miércoles, agosto 06, 2025

Hiroshima en 2025

El mundo vive hoy una nueva amenaza de destrucción nuclear global: entre tantos países armados con bombas atómicas infinitamente más destructivas que las arrojadas sobre Japón en 1945, el peligro de destrucción global de la Humanidad y la Tierra es real, inmediato y altamente probable.

Por Rogelio Ríos Herrán


La ciudad japonesa de Hiroshima, víctima del primer ataque con una bomba atómica el 6 de agosto de 1945, realizado por los Estados Unidos en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, mantiene su vigencia como símbolo del rechazo a las armas atómicas y en favor del desarme nuclear total en el mundo.


A mi generación universitaria, en la cual obtuve el título de Relaciones Internacionales en 1981, le tocó estudiar el mundo de la Guerra Fría con sus dos grandes potencias nucleares, Estados Unidos y la Unión Soviética, y la doctrina de la disuasión nuclear mutua.


En palabras sencillas, la dichosa doctrina decía que, si los rusos atacaban a los norteamericanos o viceversa, cada uno de ellos tenía la capacidad de respuesta suficiente para destruir al atacante mediante una represalia.


Visto a la distancia de los años, eso fue un acuerdo entre gánsteres nucleares de Moscú y Washington: si tú atacas mi territorio, yo destruyo el tuyo: eso fue la “destrucción mutua asegurada” durante la duración de la Guerra Fría (1945-1991).


La cantidad inmensa de dinero que soviéticos y norteamericanos invirtieron en la carrera armamentista y en la carrera a la luna y al dominio del espacio alrededor de la Tierra, fue dinero desperdiciado en armas que, de lo contrario, hubiera sacado del subdesarrollo y la pobreza quizá al continente africano entero.


Pero no es sólo el dinero malgastado, sino la posesión de un poder destructivo sobre el planeta que tuvieron en su momento las dos grandes potencias nucleares.


Se apropiaron los gánsteres nucleares de la capacidad de decidir sobre la vida y la muerte de miles de millones de personas y sobre la naturaleza y la superficie de la Tierra.


Jugaron rusos y americanos a ser dioses nucleares, a cualquier costo y por sobre cualquier consideración política, ética y moral.


Al estallar la bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima, alrededor de las 8 de la mañana del 6 de agosto de hace 80 años, y matar al instante a casi 80 mil personas, a las cuales se sumarían otros miles más debido a los efectos de la radiación nuclear, el mundo supo de inmediato que este poder de destrucción rebasaba a cualquier consideración política, ideológica o militar.


Nunca debió ningún gobierno aplicar el conocimiento sobre el átomo y la energía nuclear a usos militares y la construcción de armas nucleares. Fue el error más grave cometido por la Humanidad en el siglo 20.


La segunda bomba nuclear arrojada en Nagasaki el día 9 de agosto, otro ataque militar de los Estados Unidos sobre una población civil vulnerable, provocó más muerte y destrucción y, unos días después, la rendición incondicional del Ejército Imperial japonés.


A partir de ese punto, el desarrollo de las armas nucleares fue acelerado y extenso: más países fabricaron armas atómicas e hicieron innumerables “pruebas nucleares” bajo y sobre la superficie de la Tierra, en el mar y en islas pequeñas.


La magnitud del ataque a Hiroshima y Nagasaki, el trauma colectivo de dos ciudades japonesas atacadas con armas de elevadísima capacidad destructiva rompió cualquier restricción ética sobre el uso de esas armas presentada por los científicos participantes en el Proyecto Los Álamos.


No hubo ya más ataduras a las bombas atómicas que la de la cruda posibilidad de lanzar un ataque nuclear y ser destruido por la respuesta del enemigo. Así de absurda puede ser la estupidez humana.


Afortunadamente, en el mundo no callaron, sino que se acrecentaron las voces y acciones en favor de las restricciones a las armas nucleares, el establecimiento de zonas libres de armas atómicas y por el desarme nuclear total.


América Latina, por ejemplo, es una zona libre de armas nucleares gracias al Tratado de Tlatelolco (Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, firmado en 1967), impulsado por un equipo de diplomáticos mexicanos bajo la guía de Alfonso García Robles (Premio Nobel de la Paz, 1982, junto con Alva Myrdal), y se ha podido mantener así en lo que va transcurrido el siglo 21.


