctimas”, como México, del “imperialismo” estadounidense, por mencionar dos ejemplos. 

La brújula de la presidente mexicana perdió de vista a Madrid. Una visita de Estado al Palacio de la Moncloa hubiera limado todas las asperezas y logrado la reconciliación con España que hace falta para lo que se viene encima a México. 

Como lo he dicho, vivimos en una situación de emergencia nacional desde enero pasado cuando asumió el poder Donald Trump. 

Las demandas perentorias de la Casa Blanca respecto a temas de seguridad, narcotráfico y migración son abusivas, exageradas e incumplibles, sin mencionar que nunca tendrán fin.  

El gobierno mexicano está debilitado institucionalmente por el desmantelamiento y el deterioro de su aparato administrativo, iniciado por López Obrador desde el año 2018. 

La ineptitud de la mayoría de los funcionarios de alto nivel, la falta de recursos monetarios para sustentar una política exterior fuerte, la corrupción que corroe al gobierno y lo exhibe en el exterior, todo se reúne para dar cuenta de una triste realidad: no tenemos, institucionalmente hablando, con qué hacer frente a Trump. 

A pesar de que prácticamente todo el aparato gubernamental se puso al servicio de la política de complacer las demandas de Trump para no enfadarlo más, no se satisfacen sus requerimientos que, cada vez, crecen y crecen. 

No obstante que la atención de la acción de gobierno de Claudia está enfocada en la guerra comercial, el fentanilo y los migrantes, tal como lo pide la Casa Blanca -en detrimento de otras políticas de gobierno que requieren atención urgente, como el tema de las personas desaparecidas y las fosas clandestinas-, Trump nunca está satisfecho. 

No es necesario esperar al día 2 de abril para ver qué impacto tendrá lo que anuncie Washington, el daño ya está hecho para México y el recién inaugurado gobierno de Claudia: al cumplir el día 1 de abril seis meses en el cargo está a punto de ser nulificado por el gobierno del vecino del norte. 

La situación es grave, pues en cuanto un gobierno nacional es percibido como débil por los actores políticos internos (incluyendo al crimen organizado) y por los gobiernos extranjeros, se acelera el debilitamiento de la presidencia de manera exponencial. 

¿Cuánto tiempo podrá resistir el gobierno de Claudia Sheinbaum la presión de Trump y las consecuencias sobre la economía mexicana de la imposición de aranceles desmesurados? 

¿Cuánto tiempo seguirá Claudia empeñada en buscar a los aliados internacionales equivocados en lugar de voltear hacia los aliados naturales, como España y la Unión Europea? 

¿Cuánto tiempo le queda al gobierno de Claudia si persisten las condiciones actuales nacionales e internacionales? 

En el mes de abril comenzaremos a saber las respuestas. 

FB:@rogelioriosherran 

YouTube: @rrios1960 

viernes, marzo 28, 2025

La desesperanza mexicana

 


Generación tras generación, se acumula una montaña de personas incrédulas ante la vida pública, indiferentes a lo que hagan o dejen de hacer los gobernantes, sin pasión por México y resignadas a vivir como mejor se pueda, a nivel individual, en un país que no parece tener remedio. 

Por Rogelio Ríos Herrán 

De tanto en tanto, se habla en México de generaciones de jóvenes, a los cuales les ha tocado vivir en carne propia algunas de las crisis económicas y políticas del pasado, como “generaciones perdidas”, aquellas cuyo futuro fue prácticamente cancelado por los gobernantes ineptos y corruptos. 

En la década de los años 80 yo tuve mi pedazo de “generación perdida”: la crisis financiera del gobierno mexicano en 1982 fue devastadora y me marcó, como a muchos de mi edad y condición, con el hierro de la desesperanza.  

En vista de la ineptitud, el cinismo y la insensibilidad de los gobernantes, aderezado todo con dosis generosas de corrupción y autoritarismo, me sacudí el idealismo ingenuo de mis 18 años (no lo deseché del todo, por cierto) para tomar conciencia de la realidad brutal que me esperaba apenas al terminar mis estudios universitarios en 1981. 

Desde la perspectiva de hoy, a más de 40 años de distancia, ese fue mi momento de adoptar el pensamiento crítico como una herramienta esencial para navegar en la vida pública mexicana, entender a sus protagonistas, ideologías y decisiones políticas que, sin un contexto adecuado, se quedarían en meros actos particulares de personas con ambición de poder. 