Otras regiones del mundo siguieron la pauta de la desnuclearización: el Pacífico Sur, el Sudeste de Asia, África y Asia Central.

 

Japón, el país flagelado por dos bombas atómicas, se ve hoy envuelto en una discusión nacional sobre si debe rearmarse e incrementar su ejército y capacidades defensivas ante las amenazas de China y Corea del Norte, países armados con bombas atómicas.


Los acuerdos de restricción de armas nucleares en vigor durante décadas entre Estados Unidos y Rusia están a punto de expirar y no hay voluntad manifiesta de las partes para renovarlos.


China ha incrementado durante el siglo 21 el tamaño de su Ejército y Armada y ha duplicado, según algunas fuentes, su armamento nuclear.


El mundo vive hoy una nueva amenaza de destrucción nuclear global: entre tantos países armados con bombas atómicas infinitamente más destructivas que las arrojadas sobre Japón en 1945, el peligro de destrucción global de la Humanidad y la Tierra es real, inmediato y altamente probable.


Cualquier chispa en un conflicto regional (Ucrania, Medio Oriente, India y Paquistán, Corea del Norte y Corea del Sur) puede detonar una escalada atómica mundial.


Guardaré hoy un minuto de silencio por las víctimas de Hiroshima en 1945 y elevaré mis oraciones porque no se repita el holocausto japonés en mundo en 2025.


FIN 

 


martes, agosto 05, 2025

México 2050: el escenario ‘Mad Max’

Gobierno tras gobierno, en cada sexenio, una vez establecido firmemente el poder autoritario, importará menos quién sea la persona que esté al frente en la presidencia que mantener el poder a toda costa sin importar cualquier sacrificio que se imponga a la población.


Por Rogelio Ríos Herrán


Si la gran mayoría de los mexicanos no planea su día entero, ni el siguiente día, la semana en curso o el mes que transcurre, mucho sería pedirle a cualquier persona que aplique su imaginación al escenario siguiente:


¿Cómo cree usted que sería México en el año 2050 si continúa gobernando el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) durante los tres siguientes sexenios posteriores al de Claudia Sheinbaum?


No le pido a usted que haga un ejercicio científico de prospectiva con base en lo que hasta ahora han hecho en el país tanto el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) como lo que hasta el momento ha hecho el gobierno de Sheinbaum (2024-2030), sino un simple acto de imaginación.


De seguir las tendencias actuales de autoritarismo, corrupción e ineficiencia gubernamentales, sin que otras variantes nacionales o los factores internacionales las modifiquen, ¿cuál será el país en dónde vivirán nuestros hijos como adultos y los nietos como jóvenes veinteañeros?


Los integrantes de mi generación (+60) no estarán probablemente vivos para llegar a la marca del medio siglo, pero me temo que eso sería mejor a vivir la vergüenza de observar a un país no solamente irreconocible en lo político, sino sumido en el subdesarrollo económico.


Si todo sigue igual al año 2050 México será:


  1. Una nación de partido único, excluyente de cualquier otra fuerza política en donde las elecciones serán una parodia necesaria para cubrir el último requisito formal de la democracia: un país con elecciones.

  2. Un país cuyo régimen político estará cortado a la medida del poder centralizado en la figura del presidente en turno y en cuya Constitución está consagrado el principio de la primacía del Poder Ejecutivo por sobre cualquier otro poder.

  3. Un modelo político en el que la confrontación entre el Estado y el Crimen Organizado dejó de ser un problema, pues la alianza entre el poder legal y el poder fáctico criminal está consagrada en la Constitución y avalada por los militares.

  4. Un país cerrado al exterior que ha renunciado a participar en las organizaciones internacionales (ONU, OEA, OMS, OCDE, Derechos Humanos, etcétera) y a la política exterior para salvaguardar la soberanía nacional de injerencias externas.

  5. Una economía que volvió, después de la cancelación del TMEC en 2026 y el alejamiento con Estados Unidos y Canadá, al modelo de los años 70: cerrada a la integración económica regional, reducida su industria a empresas nacionales protegidas, exprimido el mercado interno y reducido a la monotonía de marcas y productos en los anaqueles.

  6. La frontera con Estados Unidos, desde la cancelación del TMEC y la intervención militar directa norteamericana en 2026 para aniquilar a las bandas criminales productoras de fentanilo, estará semicerrada y el acceso de los mexicanos será ínfimo y excesivamente regulado.

  7. Las remesas provenientes de Estados Unidos habrán cesado desde hace décadas, al igual que la inversión norteamericana. Las plantas americanas y europeas establecidas en México salieron hace tiempo del país.

  8. De los aproximadamente 12 millones de mexicanos que estaban en Estados Unidos (unos 6 millones de ellos en calidad de indocumentados) en 2025, el 90 por ciento (10.8 millones) fueron deportados o expulsados antes del año 2035, al cancelar el gobierno estadounidense las residencias y ciudadanías otorgadas a mexicanos. Su retorno forzado a México agudizó todo tipo de problemas económicos, culturales, territoriales, alimenticios y un largo etcétera. 

  9. Las ciudades estarán envueltas en nubes de aire contaminado e irrespirable, el agua potable será un bien escaso y controlado por la burocracia y el crimen organizado, la contaminación de aguas y costas será mayúscula y habrá disminuido la cantidad disponible de tierra cultivable y bosques en el país. La vaquita marina se ha extinguido desde mucho antes.  

  10. Los hijos y nietos de padres mexicanos que pudieron salir del país antes de la debacle, gracias a la doble nacionalidad o simplemente por iniciativa y astucia propias, tratan de ayudar a sus padres y abuelos que se quedaron en México a través de envíos clandestinos de dólares, en vista del control de divisas riguroso establecido por el gobierno mexicano.

  11. Los millones de mexicanos del segmento de pobreza y pobreza extrema que dejaron de recibir las ayudas económicas de los programas del Bienestar al quedarse el tercer gobierno morenista, apenas iniciando en 2031, sin un peso en la Tesorería y con una montaña de deudas frente a las cuales el gobierno declaró la suspensión de pagos internacionales, quedaron abandonados a su suerte y sin el alivio de un sistema de salud que los ampare. Se desconoce si millones de ellos viven o murieron, pues en ese mismo año (2031) el gobierno reservó la información de los censos de población realizados un año antes por razones de seguridad nacional y desplegó a la Guardia Nacional y al Ejército para controlar con mano férrea cualquier asomo de protesta en contra de la Cuarta Transformación.

  12. Los mexicanos más pobres y desvalidos viven de la asistencia de la Iglesia católica y otras denominaciones religiosas, ONGs y de la ayuda directa de ciudadanos que cada día tratan de por lo menos darles de comer una vez al día. El gobierno nacional no permite la entrada de asistencia internacional de la ONU ni organizaciones privadas como World Central Kitchen para proporcionar alimentos, medicinas y atención médica a niños y ancianos, con el argumento de resguardar la soberanía nacional.


Si a usted le parece lo que he descrito como un escenario digno de la película “Mad Max” (1979, dirigida por George Miller), exagerado y delirante, solamente recuerde que éste es uno de varios escenarios posibles, pero es el peor escenario imaginables si las tendencias, reitero, si las tendencias actuales se mantienen.


¿Por qué lo digo? La tendencia central que llevaría al escenario apocalíptico, la del autoritarismo, ya está implantada en el régimen político que está construyendo desde hoy el gobierno de la Cuarta Transformación.


Gobierno tras gobierno, en cada sexenio, una vez establecido firmemente el poder autoritario, importará menos quién sea la persona que esté al frente en la presidencia que mantener el poder a toda costa sin importar cualquier sacrificio que se imponga a la población.


“Mad Max” no es un escenario imposible: cada acción política del gobierno nacional desde 2018 (y estamos en 2025) apunta al desastre del 2050. 


Árbol que nace torcido, nunca su tronco endereza.



Hiroshima en 2025

El mundo vive hoy una nueva amenaza de destrucción nuclear global: entre tantos países armados con bombas atómicas infinitamente más destruc...