La crítica como herramienta intelectual, la suspicacia como estrategia de investigación; inquirir, desafiar las explicaciones simples o interesadas de los actores políticos, rechazar las invitaciones a subirse al carro del poder, todo eso me fue empujando inadvertidamente al terreno del periodismo como el campo natural –el refugio intelectual y emocional- para encontrar mi lugar en la vida. 

La alternativa era sumergirme, como muchos, en la desesperanza ante los gobernantes y el país heredado de nuestros mayores, un campo minado de injusticias, ineptitud, corrupción y criminalidad en el cual la democracia era, en buena medida, una simulación. 

A partir de entonces, vi crecer a mi generación y observé su tránsito del idealismo y entusiasmo juveniles a la madurez desengañada, descontenta, un poco cínica y ubicada en un ateísmo político, el cual yo definiría no como la ausencia de un Dios o una religión cívica (la democracia liberal), sino como la ausencia de toda vida pública y el retiro monacal a la vida privada. 

Mejor dejar hacer a los políticos ineptos y corruptos que dominan todo, en lugar de perder el tiempo en luchas inútiles contra el poder autoritario que todo lo avasalla, entonces como ahora en 2025, pues no han cambiado mucho las cosas.   

Mejor buscar en el exterior las oportunidades de vida, trabajo y plenitud cívica y política que México no ofrece, ni ofrecerá jamás, pensaban –no sin razón- muchos de mis contemporáneos. 

La desesperanza no era un desánimo pasajero ni un desengaño con tal o cual líder político que empezaba como promesa joven y fresca, antes de subir al poder, para acabar como uno de tantos que recorrían la ruta: domesticado por completo por el sistema político que lo recibía, le limaba las asperezas y lo ponía a trabajar a su servicio. 

Tendríamos que remitirnos a un nivel más profundo de explicación: la desesperanza no es algo pasajero, sino permanente. Una vez perdida la esperanza, resulta en vano intentar recuperarla.  

Si, por obra de un milagro, se recupera la esperanza, ella será una versión adelgazada, frágil y liviana como la gota de agua a punto de caer desde la hoja del árbol. 

Generación tras generación, se acumula una montaña de personas incrédulas ante la vida pública, indiferentes a lo que hagan o dejen de hacer los gobernantes, sin pasión por México y resignadas a vivir como mejor se pueda, a nivel individual, en un país que no parece tener remedio. 

Me explico.  

La desesperanza es “una actitud o estado anímico contrario a la esperanza. Se caracteriza por la sensación de haber perdido la posibilidad de alcanzar ciertas metas y logros”, nos dicen en definicion.com. 

“Es una emoción”, agrega el portal referido, “a través de la cual una persona siente que las alternativas para una situación en particular se van agotando, quedando en un estado de indefensión ante ello”. 

Aún más, “la desesperanza es un veneno que apaga ilusiones, motivaciones y energías poco a poco. Es la costra de la decepción permanente y esa espina que nos hace respirar a través de la amargura hasta sumirnos en una trampa psicológica muy peligrosa” (lamentemaravillosa.com). 

Al observar, década tras década, cómo el cinismo y la simulación de los gobernantes mexicanos –incluyo a todos los colores políticos-, su ineptitud y ambición envenenan la esperanza de los jóvenes en su país, ¿cómo puedo reclamar su alejamiento de la vida política y pedirles mayor participación cívica? 

Justo cuando la democracia mexicana parecía encontrar su rumbo después de al menos tres décadas de transición política del autoritarismo a un sistema de contrapesos y división de poderes, a partir de 2018 el gobierno populista de López Obrador y su MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) cancelaron ese rumbo y revirtieron la nave gubernamental de vuelta al autoritarismo. 

Claudia Sheinbaum sigue, en lo esencial, el mismo rumbo populista que su predecesor le marcó. 

Como periodista, ¿qué puedo hacer contra la desesperanza? 

Bueno, seguir de mi parte en la línea crítica al poder y la arrogancia de los gobernantes, junto con muchos colegas periodistas.  

No bajar la guardia ni claudicar en la tarea de revisar la actuación de los líderes de la nación para exhibir sus carencias y errores, su falta de compromiso y amor a México. 

Por último, si bien he visto varias veces a lo largo de mi vida cómo se hunde este país en crisis económicas, devaluaciones, inseguridad, narcotráfico, violencia y desesperanza, también lo he visto renacer una y otra vez. Esa es mi esperanza perenne. 

Siempre hay un antídoto contra el veneno de la desesperanza. 

YouTube: @rrios1960 

FB: @rogelioriosherran 

   

 

 

 

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